
En favor de la autoconstrucción
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La candidata oficialista Jeanette Jara, criticó amargamente la falta de una política proactiva de parte del gobierno, respecto a la gran demanda insatisfecha de vivienda que problematiza y tensiona a nuestra sociedad.
El gobierno ha sostenido una política convencionalmente neoliberal respecto a este problema. Es decir, el Estado debe auxiliar pero no resolver. Así, se programa una construcción determinada de vivienda social a la que se debe postular según los méritos que demanda la burocracia, que se limita a la disponibilidad presupuestaria definida por un Ejecutivo y Parlamento, ideológicamente ajeno y distante de los feroces dientes de la marginalidad.
No sé si definiría como “casta”, como “cúpula”, como “club” u “oligarquía política”, pero lo cierto es que la mejor conocida como “clase política”, sufre una especie de levitación del poder, una abducción hacia otra realidad cósmica, que les impide conectar con la reptante y terrestre realidad de lo popular.
Por eso no hay política de salida ante estas múltiples crisis sectoriales y estas crisis, al no ser abordadas adecuadamente, comienzan a desacreditar al poder mismo, que se manifiesta como impotente.
La política no es sólo un tema presupuestario, es también un tema de imaginación creativa. Ningún país ha superado sus crisis sin romper los grilletes de la restricción contable. Existen los que lo hacen de manera facilista e irresponsable (echar a andar la imprenta de billetes) y quienes lo hacen de manera responsable e inteligente (cambio cualitativo, capaz de superar las coerciones monetarias).
EL CAMBIO CUALITATIVO.
Lo que escasea en Chile, desde la dictadura, es una alternativa cualitativa. Es por ello que no podemos salir del estancamiento económico y social.
La afamada transición fue lo más lejano a lo que podríamos llamar “la imaginación al poder”. La consigna se acerca más al de “ la medida de lo imposible”, es decir le tuvo miedo al cuero del neoliberalismo y prefirió inclinarse en reverencia sagrada antes que desafiarlo en sus debilidades.
Esta nueva feligresía neoliberal ha terminado por consolidar una doctrina, una ideología y una cultura neoliberal extrema, cuya máxima norma es el “derecho privado de propiedad”.
Como enseña un humorista nacional: “de esta versión no me mueve nadie”.
De hecho, frente al tema de las tomas de terreno, lo que viene rigiendo es la preeminencia del derecho privado por sobre el derecho público o social.
Sabemos que el derecho de propiedad no es de jerarquía divina; es de origen natural y por tanto político. Así, en todo el mundo hay variedades de derechos de propiedad, con énfasis diferentes y flexibilidades múltiples. En definitiva, no hay un dogma.
Pero en Chile se ha instalado como dogma total en nuestra legislación neoliberal.
Antes de la dictadura tuvimos un derecho social que se sobreponía al derecho de propiedad privada (sin desconocerlo ni acosarlo), en determinadas circunstancias: por necesidad en los planes de desarrollo público y por necesidad del superior interés de las comunidades nacionales.
Así, el Estado podía expropiar y reasignar usos de recursos, compensando los costos básicos de dichas medidas, a los propietarios originales.
Hoy por hoy, el Fisco solo puede expropiar autorizado por ley o debe negociar precios “según referencia de mercado”, con los propietarios.
Por tanto, lo único asegurado como derecho es la propiedad del propietario acaudalado, el que concentra propiedades; lo que queda en desamparo es el derecho a una propiedad básica del que no posee ningún tipo de propiedad.
Es decir, nos quedamos sin políticas distributivas, que es lo que reclama ahora la candidata Jara.
PERO EXISTE UNA ALTERNATIVA.
Desde los tiempos de Vicuña Mackenna se viene acumulando un bolsón de miseria en el sector del Zanjón de la Aguada, donde llegaron a habitar más de 35.000 personas en un territorio de poco más de 5 kilómetros. En la medida que avanzaba el siglo XX y continuaba la migración campo ciudad (la vida del campesino de entonces era prácticamente de esclavo), este pequeño territorio de migrantes se hizo insostenible y en 1957 se produce la toma de terrenos en la chacra “La Feria”, luego de dos grandes incendios en el reducto del Zanjón de la Aguada.
Estas tomas iban a ser desalojadas y gracias a la intervención del cardenal José María Caro se pudo evitar y se instituyó una consolidación de los asentamientos. Así nació la población San Gregorio en La Granja y la José María Caro en San Miguel, también se suma la población “ La Victoria”.
Al llegar los 70 (mediados de 1971), ya había más de 416 tomas en la periferia de Santiago y abarcaba una población de casi 54.000 familias, el 10% de la totalidad de la población de la Capital.
Freí Montalva inicio la campaña “Operación sitio”, para abordar el tema de la adquisición de terrenos ordenados urbanísticamente. Este proceso se realizaban con autoconstrucción, auxiliada técnicamente por el Estado, las universidades y los estudiantes.
Se da Chile a la tarea de todos para resolver una necesidad vital, como la vivienda, en base a la solidaridad y cooperación.
El proceso resultó demasiado lento para siquiera contener las nuevas demandas de población recién llegada de los campos, donde la juventud decide zafarse de la condición esclava y aventurar en las ciudades una oportunidad.
Hasta 1973 se siguió abonando con intensidad la política de asentamientos urbanos con apoyo des Estado, pero la tarea era gigantesca, pues estábamos en presencia de una de las mayores transformaciones estructurales y demográficas: Chile se convierte, por entonces, en un país cuya población pasa de ser mayoritariamente campesina a otra sociedad fundamentalmente urbana.
