
La elección que aún no está escrita: la última semana para evitar el abismo
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Faltan pocos días para una elección trascendental. Parece estar todo dicho, pero en la realidad actual impregnada por la tecnología y el carácter líquido y volátil de sus determinaciones, pueden estar por decidirse cuestiones básicas que moverán la aguja de la gran final en una u otra dirección.
Faltan algunos momentos claves. Entre ellos un evento no menor: el debate Anatel de la segunda vuelta presidencial. Será el último “cara a cara” que enfrentará a Jeannette Jara y José Antonio Kast. Ya sabemos lo que ocurrió en el anterior y la evaluación de La Tercera: Jara ganó con un 81,0% contra un 19,0% de Kast.
Surgió la pregunta ¿La evaluación del diario fue meditada y objetiva poniendo en alerta al candidato de no repetir los graves errores de su performance porque no estaba descartada su derrota, o fue la advertencia de un grupo poderoso que advertía al candidato que de triunfar tendrá que tener muy en cuenta sus bases de apoyo y que no las podrá ignorar sin graves consecuencias?
Aunque toda la prensa de élite y los numerosos think tanks de la derecha vienen sosteniendo que el triunfo de Kast no sólo es seguro sino que será abrumador, afirmación dudosa orientada a sembrar pesimismo y desmovilizar a los potenciales votastes de Jara, lo cierto es que el debate Anatel podría ser un hito clave para decidir en un escenario incierto un Todo o Nada para cualquiera de los dos candidatos.
Cabe la pregunta ¿Será tan así? ¿Porqué tan a contracorriente decimos que la elección aún sigue abierta? La idea se afirma en una base indiscutible de la física social que impera en las sociedades tecnológicas de hoy. Se puede decir con certeza no sólo que estamos en realidades de profunda incertidumbre donde los paradigmas que las constituyen están cuestionados de mil maneras, sino que la física social de hoy ya debe ser pensada no en los modelos de la física clásica sino en la física cuántica, algo más difícil de captar, pero indispensable para comprender los ecosistemas que nadan en sus aguas y los ritmos y tiempos en que ellos se desplazan. No podemos hablar de velocidad de los cambios sociales ni intuir lo vertiginoso que pueden ocurrir en escenarios polarizados de alta tensión sin pensarlos en los marcos de la física de última generación.
Ya no podemos hablar como antes de estabilidad de estructuras e instituciones. Se hace imposible cuando tratamos de encontrar las categorías adecuadas para la física y la química del imaginario colectivo, cuando tratamos de comprender los flujos simbólicos, las corrientes de datos e información, los impactos, influencias, códigos y encriptados, las lecturas posibles y necesarias. La semántica social y en especial del lenguaje popular deben entenderse como sistemas y corrientes cuánticos ondulatorios donde cada palabra, consigna, spot o video, cada átomo de información marca un territorio y su área de influencia de forma híbrida, determinista y probabilística, lo que hace difícil su interpretación. El vacío de información desapareció marcando un antes y un después desde el descubrimiento de la imprenta. El vértigo del reemplazo y el colapso de toda interpretación es el canon y la norma. ¿En este escenario qué podemos dar por seguro, estable, indiscutible?
Cuando la derecha con su enorme capacidad para definir los espacios cinéticos y cibernéticos, cuando afirma y trata de consolidar la certeza del triunfo de Kast, cuando oculta y esconde los secretos de sus diferencias internas y sus conflictos de poder, cuando trata de naturalizar esta maniobra política como realidad del sentido común, no podemos dejar de admirarnos de su dominio de las tecnologías de comunicación, pero también de la base de engaños graves que busca ocultar.
¿Qué conclusiones sacamos? 1. Reconocer que el piso que sentimos como lo real del sentido común es una construcción del imaginario producido por los poderosos aparatos de la dominación. 2. Que la elección que tenemos al frente no está decidida; está abierta como muchas otras cosas de gran interés en nuestro país. 3. Que de triunfar la derecha habrá una lucha soterrada entre sus grupos de poder, asunto de mucha importancia para lo que sería su oposición. 4. Que la izquierda, gane o pierda, tiene por delante una tarea prioritaria: ponerse al día en todo lo necesario para pensar lo real, sin dogmas ni consignas, con crudeza, atento a Chile y al mundo, con todas las herramientas que la tecnología pone a su disposición.
José Miguel Arteaga






Felipe Portales says:
Y además, los dados están echados: ¿Será 60-40, descontando nulos y blancos?…
Serafín Rodríguez says:
El eventual gobierno de Jara o Kast no va a ser en nada distinto de los otros de postdictadira.