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“Hacer gritar la economía” de Venezuela: las sanciones de EE.UU. y el recuerdo de Nixon sobre Chile, según Vijay Prashad

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El intelectual marxista Vijay Prashad, director del Instituto Tricontinental de Investigación Social, analiza en este boletín el impacto de las sanciones estadounidenses a Venezuela.

Según Prashad, las sanciones impuestas por Estados Unidos —más propiamente llamadas medidas coercitivas unilaterales (MCU)— provocaron que Venezuela perdiera ingresos petroleros equivalentes al 213 % de su PIB entre enero de 2017 y diciembre de 2024. Según datos de Global South Insights y el Instituto Tricontinental de Investigación Social, basados en cálculos del actuario Yosmer Arellán, las pérdidas sumaron unos 226 mil millones de dólares, es decir, cerca de 77 millones de dólares diarios durante ese período. Antes de 2017, Venezuela dependía del petróleo para el 95 % de sus ingresos por exportaciones, fundamentales para financiar su agenda social progresista.

El impacto de las MCU fue devastador. Según cifras oficiales del Banco Central de Venezuela, en 2019 la inflación interanual alcanzó 344.510 %, lo que significó un aumento de precios 3.400 veces en un año, con consecuencias inimaginables para cualquier país. Aunque Venezuela estaba bajo presión de EE.UU. y sus aliados desde la elección de Hugo Chávez en 1998, la Orden Ejecutiva 13808 firmada por Donald Trump en 2017 desencadenó una ola de sanciones financieras que le negaron el acceso a mercados internacionales, impidiendo vender petróleo, adquirir nueva deuda o refinanciar bonos.

La situación se agravó en 2019, cuando CITGO, filial de la petrolera estatal PDVSA en EE.UU., fue confiscada y puesta bajo el control de Juan Guaidó, reconocido por Washington como “presidente” interino. Esto paralizó pagos de dividendos, restringió el acceso a cartas de crédito, seguros y mantenimiento en la industria petrolera, y provocó el temor de sanciones secundarias para quienes comerciaban con Venezuela. Las órdenes ejecutivas 13850 (2018) y 13857 (2019) reforzaron aún más el bloqueo, afectando directamente a los compradores de petróleo, sobre todo en Europa e India. Como resumen gráfico, Trump “agarró por el cuello a la economía venezolana y la apretó con toda la fuerza que pudo”.




El impacto humanitario fue reconocido incluso desde EE.UU.: en 2019, el secretario de Estado Mike Pompeo admitió que “la crisis humanitaria se agrava por horas”. En 2021, Alena Douhan, relatora de la ONU, señaló que las sanciones habían profundizado la crisis de alimentos y medicinas, colapsando la infraestructura estatal y neutralizando reformas sociales. Además, advirtió que las exenciones humanitarias eran ineficaces e insuficientes, al no cubrir repuestos, equipos ni maquinaria esenciales para reactivar la economía.

En su análisis, cedido al Clarín por el autor, Prashad subraya que las sanciones contra Venezuela constituyen un caso ejemplar de guerra económica.  Esta estrategia recuerda el objetivo expresado por Richard Nixon en 1970 contra Salvador Allende en Chile: “hacer gritar la economía”. Prashad enfatiza que las sanciones violan el derecho internacional y han sido ampliamente criticadas por organismos de derechos humanos.

El pueblo venezolano ha sido quien ha pagado el costo más alto de esta estrategia de asfixia económica.

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