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Chile en el nuevo tablero global: un documento que abre el mapa oculto de la elección

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El documento “Elección de Chile: El nuevo tablero geopolítico”, del académico José Miguel Arteaga, es una de las reflexiones políticas más sugerentes y profundas que han circulado en esta recta final hacia el balotaje presidencial del 14 de diciembre. No solo analiza la contingencia electoral inmediata; propone leer esta disputa en clave histórica, estructural y geopolítica, algo que la discusión pública chilena suele relegar o simplificar.

Arteaga entrega un diagnóstico que rebasa el binomio Jara-Kast para situar a Chile dentro de un reacomodo internacional mayor, una mutación lenta pero decisiva del orden hemisférico. El texto —una conversación extensa, argumentada y provocadora— merece ser leído porque conecta la coyuntura electoral con las líneas de fuerza globales que ya están modelando la política del continente, desde Washington hasta el Caribe, desde Beijing hasta los BRICS.


Una elección que ya no cabe en sus fronteras

El autor parte del escenario inmediato: un balotaje estrecho, con un electorado fragmentado y con un resultado abierto. Pero muy pronto propone un giro: la elección no se juega solo en Chile. La correlación de fuerzas regionales y globales anticipa tensiones que afectarán directamente a cualquier próximo gobierno.

En el texto se examinan las consecuencias de un eventual triunfo de José Antonio Kast: la fractura interna de la derecha entre sectores ideológicos y sectores pragmáticos; el rol decisivo del Parlamento; la reconfiguración de la oposición de izquierda entre unidad táctica y diferencias doctrinarias; y el inevitable reposicionamiento del país frente a Estados Unidos, China y los nuevos polos de poder.





Trump, Milei, China y el Caribe: el nuevo eje que atraviesa a Chile

Uno de los aportes más llamativos del documento es la lectura integrada del ascenso de Donald Trump, la influencia de Javier Milei y la creciente gravitación de China, Rusia y los BRICS en América Latina. Arteaga sostiene que estos vectores conforman un nuevo ecosistema de poder que obligará a Chile —y particularmente a un eventual gobierno de Kast— a navegar en aguas contradictorias:

  • Estados Unidos presionará por un alineamiento duro contra China.

  • China es el principal socio comercial del país y cualquier distancia tendría costos económicos severos.

  • Milei empuja a Kast hacia un radicalismo ideológico que la derecha tradicional chilena difícilmente puede sostener.

  • La tensión con Perú y la retórica nacionalista pueden convertirse en herramientas internas para cohesionar a la derecha y disputar el centro.

Es un análisis donde la geopolítica deja de ser un telón de fondo para transformarse en el motor silencioso de las decisiones nacionales.


La izquierda frente a su propio laberinto

El documento entra también en un terreno espinoso: las tensiones no resueltas dentro de la izquierda chilena respecto a Cuba, Venezuela y Nicaragua. Arteaga argumenta que esta indefinición —histórica, emocional y estratégica— es un talón de Aquiles que la derecha y la prensa hegemónica utilizan como arma permanente.

Pero introduce un punto crucial: el mundo multipolar que emerge podría aliviar la presión que llevó a estos proyectos a gobernar en modo defensivo, abriendo la posibilidad de recuperar espacios de mediación, diálogo y construcción de hegemonía. Es decir, ya no solo resistir, sino disputar sentido y consenso.


Un texto que entiende que el poder ya no se juega solo en La Moneda

La conversación recuperada en este documento es valiosa porque rescata la dimensión estructural del poder, dialogando con Hegel, Byung-Chul Han y Gramsci, pero siempre aterrizada en la política latinoamericana. La tesis es clara:
la lucha por el poder en Chile no se decide solo en la urna, sino en el campo ampliado donde chocan fuerzas globales, intereses económicos continentales y memorias históricas que siguen marcando a los pueblos.

El documento de Arteaga no ofrece recetas fáciles. Pero sí plantea una idea esencial para entender este balotaje y lo que viene:

Chile tendrá que posicionarse en un mundo donde ya no existe un hegemón único. La política nacional volverá a ser política internacional.

En tiempos donde la discusión pública se empobrece en consignas, este texto devuelve profundidad y contexto. Una lectura indispensable para comprender no solo el 14 de diciembre, sino la década que ya comenzó a escribirse.

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  1. «Definirse claramente frente a Cuba y Venezuela» es simple: No puede haber elecciones democráticas en países sometidos a bloqueos o sanciones foráneas extremas («Castigos colectivos» , prohibidos expresamente por el derecho internacional, cf. Jeffrey Sachs et al.)
    ; hoy nadie exige a Ucrania que haga elecciones , y su economía ha resultado menos afectada que la de Venezuela, país que además ha sufrido 40 mil muertes sólo el año 2019 , debido a ellas ; cf.»Sanciones económicas como castigo colectivo …» del referido Jeffrey Sachs ( que estuvo en Chile hace pocos meses , en la U Católica, y ¡ nadie! le preguntó sobre el tema). Levántense esas sanciones primero, hasta eliminarse sus efectos y luego podrá haber elecciones democráticas.

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