
La izquierda vive su peor derrota en 50 años”: el análisis implacable de Gustavo Burgos tras la elección presidencial
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La jornada electoral dejó un terremoto político cuya intensidad recién comenzamos a dimensionar. Con un panorama dominado por la derecha y una votación oficialista que no superó el 26%, la candidatura de Jeannette Jara pasó a segunda vuelta, pero completamente debilitada. Para el abogado Gustavo Burgos, director del portal El Porteño, lo ocurrido no solo es una derrota: es el inicio de un nuevo ciclo político donde la izquierda institucional queda reducida a su mínima expresión.
Entrevistado por el canal internacional Russia Today (RT) desde las afueras de La Moneda, Burgos no elude el diagnóstico: lo que Chile presencia es un derrumbe histórico, “una de las derrotas políticas y electorales de mayor envergadura de la izquierda en los últimos 50 años”, afirma. No es un traspié táctico, ni un accidente producto de errores de campaña. Para él, es la consecuencia lógica de cuatro años de desorientación, pérdida de identidad y capitulación programática del progresismo frente a la agenda de seguridad y del orden.
A continuación, un desarrollo detallado del análisis del abogado, que no deja espacio para autoengaños ni lecturas complacientes.
Un quiebre histórico: el fin del equilibrio izquierda-derecha
Burgos parte por un dato estructural: desde el retorno a la democracia, Chile mantuvo un equilibrio relativo entre izquierdas y derechas. Las correlaciones variaban, pero la estructura bipolar sobrevivía. Hasta hoy.
“Esto se quebró”, señala. Y las cifras lo muestran con brutal claridad: cerca del 70% de las opciones electorales votadas en esta presidencial pertenecen a proyectos de derecha, desde el pinochetismo duro a los populismos neoliberales, incluyendo al candidato Franco Parisi, que para Burgos encarna una derecha “esquiva, populista”, pero derecha al fin.
En ese escenario, el 26% obtenido por Jara “debe considerarse un resultado realmente desastroso”. No hay matiz posible. No es un éxito haber pasado a segunda vuelta. Es, en cambio, la evidencia del “inicio de un nuevo ciclo político”, donde la izquierda institucional queda reducida al mínimo, sin capacidad de disputar hegemonía y convertida en administradora del orden neoliberal.
Una izquierda sin identidad y un gobierno sin fuerza
El segundo elemento crítico del análisis de Burgos se centra en el papel del oficialismo. Para él, la derrota no es solo electoral: es ideológica y moral. Y tiene nombres propios.
Gabriel Boric reaccionó al resultado diciendo que esperaba “que gane el mejor”, una frase que para Burgos evidencia desconexión total con la dimensión histórica del momento. No se trata —dice— de comentar un partido de fútbol. Se trata de un quiebre político profundo que deja al gobierno “en irrelevancia total”.
Pero la desconexión no termina ahí. Burgos apunta también a las declaraciones de Jara tras pasar al balotaje. La candidata insinuó que recogerá “los mejores planteamientos” de Evelyn Matthei y Franco Parisi, una señal que el abogado califica como “políticamente desesperada y confusa”, reflejo de una identidad diluida que el electorado ha castigado severamente.
“La izquierda —sentencia— ha perdido toda referencia de clase y toda perspectiva transformadora. No existe ni siquiera una izquierda reformista coherente.”
El fenómeno Parisi: síntoma de la crisis, no alternativa
La irrupción de Franco Parisi es uno de los datos centrales de la elección. Burgos, sin embargo, pide evitar la sobreinterpretación. No se trata de un “nuevo liderazgo” ni de un proyecto emergente que haya captado una demanda inédita. Su votación, afirma, expresa sobre todo la crisis del pinochetismo tradicional y el derrumbe del discurso institucional de Chile Vamos.
La candidatura de Parisi —dice— debe leerse en el marco de los “populismos neoliberales” que han emergido en el mundo, desde Éric Zemmour a Javier Milei, con retóricas antisistema que finalmente sirven a los intereses del gran capital.