Al llegar la dictadura se transforma la política de asentamientos en una política de traslados extraterritoriales. Las poblaciones irregulares son expulsadas de las áreas urbanas y se les destina de manera forzada a nuevas zonas periféricas alejadas de toda atención e infraestructura, los territorios de destino fueron Peñalolen, Maipu, Cerillos, Lámpara, etc.
Se puso fin a la política de asignación social en la planificación urbana, siendo reemplazada por otra que pone los valores de mercado, como el árbitro y rector de las políticas de urbanización.
Así llegamos a la profundización de la exclusión y marginación de una importante población que habita las periferias de las grandes ciudades de Chile. Buscan hacer invisible a esa población, pues hace sombra sobre la ilusión de éxito del modelo neoliberal.
Los abuelos, hijos y nietos de esa parte olvidada de chilenos más pobres, sufrieron, generación tras generación, del mismo abandono, el mismo olvido, cuyo rostro lo podemos acreditar con los mismos rasgos de dolor y precariedad, en esas poblaciones violentada por el narcotráfico y la falta de oportunidad para sus jóvenes.
LAS TOMAS Y LA INMIGRACION.
Una misma necesidad viene a quejando a los jóvenes pobres de Chile, cuya tasa de desempleo es dos veces superior a la media, y a las generaciones de inmigrantes que por estos días ya van aproximándose, entre regulares e irregulares, al millón ochocientos mil personas, es decir casi el 10% del total de la población de Chile. No muy lejos de lo que alcanzó la marginalidad urbana en el año 1957, cuando se hace la primera toma de la chacra La Feria.
De toda esta migración más del 85% es joven en edad y precaria en su situación socio- económica.
Un 15% de esta migración pudo presionar al sistema formal de viviendas, lo que fue suficiente para escalar los precios de las mismas y los alquileres. De vivir hacinados, en una primera instancia, al llegar la pandemia se hallaron imposibilitados de pagar una renta por vivienda. De modo que gran número de inmigrantes debieron derivar a las tomas de terrenos, junto a esa gran masa de jóvenes chilenos que de vivir bajo el cobijo familiar se lanzaron a la vida independiente.
El Estado chileno no lo vio venir y se quedó confiado en sus políticas de vivienda social. Rápidamente cayeron en la cuenta que el traje de fiestas infantil les quedó muy estrecho para vestir la corpulencia de la nueva demanda.
Pero no tienen políticas alternativas. La IMAGINACIÓN fue clausurada hace 35 años. El modelo vigente es lo que hay y está atado y bien atado, por tanto, las políticas de mercado deben ser obedecidas sí o sí.
Por eso el ministro de vivienda trata de bajarle el precio a los propietarios en la toma de San Antonio, pero en calidad de comerciante, no de estadista.
Los pobladores quieren pagar, pero pueden hacerlo con precios marginales y no de mercado especulativo, como desean los propietarios.
La Constitución del 80 deja al Estado sin dientes, por tanto el derecho de propiedad, aunque sea una propiedad muy excedentaria a lo normal, se impone por sobre el derecho de propiedad del que la necesita básicamente para vivir.
Este mundo, que contradice al mismo Adam Smith, a John Locke, a Stuart Mill y a cualquier padre del liberalismo, se nos ha impuesto como cancelación del diálogo social. Es la doctrina de los amos, no de los ciudadanos libres; es la lógica del ”jódete si no puedes”, del “no estamos ni ahí”, cada uno es responsable de sí mismo. “La solidaridad es un robo” ( Milei), la sociedad no existe ( Thatcher).
Pero la alternativa existe, en medio de ese mundo de la precariedad extrema, podemos construir solidaridad. Como dijo el anarquista ruso Piotr Kropotkin…El motor de la evolución no es la lucha de los más fuertes, sino la solidaridad, y permitió al frágil humano imponerse por sobre las formidables bestias (“El apoyo mutuo” ,1902).
Hugo Latorre Fuenzalida






Felipe Portales says:
Muy interesante artículo. Pero no nos engañemos: El problema de los seis gobiernos de «centro-izquierda» que hemos tenido -tanto respecto de la vivienda como de la salud, previsión, educación, etc.- no ha sido su «falta de imaginación» o su «miedo» a hacer cambios sino su derechización total que los ha llevado incluso a profundizar el modelo neoliberal heredado de la dictadura. Son decenas ya los políticos, economistas, intelectuales y empresarios de derecha que han reconocido de modo muy elogioso la total derechización que experimentó el liderazgo concertacionista. Quizás el testimonio más elocuente lo dio el destacado cientista político de RN (y embajador en Italia de Piñera), Oscar Godoy, quien al preguntársele en «La Nación» en 2006 si observaba un desconcierto en la derecha por «la capacidad que tuvo la Concertación de apropiarse del modelo económico», respondió: «Sí. Y creo que eso debería ser un motivo de gran alegría, porque es la satisfacción que le produce a un creyente la conversión del otro. Por eso tengo tantos amigos en la Concertación; en mi tiempo éramos antagonistas y verlos ahora pensar como liberales, comprometidos en un proyecto de desarrollo de una construcción económica liberal, a mí me satisface mucho» («La Nación»;16-4-2006).
Ricardo says:
Es cierto que el derecho de propiedad divinizado es incompatible con el derecho a la vivienda, pero sobre la incidencia de la inmigración , ver, ( para el caso de EE UU.), de Michael Galant et al.: «Sanciones económicas como causa raíz de la inmigración » ; en Chile es igual, y si el público fuese informado de ello, cambiaría su hostilidad desde el inmigrante hacia el sancionador.