
Derrota electoral y rearticulación popular: el Partido Comunista ante el nuevo ciclo político
Tiempo de lectura aprox: 3 minutos, 4 segundos
La derrota de Jeannette Jara en la segunda vuelta presidencial del 14 de diciembre no fue un accidente ni un episodio aislado. Así lo reconoce con claridad el Informe del X Pleno del Comité Central del Partido Comunista de Chile, documento que asume el revés como la expresión política de un ciclo histórico que se cierra y de otro —más incierto, más áspero— que comienza con el triunfo de la ultraderecha. Lejos de las explicaciones complacientes o de las lecturas morales sobre el electorado, el PC opta por un diagnóstico político de fondo, donde la clave no está solo en lo electoral, sino en la debilidad acumulada del tejido social organizado.
El informe parte por una constatación dura: la llegada de José Antonio Kast a La Moneda bajo voto obligatorio y alta participación marca un quiebre histórico. No se trata solo de una alternancia de gobierno, sino del acceso al poder de una fuerza que reivindica abiertamente la dictadura, el orden autoritario y el ajuste social como programa. En este escenario, el documento coincide con lo señalado recientemente por Lautaro Carmona: el error sería minimizar el momento o reducirlo a una mala campaña. La pregunta central es por qué amplios sectores populares no vieron en la candidatura de Jara una herramienta propia, pese a su trayectoria, su coherencia y el respaldo de una coalición amplia.
Uno de los ejes más relevantes del análisis comunista es el reconocimiento de que la disputa política ya no se organiza exclusivamente en torno al eje izquierda-derecha, sino en torno a un clivaje más profundo: pueblo versus élite, precariedad versus privilegio. La ultraderecha logró apropiarse del malestar social, resignificarlo y dirigirlo contra la política institucional, presentándose falsamente como una alternativa antisistema. Esa operación —advierte el informe— fue posible porque el mundo popular llegó a este proceso fragmentado, desorganizado y sin referencias colectivas sólidas, luego de años de desmovilización y canalización institucional del conflicto.
En ese punto, la autocrítica es clara y poco habitual: el capital político acumulado tras el estallido social de 2019 no se transformó en poder social organizado. La energía de las calles fue desviada hacia salidas institucionales que, al fracasar, dejaron frustración y desconfianza. El informe señala que sin organización territorial, sindical y comunitaria permanente, cualquier proyecto transformador queda a merced del péndulo electoral. No basta con tener razón programática ni buenos diagnósticos técnicos si no existe una base social activa que los sostenga.
La campaña presidencial aparece, en ese marco, como una consecuencia más que como una causa. El documento reconoce errores: una estrategia defensiva, una reacción tardía frente al discurso autoritario, dificultades para desmarcarse del desgaste del gobierno y una débil inserción en los territorios más golpeados por la inseguridad económica y social. La identificación de Jara con el gobierno de Boric —instalada eficazmente por la derecha— operó sobre un terreno ya erosionado por la falta de vínculos orgánicos con amplios sectores populares.
Sin embargo, el punto más relevante del informe no está en la enumeración de errores, sino en su proyección estratégica. El Partido Comunista sostiene que los más de cinco millones de votos obtenidos (un 42%) no pueden leerse solo como una derrota, sino como un activo político de enorme magnitud, siempre que se convierta en fuerza social organizada. Aquí aparece con nitidez la idea central del documento: la rearticulación del trabajo de masas no es una tarea secundaria ni posterior, sino la condición básica para cualquier reconstrucción política.
Esto implica, según el informe, un giro consciente hacia el fortalecimiento del mundo sindical, la recomposición del movimiento territorial, la articulación con organizaciones sociales y la recuperación de la política cotidiana en los barrios, poblaciones, centros de trabajo y estudio. No como consigna nostálgica, sino como respuesta concreta a una ultraderecha que avanzará precisamente allí donde el Estado se retire y la vida cotidiana se precarice aún más.
En este sentido, el documento dialoga directamente con las declaraciones de Carmona, quien ha insistido en que la oposición al gobierno de Kast no puede limitarse al Parlamento ni a la disputa mediática. La resistencia puramente institucional —advierte el PC— es insuficiente frente a un proyecto que buscará disciplinar socialmente mediante el ajuste fiscal, la criminalización de la protesta y el debilitamiento de derechos laborales y sociales. Sin organización popular, esa ofensiva encontrará escasos obstáculos.
El informe también señala un riesgo político adicional: la tentación de recomponer alianzas exclusivamente electorales, sin una base social real, reproduciendo los límites del ciclo de la transición. Frente a ello, el PC plantea la necesidad de una unidad amplia, pero con contenido, anclada en demandas materiales concretas y en formas de participación que devuelvan sentido a la acción colectiva.
No se trata, por tanto, de administrar la derrota ni de esperar un nuevo ciclo electoral favorable. El X Pleno del Comité Central propone asumir que el escenario ha cambiado estructuralmente y que la tarea central del período es reconstruir lo colectivo desde abajo, disputar el sentido común y volver a hacer de la organización social una experiencia cotidiana y tangible para las mayorías.
En tiempos de retroceso democrático y avance autoritario, el informe del Partido Comunista no ofrece atajos ni consuelos. Plantea, con crudeza, que sin pueblo organizado no hay proyecto transformador posible. Y que la derrota del 14 de diciembre, más que un punto final, debe ser leída como una advertencia histórica.






Felipe Portales says:
Si no hay una profunda autocrítica a su consolidación de las AFP y de las Isapres; a su regalo a Ponce Lerou de la mitad del litio hasta 2060; a su apoyo a la adhesión al TPP11 y al tratado con la UE; a la militarización de la Araucanía; y a la continuación del bloqueo a la devolución de los bienes confiscados de «Clarín», querrá decir que su apoyo concreto a la consolidación y profundización del modelo neoliberal continuará impertérrito…