
Siempre es 26: Cuba vencerá como una necesidad de la historia
Tiempo de lectura aprox: 2 minutos, 39 segundos
Durante más de sesenta años, el imperialismo ha castigado a Cuba y a su pueblo por el imperdonable delito de no obedecer sus imposiciones ni dictámenes y de asumir que la redención de los pueblos es la revolución socialista.
No han sido pocas las dificultades que ha debido enfrentar el camino elegido por el pueblo cubano. Tanto las derivadas del más largo bloqueo impuesto a un país, como las propias, nacidas de debilidades, errores e insuficiencias, inherentes a un proceso que no sigue recetas y que lo hacen hombres y mujeres de carne y hueso.
Pero Cuba ha sido y sigue siendo un faro, un ejemplo que despliega y hace concretos los mejores valores de su pueblo, de todos los pueblos del mundo, de los explotados y de las victimas del colonialismo, del capitalismo devorador de humanos y destructor de países.
Cuba y su revolución es ante todo la certeza de que es posible la independencia y libertad de los pueblos si hay, por sobre todo, decisión, valor y decoro. Un pueblo dotado de estos valores, como ha sido común en la historia de Latinoamérica, es capaz de hazañas que marcan momentos cumbre en la historia humana.
Más aún si sus dirigentes cuyos ejemplo, coherencia, valor y consecuencia los hacen merecedores del respeto de sus pueblos.
Es el caso de Fidel Castro, el Comandante en Jefe de los pobres del mundo, quizás el más grande y trascendente revolucionario del siglo veinte, cuyo valor e inteligencia fue la que corresponde en dignidad a un pueblo heroico, capaz de entender que los explotados del mundo son sus hermanos por quienes resulta un deber hacer los mayores sacrificios, incluido el dar la vida.
Resulta el más alto honor revolucionario caer combatiendo en otras tierras sintiéndola en lo más profundo, como la propia.
Pero, tanto o más que jugarse hasta la muerte por la causa de los pobres del mundo, Cuba ha sabido desde siempre que su causa es la vida.
En medio de bloqueos, ataques, incomprensiones, incluso traiciones, Cuba ha sido capaz de movilizar a lo mejor de su inteligencia y disponerla para salvar vidas y mejorar las condiciones de subsistencia de seres humanos a los que el resto del mundo, el capitalismo y su esencia egoísta, desprecia y condena una muerte prematura.
Cuba es el más hermoso ejemplo del concepto de la solidaridad más profunda: el internacionalismo proletario.
Alguna vez se podrá saber la enorme cantidad de niños que han sido salvados por manos cubanas que, en silencio y sin más pretensión que cumplir con el deber más humano, han asumido su misión como se abraza a la causa más noble y profunda.
La definición de valor toma un significado trascendente en lo más puro de la revolución cubana y sus dirigentes. El concepto de dignidad se hace realidad cuando un país pequeño, pobre, asediado, es capaz de enfrentar al imperio más poderosos y sanguinario de la historia de la humanidad.
Por mucho menos, Estados Unidos ha demolido países y asesinado a millones de personas en casi todos los continentes. Y sigue haciéndolo impunemente ante la inacción de la comunidad internacional y sus organismos que han sido incapaces de evitar el genocidio en Gaza y otras regiones del planeta.
Pero no han podido y no podrán contra Cuba.
Este 26 de julio, día en que se recuerda una fecha señera en la historia de la Revolución Cubana, encuentra a la isla en una situación compleja. Arrecia el bloqueo, los ataques y las operaciones encubiertas que buscan debilitar el proceso que libremente los cubanos han decidido construir. El imperialismo dispone de sus millones, de su tecnología y proyectos de penetración ideológica para debilitar las bases de sustento revolucionario.
Pero Cuba, sus dirigentes y su pueblo, siempre han sabido encontrar los caminos necesarios para seguir, no sin tropiezos, pero con la certidumbre de saber que cumplirán con su deber.
Con el paso del tiempo ha sucedido que, luego de su muerte, Fidel ha vuelto a cabalgar con mayores bríos.
En un mundo que comienza a cambiar de fase, con el capitalismo experimentando una crisis de la que no va a salir indemne, con la irrupción de nuevos y numerosos polos en un mundo hasta ahora unipolar y dominado por el arrogante y decadente occidente, se extraña la voz potente y señera de Fidel.
Pero queda su obra, su ejemplo y lo más consciente de su pueblo.
Cuba vencerá no porque tenga la receta para hacerlo, sino porque precisamente no la tiene. Y el desafío de seguir de pie se afirma en aquellos que combaten con el decoro del que hablará el Apóstol José Martí: “En esos hombres van miles de hombres, va un pueblo entero, va la dignidad humana”.
Ricardo Candia Cares






Patricio Serendero says:
Como decia el Ché: Patria o Muerte. Venceremos