Poder y Política Trabajo

El plan laboral de Kast: una ofensiva patronal que busca disciplinar a la clase trabajadora

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La Asociación Intersindical de Trabajadores y Trabajadoras Clasistas (AIT) emitió una dura declaración pública frente al plan laboral anunciado por el futuro gobierno de José Antonio Kast. El diagnóstico es categórico: no se trata de una batería de ajustes técnicos ni de reformas administrativas aisladas, sino de una ofensiva estructural del capital contra el trabajo, orientada a profundizar la explotación, debilitar la organización sindical y consolidar la dominación del empresariado sobre la fuerza laboral.

Según la AIT, el programa laboral de Kast no constituye una anomalía dentro del modelo chileno, sino su radicalización más explícita. Lejos de representar una ruptura, el proyecto recoge y profundiza las lógicas que han sido administradas por distintos gobiernos durante décadas, aunque ahora sin los matices discursivos ni los eufemismos que caracterizaron a etapas anteriores. Kast —señalan— dice en voz alta lo que el bloque dominante siempre ha buscado: transferir todos los costos de la crisis y de la acumulación al trabajador.

Uno de los ejes más cuestionados es la propuesta de indemnización por despido financiada con ahorros individuales. Para la organización sindical, esta fórmula constituye una expropiación encubierta: el despido deja de ser responsabilidad del empleador y pasa a ser un problema que el propio trabajador debe solventar con sus recursos. En los hechos, se legaliza el despido libre, barato y permanente, instalando la precariedad como norma y no como excepción.

La AIT advierte que esta medida no es solo económica, sino profundamente política. Busca naturalizar la inestabilidad laboral, imponer el miedo como forma de control social y reforzar la idea de que cualquier empleo —por precario que sea— debe ser aceptado con gratitud. La amenaza constante del despido se transforma así en un dispositivo de disciplinamiento de la clase trabajadora.




Otro componente central del plan es la llamada flexibilidad laboral, expresada en contratos por horas, jornadas parciales y la supuesta “libertad de pacto” entre trabajador y empleador. Desde la AIT se denuncia que esta retórica encubre una relación estructuralmente desigual, donde hablar de acuerdos libres resulta una ficción funcional al patrón. La flexibilidad no responde a las necesidades de quienes viven de su trabajo, sino a la lógica de maximizar la rentabilidad del capital.

Esta flexibilidad cumple, además, una función estratégica: desarmar a la clase trabajadora. La fragmentación de horarios, contratos y espacios laborales dificulta la comunicación entre trabajadores, debilita la organización sindical y aísla a cada persona frente al empleador. La precarización, en este sentido, no es solo una condición material, sino un mecanismo para impedir la acción colectiva.

La declaración también pone el foco en el rol del Estado, particularmente en la reducción de las atribuciones de la Dirección del Trabajo. Para la AIT, esta medida confirma que el Estado —en su forma actual— no está diseñado para proteger a quienes viven de su fuerza laboral, sino para garantizar la reproducción del orden existente. La fiscalización solo es tolerada mientras no afecte la rentabilidad empresarial; cuando se vuelve incómoda, se la debilita o neutraliza.

El resultado previsible es una mayor impunidad patronal, especialmente en los sectores más vulnerables del mercado laboral. La ausencia de control estatal profundiza prácticas abusivas ya extendidas, consolidando un escenario donde los derechos existen más en el papel que en la realidad cotidiana.

En materia previsional, la AIT denuncia que el fortalecimiento del sistema de AFP reafirma un modelo basado en el saqueo prolongado del salario, incluso después del término de la vida laboral. El trabajador financia su propia vejez mientras el capital financiero se apropia de esos recursos para su acumulación. No se trata de garantizar pensiones dignas, sino de asegurar negocios estables a costa de la miseria futura de millones de personas.

La organización sindical subraya que este plan laboral no puede analizarse de manera aislada. Es la expresión más cruda de un proyecto que otros sectores políticos han administrado con un lenguaje más amable, pero con resultados similares. Su avance ha sido posible —afirman— gracias a años de desmovilización, promesas incumplidas y llamados a confiar en instituciones que, en la práctica, operan al servicio de los dueños del país.

En este punto, la AIT también dirige críticas hacia quienes, en el nuevo escenario político, intentarán presentarse como alternativa frente a Kast. A su juicio, muchos de esos actores son los mismos que administraron la precariedad durante años, debilitaron la organización sindical y canalizaron el descontento hacia salidas institucionales inofensivas para el poder económico.

Desde una perspectiva clasista, la declaración es tajante: no existe una salida real para la clase trabajadora dentro de este modelo de explotación. Ninguna reforma parcial ni cambio de administración resolverá las condiciones materiales de fondo. Frente a la ofensiva patronal que representa el plan laboral de Kast, la única respuesta posible es el rearme político de las y los trabajadores.

Esto implica reconstruir sindicatos clasistas y combativos, coordinar a trabajadores de distintos sectores y estar dispuestos a confrontar tanto a los intereses de la clase dominante como al sindicalismo burocrático, que —advierte la AIT— intentará cooptar nuevamente al movimiento obrero para subordinarlo a futuros proyectos electorales del reformismo.

“La precariedad y la explotación continúan”, concluye la declaración. En ese escenario, la AIT plantea que la tarea histórica sigue siendo la misma: organización, conciencia de clase y lucha colectiva.

Asociación Intersindical de Trabajadores y Trabajadoras Clasistas (AIT)
Diciembre de 2025



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