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Estados Unidos reaviva la fábula del “Cartel de los Soles” mientras despliega su poder militar en el Caribe

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Las tensiones entre Washington y Caracas volvieron a escalar después de que Marco Rubio, secretario del Departamento de Estado de EE.UU., insistiera nuevamente en la existencia del supuesto “Cartel de los Soles”, calificándolo incluso de organización terrorista. La respuesta del Gobierno venezolano fue directa: se trata —otra vez— de “una infame y vil mentira”, una narrativa reciclada para justificar agresiones políticas, diplomáticas y militares contra Venezuela. La secuencia es conocida, y su objetivo también: preparar el terreno para un cambio de régimen bajo el clásico libreto estadounidense.

El comunicado oficial de Caracas no deja espacio a matices. La acusación, sostiene, es “una nueva y ridícula patraña” destinada a fabricar el pretexto perfecto para una intervención ilegítima e ilegal. Según el Gobierno bolivariano, este tipo de maniobras siempre han fracasado por su falta de sustento y por el rechazo firme de los países de la región, que reconocen en estas acciones un eco de la vieja doctrina intervencionista que Estados Unidos ha aplicado durante más de un siglo en América Latina.

Un portaaviones frente a Venezuela: el verdadero escenario

La ofensiva discursiva de Rubio no puede leerse de manera aislada. Llega en un momento en que Estados Unidos ya no solo despliega acusaciones, sino también hardware militar. Desde hace más de dos meses, la Casa Blanca ha ejecutado un despliegue militar masivo en el Caribe, cuyo componente más llamativo es el portaaviones Gerald Ford, acompañado de un submarino nuclear, miles de misiles y un importante contingente de efectivos.

El pretexto oficial: combatir el narcotráfico.
La realidad, según Caracas y múltiples analistas regionales: consolidar la presión militar para forzar un cambio político en Venezuela.




El argumento del combate a las drogas, además de débil, es desmentido por los propios datos de EE.UU.: el 80 % del tráfico de drogas hacia ese país circula por el océano Pacífico, no por el Caribe. Y mientras Washington lanza acusaciones, Venezuela exhibe incautaciones récord de cargamentos ilícitos. La evidencia apunta en otra dirección: no se trata de luchar contra el narcotráfico, sino de reconstruir la narrativa del “narco-Estado” para erosionar la legitimidad internacional del gobierno venezolano.

El “Cartel de los Soles”: una fábula útil para justificar agresiones

El Gobierno de Nicolás Maduro recuerda que esta historia no es nueva. La narrativa del “Cartel de los Soles” ha sido utilizada en múltiples ocasiones para promover sanciones, sabotajes diplomáticos, amenazas militares y operaciones encubiertas. Incluso exfuncionarios y mercenarios han reconocido públicamente el rol de agencias estadounidenses —incluida la CIA— en la creación y difusión de esa fábula.

Lo que ahora Rubio hace, afirma Caracas, es reeditar una mentira que ya no sorprende a nadie, pero que sigue siendo útil para quienes buscan un pretexto de agresión. La acusación es absurda, sostiene el Gobierno venezolano, y solo obliga al país a responder “infamias y calumnias” en momentos donde su población se encuentra concentrada en las festividades de fin de año y en la normalidad de la vida nacional.

Una amenaza real a la paz regional

El despliegue militar estadounidense no solo tensiona la relación bilateral; también pone en riesgo la estabilidad de América Latina. La operación liderada desde el Caribe ya acumula un registro grave: más de 80 ejecuciones extrajudiciales cometidas por fuerzas estadounidenses, tanto en el Caribe como en el Pacífico.

Washington no intercepta embarcaciones sospechosas, como establece el derecho internacional. Las destruye. Y asesina a sus tripulantes. Una práctica que viola de forma flagrante los principios básicos del derecho a la vida, la proporcionalidad y las convenciones marítimas internacionales. Países del Caribe y del continente han manifestado su preocupación por una estrategia militar que parece más orientada a consolidar presencia geopolítica que a resolver el problema —doméstico— del consumo de drogas en EE.UU.

Mientras la Casa Blanca despliega portaaviones y submarinos nucleares, no existe una política seria para enfrentar las causas internas del narcotráfico: el elevado consumo de drogas dentro de Estados Unidos y el poder económico de los carteles que operan dentro de su propio territorio. Es más sencillo señalar a Venezuela que abordar sus propias fallas estructurales.

La región observa: ¿una nueva era de intervencionismo?

Las declaraciones de Caracas resuenan en un continente marcado por una larga historia de intervenciones, golpes de Estado y operaciones encubiertas impulsadas desde Washington. Para muchos gobiernos latinoamericanos, este despliegue militar remueve fantasmas que creían superados.

Venezuela advierte que EE.UU. “carece de legitimidad moral para acusar a otras naciones”, especialmente cuando ejecuta políticas que agravan la inestabilidad regional y erosionan la paz. La presencia de armamento de gran escala, sumada a operaciones letales fuera del marco legal, no solo amenaza a Venezuela, sino a todos los países del Caribe, cuyas aguas se han convertido en escenarios de operaciones militares ajenas a los intereses de la región.

Entre amenazas externas y cohesión interna

El comunicado del Gobierno venezolano concluye enfatizando algo que considera fundamental: la unidad nacional. Asegura que pese a las amenazas y acusaciones, el pueblo venezolano se mantiene cohesionado, activo y preparado para resguardar la paz y los intereses de la República. Y cita a Simón Bolívar:
“La paz será mi puerto, mi gloria y mi recompensa”,
como reafirmación de su compromiso con la soberanía y como advertencia a quienes intentan quebrarla desde fuera.

Venezuela ha enfrentado sanciones económicas, intentos de golpes, bloqueos financieros, operaciones encubiertas y campañas de difamación mediática. Pero el despliegue militar actual —con portaaviones y submarinos nucleares frente a sus costas— inaugura una fase más peligrosa de presión abierta, que podría derivar en una escalada de grandes consecuencias para la región.

La pregunta que sobrevuela América Latina es tan antigua como vigente:
¿volverá Estados Unidos a utilizar el pretexto del narcotráfico —o cualquier otra fábula conveniente— para justificar una intervención en un país soberano?

Por ahora, lo que parece claro es que Washington no renuncia a su lógica de imposición, y que Caracas, como tantas veces en su historia, se prepara para resistir.

Fuente. Telesur y Redacción



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