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La conexión Poduje–trolls: la máquina sucia del comando de Kast queda al descubierto

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La campaña presidencial que encabeza José Antonio Kast acaba de sufrir un nuevo golpe, no por una denuncia de la izquierda ni por un error del candidato, sino por una filtración interna: un reportaje de CIPER  expone, por primera vez, un vínculo directo entre miembros del comando republicano y un ecosistema de cuentas “troll” dedicadas a la desinformación política, el acoso digital y la guerra sucia en redes sociales.

El protagonista inesperado es Iván Poduje, arquitecto, exaspirante a alcalde de Viña del Mar y figura central del equipo programático de Kast. Durante meses, Poduje sostuvo conversaciones privadas con algunas de las cuentas anónimas más agresivas de la ultraderecha digital: Dress (@DRESTRUM__Pl), TOKY (@canserbero73), Politica2 (@Politica2chile) y Camilo (@camilo_anania). Todas ellas han difundido contenido falso, ataques coordinados y campañas de odio contra las candidatas Jeannette Jara y Evelyn Matthei, además del gobierno.

Por primera vez hay evidencia concreta, con capturas y mensajes directos. Y el relato que surge es inquietante: un comando presidencial que convive, se coordina y recibe información de operadores anónimos que se presentan como “infiltrados” en grupos de adversarios políticos, que ofrecen “advertencias”, que amplifican contenidos, que distribuyen documentos y elaboran campañas de difamación.

Lo que la derecha llamó “debate público” se parece cada vez más a una estructura clandestina de manipulación.





“Tenemos un café pendiente”

El episodio más simbólico ocurrió en junio de 2024. Dress, uno de los trolls más conocidos del circuito republicano, le escribió a Poduje para advertirle que lo atacarían “con todo”. Y añadió un detalle que delata una relación de cooperación: decía contar con “personas infiltradas en grupos frenteamplistas”.

Poduje no solo agradeció —algo que sería entendible— sino que respondió:

“Tenemos un café pendiente”.

Ese es el punto de quiebre: no se trata de un intercambio casual, sino de un vínculo personal, normalizado, entre un actor político real y un operador anónimo que participa activamente en campañas de manipulación informativa.

El arquitecto luego intentó justificarlo ante CIPER con un “es un decir”. Pero lo cierto es que en la conversación cotidiana de alguien que opera al más alto nivel en un comando presidencial, “tenemos un café pendiente” no es un “decir”. Es un gesto, una señal, un puente.


Desinformación amplificada desde adentro

CIPER constató además que Poduje recibía y replicaba contenidos generados por estas cuentas. El caso más claro ocurrió en mayo de 2024, cuando compartió una orden de compra del Ministerio de Agricultura destinada a El Ciudadano, insinuando un financiamiento encubierto. Horas después, Dress publicó el mismo documento —en idéntica línea discursiva— y logró más alcance.

Luego, el troll le envió en privado más material. Poduje respondió: “Gracias por la info!”.

¿Es “coloquial”, como él afirma? No, es parte de un circuito de retroalimentación: los trolls entregan piezas, el comando las amplifica, los trolls reimpulsan. Una máquina.

Esta estructura informal es, en la práctica, un aparato de comunicación paralela, sin responsabilidad institucional ni límites éticos, que opera con métodos no declarados: manipulación, acoso, difusión de mentiras y amplificación emocional.


Ataques a Jara, Matthei y la prensa: el menú completo

Esta red no solo apuntó contra Jeannette Jara, candidata oficialista, sino también contra Evelyn Matthei, la principal figura de la derecha tradicional. La guerra interna republicana se ha librado en silencio, pero ahora queda claro que ciertos sectores del kastismo no han dudado en usar cuentas anónimas para debilitar a sus adversarios internos.

Uno de los mensajes más graves proviene de TOKY, quien le dijo a Poduje que “el hermano de Jara está detrás de nosotros”, en referencia a una información falsa que circuló tras un reportaje de Chilevisión sobre trolls de derecha. CIPER constató que Poduje había recibido esa desinformación.

Todo esto mientras el propio arquitecto participaba activamente en el equipo programático de Kast.

En plena campaña presidencial.

En la sombra.

Al mismo tiempo que las cuentas trolls difundían amenazas, memes, injurias y acusaciones falsas contra dos candidatas mujeres.


La derecha que juega al límite del delito

La excusa estándar de la ultraderecha es que “en Twitter todos hablan con todos”. Pero esto no es “hablar”: es recibir insumos políticos, coordinar narrativa, amplificar ataques y establecer canales de confianza con actores anónimos que realizan actividades que podrían cruzar el umbral de lo ilegal.

La fiscal regional de Valparaíso, Claudia Perivancich, ya investiga estas redes de acoso y desinformación.

Aquí aparece un dilema mayor: ¿qué tipo de poder busca construir Kast si su comando convive con operadores digitales que manipulan información, difaman y se infiltran en grupos políticos rivales?

En democracia, los comandos deben dialogar con partidos, movimientos sociales, gremios, ciudadanos. No con cuentas anónimas que se jactan de tener infiltrados, que distribuyen información falsa y que instalan campañas de odio.


Una máquina política que se esconde tras el anonimato

El comando republicano ha construido durante años una imagen de “orden”, “disciplina” y “fuerza moral”. Pero lo que emerge de los mensajes es otra cosa: una subestructura de guerra sucia, similar a los aparatos digitales Bolsonaro en Brasil, Milei en Argentina o Trump en Estados Unidos.

El denominador común: operadores anónimos que atacan, desinforman, polarizan y destruyen reputaciones mientras la dirigencia formal finge distancia.

En palabras de Poduje:

“No, nadie sabe. Es totalmente secreto”.

Esa frase lo resume todo: la campaña funciona con un doble estándar. Lo que se muestra no es lo que opera. Lo visible es un programa; lo invisible, un aparato.


Un síntoma de algo más profundo

Este escándalo no se reduce a un arquitecto imprudente ni a un grupo de cuentas tóxicas. Es la consecuencia natural de una ultraderecha que concibe la política como guerra: sin reglas, sin ética, sin límites.

La pregunta ya no es si Kast sabía o no. La pregunta es:

¿Puede un demócrata defender la infiltración, la manipulación y la guerra sucia como herramientas legítimas de campaña?

Lo que CIPER expone no es un detalle: es el esqueleto de una estructura de propaganda que funciona en paralelo a las instituciones, sin transparencia y sin rendición de cuentas.


La democracia frente al espejo

Los chilenos tienen derecho a saber si la contienda electoral está siendo intervenida por redes de operación encubierta que influyen en la conversación pública y atacan a candidatas mujeres en plena carrera presidencial.

Si los comandos políticos normalizan estas prácticas, la democracia deja de ser un espacio de deliberación y se convierte en un campo de batalla regido por algoritmos, trolls y cuentas ocultas.

Este reportaje es una alerta.

Una advertencia.

Una señal de que el país está entrando a una zona oscura donde la ultraderecha opera con rostro doble: uno que sonríe en la franja y otro que golpea desde la sombra.

La pregunta es si la ciudadanía está dispuesta a aceptar que un eventual gobierno se construya con los métodos del anonimato y la mentira.

Por ahora, la evidencia habla sola.
Y la sombra comienza a tomar forma.

Simón del Valle



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Simon Del Valle

Periodista

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