
¿Responder o ignorar? El dilema de Jeannette Jara frente a la provocación de la ultraderecha
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La proclamación de Johannes Kaiser como candidato presidencial del Partido Nacional Libertario (PNL) agitó el tablero político chileno en un momento clave de la carrera a La Moneda. Con un discurso cargado de símbolos de la dictadura —incluyendo la entonación de la tercera estrofa del Himno Nacional, usada durante el régimen de Pinochet— y ataques directos al gobierno y a la candidata oficialista Jeannette Jara, Kaiser confirmó su lugar como la voz más estridente de la ultraderecha.
“Jara es Bachelet con esteroides”, afirmó, entre otras frases provocadoras que incluyeron un peculiar elogio a los ricos y una descalificación general al legado de Michelle Bachelet.
La respuesta no tardó. Desde el comando de Jara, la diputada Ana María Gazmuri calificó las declaraciones de Kaiser como un ejemplo de “odio, clasismo y una visión profundamente retrógrada del país”. La diputada Lorena Fries advirtió sobre el “riesgo para la democracia” que representa normalizar discursos que glorifican a la dictadura. Y la ministra Antonia Orellana fue más allá, sugiriendo que el tono extremo de Kaiser podría formar parte de un “juego de piernas” para reposicionar a José Antonio Kast como una figura “moderada” dentro de la ultraderecha.
¿Una estrategia deliberada de la ultraderecha?
La pregunta es inevitable: ¿es Kaiser una pieza en una estrategia mayor de la derecha radical? Su estilo confrontacional y su cercanía con figuras como Patricia Maldonado, el ex carabinero Claudio Crespo y varios diputados de la derecha dura refuerzan la idea de una operación mediática diseñada para polarizar el debate.
La ministra Orellana advirtió que este patrón ya se ha visto en otras latitudes: un candidato que dispara declaraciones incendiarias mientras otro, del mismo sector, se muestra más “razonable” en comparación. Así, Kast —que comparte gran parte del ideario autoritario de Kaiser— podría beneficiarse del contraste. Policía bueno y policía malo.
La aritmética electoral respalda la preocupación. Aunque Jeannette Jara lidera hoy las encuestas con cerca de un 40% de apoyo, seguida por Kast y Matthei, los tres candidatos de derecha (Kast, Matthei y Kaiser) suman juntos un potencial de votos que, en segunda vuelta, podría inclinar la balanza. En 2021, Kast superó a Boric en la primera vuelta y solo un esfuerzo concertado de la izquierda logró revertir el resultado en el balotaje.
La tentación de responder… y el riesgo de caer en la trampa
La reacción inmediata del comando de Jara es comprensible: ignorar a Kaiser podría interpretarse como pasividad ante ataques que buscan instalar una narrativa de odio. Pero también existe un riesgo en enfrentarlo directamente: darle mayor visibilidad y permitir que su estrategia de provocación marque la agenda mediática.
La diputada Gazmuri insistió en que Chile no está disponible para discursos de odio. “La ciudadanía busca soluciones que garanticen derechos y promuevan el respeto”, afirmó. En paralelo, Lorena Fries subrayó que “Chile eligió un camino de respeto y democracia. No podemos permitir retrocesos que normalicen el odio y la violencia”.
Jara: atributos propios y una campaña en construcción
La candidatura de Jeannette Jara tiene fortalezas singulares que podrían blindarla frente a estas estrategias. Su biografía de esfuerzo —nacida en Conchalí, criada en la educación pública y surgida del sindicalismo— la conecta con un electorado amplio y diverso. Es vista como una figura cercana, confiable y capaz de articular un proyecto de justicia social con estabilidad.
A diferencia de sus contendores de derecha, todos provenientes de las elites, Jara encarna una meritocracia que es excepción en Chile. Y mientras Kast, Matthei y Kaiser apelan al miedo y al autoritarismo para ganar terreno, Jara propone reformas concretas: salario digno, alza de pensiones y recuperación de derechos sociales.
Su mayor activo político, el Partido Comunista, ofrece una estructura militante y territorial que ningún otro partido en Chile posee. Esa red podría ser clave para neutralizar campañas basadas en el miedo y el anticomunismo, especialmente entre las nuevas generaciones para quienes la Guerra Fría y sus fantasmas resultan ajenos.
La batalla por el tono de la campaña
La irrupción de Kaiser plantea un dilema estratégico para la izquierda: ¿responder a cada provocación o mantener el foco en propuestas y unidad? El riesgo de que el debate se deslice hacia los terrenos de la ultraderecha es real. Como señaló la ministra Orellana, “Kaiser dice cosas tan pasadas de tono que hace ver a Kast como moderado cuando no lo es”.
El comando de Jara tendrá que balancear entre defender su candidatura y evitar quedar atrapado en una dinámica de confrontación estéril. Al fin y al cabo, la elección no se ganará en el barro de las polémicas, sino en la capacidad de construir mayorías y ofrecer certezas a una ciudadanía cansada de la polarización.
Una campaña en movimiento
La proclamación de Kaiser es un recordatorio de que el proceso electoral en Chile está apenas comenzando y que los próximos meses estarán marcados por intentos de la ultraderecha de dominar la agenda con ruido y descalificaciones.
Para Jara, el desafío será resistir esas embestidas sin perder de vista su objetivo: consolidar su liderazgo y sumar apoyos más allá del progresismo. Solo así podrá convertir su ventaja en las encuestas en una victoria electoral en noviembre.
Simón del Valle






Alexandre says:
Darle pelota este facho al peo no tiene ningún interés, salvo para él. La señora Jara debe abocarse a promover sus propocisiones y a centrar el debate en torno a los problemas y las necesidades de la mayoría de los chilenos. No hay que gastar balas en gallinazos.