Poder y Política

Manouchehri desafía al poder: “Cuando tocas a los poderosos, estos reaccionan”

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El diputado socialista Daniel Manouchehri volvió a agitar las aguas políticas tras la aprobación, en el Senado, de la acusación constitucional contra el juez Antonio Ulloa, cuestionado por su vínculo con el abogado Luis Hermosilla y las denominadas “redes de influencia” del caso conocido como Muñeca Bielorrusa.
Pero la controversia que siguió a la votación se desplazó rápidamente desde el plano judicial al político, con una disputa pública que involucra directamente a la senadora Yasna Provoste (DC) y a la diputada Daniella Cicardini (PS), pareja del parlamentario socialista, ambas con aspiraciones al cupo senatorial por la Región de Atacama.

El comunicado y la acusación de “reacción de los poderosos”

En un extenso comunicado titulado “Cuando tocas a los poderosos, estos reaccionan”, Manouchehri defendió su rol en la acusación y denunció una “ofensiva política” en su contra:

“Chile dio un paso para desarmar una red de influencias que se ha movido en torno al Caso Hermosilla y a la Arista Bielorrusa. Presentamos esta acusación cuando muchos aseguraban que nunca nos atreveríamos, y salió adelante pese al lobby intenso en el Senado. Este es un triunfo de la democracia y de la valentía de quienes no se rinden frente a las presiones”.

Según el diputado, la reacción de algunos senadores durante la sesión habría revelado el alcance de esas tensiones:

“Durante mi intervención, la senadora Provoste lanzó insultos hacia mí y hacia la diputada Cicardini, quien además fue increpada por la senadora Loreto Carvajal. Más tarde, el senador Fidel Espinoza me insultó y amenazó con agresión física. Todo esto fue presenciado por otros parlamentarios”.

Manouchehri aseguró que lo relevante no eran los gritos, sino “los antecedentes que salieron a la luz”:




“Fue el propio juez Ulloa quien mencionó primero a la senadora Provoste al reconocer conversaciones informales con ella. Frente a esos antecedentes, mi deber era preguntar. Cuando uno pregunta por qué un juez reconoce conversaciones con una senadora, o por qué en una conversación entre Hermosilla y Ulloa se lee ‘Yasna cumplió’, no está haciendo campaña: está cumpliendo su deber”.

La respuesta del Senado y el contrapunto con Provoste

El diputado cuestionó además que el Senado censurara su intervención y eliminara del acta las referencias a la senadora Provoste, lo que calificó como una “defensa corporativa impresentable”:

“Chile tiene derecho a saber si existieron o no redes de influencia entre jueces, abogados y parlamentarios. Cuando el Senado borra los hechos del acta, no defiende la dignidad institucional; defiende los privilegios de una élite que teme ser investigada”.

En respuesta, Provoste anunció acciones legales contra Manouchehri por las alusiones, acusándolo de “utilizar el hemiciclo para hacer campaña” en favor de su pareja, la diputada Cicardini. La senadora señaló que el diputado “ensució una sesión solemne con ataques infundados” y que “la ética parlamentaria debe ser más fuerte que la ambición personal”.

Manouchehri replicó:

“En lugar de aclarar los antecedentes, la senadora ha optado por descalificar y desviar el foco. Farandulizar el tema hablando de ‘la pareja de’ es, además, una forma machista de intentar disminuir a una diputada que ha sido clave en esta investigación”.
Y agregó que la estrategia de Provoste busca “cambiar de tema” ante los nombres que aparecen en la trama bielorrusa, como “su antiguo asesor Aldo Cornejo”.

Escenario en Atacama: una disputa que trasciende lo judicial

El conflicto, aunque originado en la acusación al juez Ulloa, se lee también como un movimiento dentro del tablero electoral de Atacama, donde Cicardini y Provoste compiten, desde espacios distintos del oficialismo, por un cupo en el Senado.

Para el socialismo regional, la ofensiva contra las redes de poder en la justicia tiene un correlato político: la denuncia contra “las élites” puede servir de marco discursivo para una campaña que busca capitalizar el malestar con las viejas estructuras partidarias. Para la Democracia Cristiana, en cambio, la actuación de Manouchehri parece una jugada destinada a erosionar la figura de Provoste y a tensionar la convivencia interna del bloque oficialista.

La senadora, con años de arraigo territorial y presencia en el electorado más moderado de la región, representa la continuidad del eje tradicional de la DC en el norte chico. Cicardini, por su parte, encarna un perfil más joven, de base popular y alineado con el Frente Amplio y el socialismo renovado.
Lo que comenzó como un debate sobre un magistrado terminó, así, transformándose en una pulseada por el futuro político de Atacama.

Un conflicto que desnuda fracturas en el oficialismo

Lo ocurrido en el Senado dejó en evidencia una fractura política e incluso generacional dentro del oficialismo. La ofensiva de Manouchehri, el respaldo implícito de Cicardini y la respuesta airada de Provoste y Fidel Espinoza ilustran una disputa más profunda por el control de los espacios de poder regional y por el relato moral de la coalición.

Mientras Provoste insiste en que “las instituciones deben protegerse del populismo y la farándula política”, Manouchehri responde que “la verdadera farándula es la de los poderosos que se protegen entre ellos”.
Ambos discursos apelan a valores de probidad y justicia, pero desde perspectivas opuestas: la senadora busca preservar la autoridad institucional del Senado; el diputado, en cambio, plantea una batalla ética contra las élites judiciales y políticas.

El cierre del comunicado: desafío al poder establecido

En su declaración final, Manouchehri advirtió que no se dejará intimidar:

“No nos van a amedrentar ni con descalificaciones ni con acciones judiciales. Vamos a seguir empujando todas las investigaciones necesarias para que Chile tenga una justicia limpia, sin operadores, sin redes ocultas y sin impunidad. Aunque a los mismos de siempre les moleste”.

La frase resume el tono de un conflicto que, lejos de cerrarse, parece proyectarse hacia la campaña electoral que ya se asoma. En el horizonte, la disputa por la senaturía de Atacama no será solo un enfrentamiento entre dos candidaturas, sino entre dos narrativas: la de la estabilidad institucional que encarna Provoste y la de la confrontación con el poder que representa el eje Manouchehri–Cicardini.

En esa pugna, más que los tribunales, será el electorado quien dicte el veredicto final.



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