Pero lo clave es que su electorado no es “ni de izquierda ni anti-derecha”: es un electorado moldeado por el sentido común neoliberal, que puede migrar sin dificultad hacia Kast.
Una derecha unificada por el pinochetismo
Al analizar a los tres candidatos de derecha —Kast, Matthei y Kaiser— Burgos elimina cualquier ilusión de diversidad ideológica. Para él, son expresiones distintas de un mismo tronco histórico: el pinochetismo.
“Las tres candidaturas se reclaman del pinochetismo más tradicional”, subraya. Matthei por su biografía familiar; Kast por su trayectoria política; Kaiser por su reivindicación explícita del Golpe y la dictadura.
Lo decisivo es que estas tres líneas no disputan proyectos distintos: son variantes de una misma derecha autoritaria que ha logrado reinstalar su agenda sin contrapeso.
Seguridad, represión y el triunfo del punitivismo
Uno de los puntos centrales del análisis de Burgos tiene que ver con la tematización de la seguridad durante el gobierno de Boric.
Para él, la derecha no ganó hoy. La derecha ganó durante los últimos cuatro años, cuando el gobierno asumió como propia una agenda de seguridad basada exclusivamente en la represión.
El socialismo histórico —recuerda— concebía la seguridad como “seguridad social”, resultado del acceso a derechos, bienestar y dignidad. Pero en la campaña de Jara, y en el discurso del gobierno, la seguridad fue encerrada en una narrativa punitivista, penal, policial.
“Como si todos los problemas del país —explica— pudieran resolverse mediante la represión: delincuencia, inmigración, pobreza, descontento social.”
Ese encuadre de la discusión pavimentó, según Burgos, la victoria aplastante de la derecha.
Una candidata sin horizonte y un balotaje cuesta arriba
¿Tiene opciones Jeannette Jara en la segunda vuelta?
Burgos es categórico: casi ninguna.
La situación actual —dice— es exactamente inversa a la de Boric hace cuatro años. Boric llegó al balotaje respaldado por una ola social y por un gobierno derrotado. El clima era de cambio y movilización.
Hoy ocurre lo contrario: Jara representa la continuidad de un gobierno desgastado, sin narrativa y sin capacidad de movilizar a sus bases. “Está recibiendo el castigo político de la derrota política de este gobierno”, sostiene.
Si bien recuerda que en política nunca es posible hacer afirmaciones absolutas, su diagnóstico es firme: “todo indica que el próximo presidente de la República sería José Antonio Kast”.
Un nuevo ciclo sin izquierda
La lectura de Gustavo Burgos es tan dura como lúcida: Chile entró en un nuevo ciclo político caracterizado por la hegemonía de la derecha y la desaparición programática de la izquierda tradicional.
Sin un proyecto de clase, sin un horizonte reformista y sin capacidad de disputar sentidos comunes, el progresismo queda reducido a administrar la agenda de sus adversarios. La derrota electoral solo confirma una derrota más profunda: la derrota ideológica.
El país que emerge de estas elecciones es uno donde el neoliberalismo —en sus versiones liberal, autoritaria o populista— ocupa prácticamente todo el espectro político. Un país donde la izquierda, por primera vez desde 1990, deja de ser alternativa.
Ese es el mensaje que, con crudeza y precisión, entrega Burgos. Y no es un mensaje cómodo. Pero sí uno imprescindible para entender el momento político que vive Chile.
Simón del Valle






Felipe Portales says:
La izquierda en Chile hace décadas que desapareció producto de la completa derechización del liderazgo de la «centro-izquierda». Algunos todavía creen que puede ser de izquierda quien le regala a Ponce Lerou la mitad del litio de Chile hasta 2060; o que le regala más de mil millones de dólares a las Isapres salvándolas de la quiebra y permitiendo que sus cotizantes hayan sido despojados de sumas equivalentes…
Serafín Rodríguez says:
Se diga lo que que se diga, el hecho es que hemos sido incapaces de organizar un auténtico movimiento de izquierda con fuerte base social y clara conciencia de clase.
Pier Paolo Marzo R says:
Se puede hacer eso alrededor de Jeanette Jara