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Candidatos presidenciales: los que quieren no pueden, los que pueden no quieren

Tiempo de lectura aprox: 2 minutos, 42 segundos

Para decir las cosas como son, los dos candidatos que más suman en las encuestas, Jadue y Jiles, (los Jota Jota) no tiene interés alguno en ser candidatos presidenciales ni muchísimo menos, dirigir el país.

En realidad, nadie con un poco de sentido común tendría razones para echarse tamaña papa caliente encima.

Entonces, de los que aparecen como candidatos presidenciales, ¿cuántos de verdad quisieran serlo y cuántos hacen la faramalla solo para negociar sus respectivas bajadas, llegado el momento de los quiubos?

La derecha tiene una real vocación de poder y se la juegan por el legado históricamente victorioso de Jaime Guzmán.




Sus candidatos quieren ser presidente, se la juegan, se canibalizan, ordenan a sus huestes en el generalato, la curia y en la SOFOFA, tienen un plan, les sobran candidatos a ministros y a todo lo demás y ya han parasitado al Estado hasta en sus más recónditos recovecos.

Se sienten con la responsabilidad doble de seguir el mismo rumbo que les ha garantizado riquezas con las que jamás soñaron y de paso reivindicar a Pinochet.

No es el caso de la ExConcertación y sus escasos restos flotantes. Espécimen en franca extinción y sumida bajo el peso de la vergüenza, esa coalición va camino directo al desagüe de la historia.

Y, por cierto, antes del desplome total dará sus últimos aletazos.

Y una prueba es la designación inútil de la señora Narváez por parte de Michelle Bachelet: su candidatura no prende siquiera en su casa. Por más empeño que le hace, la traiciona la porfiada realidad: Narváez no da el ancho ni el angosto ni nada. Resulta irritante su discurso en el que parece no tener ni ella ni su mentora, ninguna responsabilidad en todo lo que existe.

El que de verdad tiene ambición es el hombre del Departamento de Estado, Heraldo Muñoz, quien ve con alarma que, de no poner un dique de contención a la presión social, todo podría derrumbarse. Y hará ese esfuerzo postrero.

El resto solo se propone como candidatos con el fin de negociar sus bajadas falsas a cambio ministerios, diputados, senadores e innumerables negocios difíciles de clasificar.

Y en la izquierda, esa cosa amorfa, la cosa es definitiva e igualmente patética. El caso es que en el presente proceso electoral pululan sujetos que hacen como que quieren, pero no quieren. Y muchos otros cumplen también con posicionarse como pseudo candidatos para vender a buen precio su bajada.

El histórico dictum radical No quiero que me den, solo pónganme donde haiga, resulta aplicable a todos.

En la izquierda, o eso que anda por ahí y que se le parece, que dice compañero y alza el puño apretado, se sigue hablando de la necesidad de superar el neoliberalismo, aunque no dice como, ni cuándo ni con qué.

¿Qué propone esa izquierda? ¿Cuál es su horizonte, su utopía, su sueño?

Nada. O no se sabe.

Peor aún, no se sabe qué pasa en la gente, con la gente, desde la gente, en el pueblo, ese gran ausente en las disputas en los paneles de TV, que no tuvo pito que tocar en la definición de los candidatos a lo que sea, a la que le secuestran a cada rato sus dramáticos sacrificios.

Para que seamos claros: el futuro presidente, hombre, mujer o gay, deberá saber que se le viene un aluvión de incalculables proyecciones y la izquierda no tiene idea qué hacer. ¿Una guerra civil?

El pueblo irá por lo suyo, por lo que le han saqueado, por lo que le han robado, por justicia para sus asesinados, sus mutilados, sus torturados, sus presos, por los muertos asociados al virus y que pudieron salvarse de haber habido un gobierno diligente y humano.

Nadie diga que no se vio venir.

Resulta indignante que haya políticos que utilizarán esta pasada electoral solo para lucirse en los paneles de televisión solo para quedar bien posicionados.

¿Alguien cree que Gabriel Boric, por ejemplo, levanta su candidatura con genuino deseo de presidir el país y que para el efecto tiene la capacidad y la convocatoria para ordenar la inmensa mayoría que se necesitaría para superar estos 35 años de fracasos y sufrimientos?

Ni Jadue ni Jiles ni nadie tiene siquiera un esbozo de proyecto programático. Slogans, sí; frases hechas, sí; cosas sacadas del sentido común, sí. De grupos trabajando en las medidas inmediatas para levantar lo que quedó en el suelo, nada. De proyecto, nada. De programa, nada.

Y para qué decir de algún par de ideas que describan algún horizonte que se proponga un país diferente al que sufre el proyecto neoliberal instaurado por la dictadura y perfeccionando con primor por Aylwin, Lagos, Frei y Bachelet.

En rigor, la peor amenaza que ha tenido el sistema en estos años ha venido del fracasado gobierno de Sebastián Piñera.

 

Por Ricardo Candia Cares

 

 

 

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Periodista y escritor

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  1. Bien Candia Cares. Uno de los pocos de la fenecida Punto Final que queda con algo de lucidez. Sus ex companeros de armas ya perdieron toda legitimidad (Cabieses apoyando a Ruiz Encina, Salazar Salvo publicando en Interferencia con el progresismo tipo ciper, etc)

  2. Felipe Portales says:

    Desgraciadamente, Ricardo Candia tiene razón. Nuestro país está frente a un cuadro desolador. Las dos derechas han tenido tanto éxito en desbaratar todo intento de democratización efectiva del país, que incluso frente al evidente desplome del «modelo chileno» heredado de la dictadura, no surge una alternativa sólida de centro-izquierda. El Frente Amplio se transformó en un Frente Angosto, pulverizado por sus propias miopías, soberbias y mezquindades; pero, sobre todo, por su subordinación fáctica a las dos derechas de sus sectores más significativos, al suscribir el funesto acuerdo del 15 de noviembre de 2019. Y el PC no atina siquiera a tener la consecuencia de seguir su propio discurso respecto de lo antidemocrático de una Convención impedida de aprobar democráticamente (por mayoría) una nueva Constitución. ¡No convocó al pueblo a obtener el tercio de convencionales para frustrar la consumación del fraude maquiavélicamente diseñado por las dos derechas! Solo hizo un «saludo a la bandera» con el proyecto de Reforma Constitucional destinado a modificar el quórum de los dos tercios presentado por Camila Vallejo y otras cuatro diputadas. ¡No lo siguió impulsando como base de deslegitimación de una Convención antidemocrática!…

  3. Gino Vallega says:

    El vacío de poder lo llenarán aquellos designados por los altísimos , a punta de balazos si necesario y los borregos comeremos mierda una vez más.

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