
El empresariado toma el control: Sutil, Ibáñez y la derecha bajo presión
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En un hecho tan evidente como preocupante, el gran empresariado chileno ha dejado de actuar entre bastidores para pasar directamente al primer plano de la política. Esta semana, la irrupción pública de Juan Sutil como integrante del comando de la candidata Evelyn Matthei, junto con las explosivas declaraciones del empresario Nicolás Ibáñez —quien desde Londres condicionó el financiamiento de la derecha a su unidad parlamentaria—, confirman un proceso ya en curso desde hace años: la subordinación de la política de derecha a los intereses de su élite económica.
No es una novedad, pero ahora se exhibe sin pudor. Para el diputado Jaime Mulet (Federación Regionalista Verde Social), miembro del comité estratégico de la candidatura de Jeannette Jara, lo que está ocurriendo “refleja un acto desesperado” por parte de la candidatura de Matthei, “que tiene dificultades en las encuestas y está rezagada en un tercer o cuarto lugar”. Ante ese escenario, asegura, “están recurriendo a gestores empresariales y gerentes a ver si levantan la campaña que el mundo político que la ha asesorado ha ido debilitando”.
De la trastienda al comando
La incorporación de Juan Sutil —expresidente de la CPC y figura emblemática del gran empresariado— al equipo de Matthei no sorprende, pero sí marca un giro simbólico. Como señala Mulet, “para nadie es un misterio que el gran empresariado tradicional en general está con la derecha de Matthei, con Kast o con Kaiser”. Lo relevante es que ahora esa influencia ya no opera solo a través de donaciones o lobbies discretos, sino que se explicita, se institucionaliza, se normaliza.
“Es mejor que la ciudadanía lo sepa abiertamente”, dice el parlamentario. En su lectura, esto al menos representa un gesto de transparencia: “No lo hallo necesariamente negativo. Es importante que quienes deban tomar su decisión en el voto sepan quién está detrás, quién financia las candidaturas”.
El problema, sin embargo, no es solo de forma, sino de fondo. Porque el ingreso de Sutil al comando de Matthei ocurre justo cuando Nicolás Ibáñez, empresario radicado en Londres y conocido financista de la Fundación para el Progreso, lanza una amenaza política en toda regla: si la derecha no se unifica en listas parlamentarias, no habrá financiamiento.
“Si no van unidos, no va a haber financiamiento para un circo como este”, dijo Ibáñez en una entrevista publicada por La Tercera este domingo. La frase es más que una opinión: es una señal directa al sistema de partidos, una advertencia económica y una muestra explícita de que los grandes empresarios no solo financian ideas, sino que pautean las decisiones políticas de la derecha.
Empresarios en campaña (y en el diseño político)
Nicolás Ibáñez no es un empresario cualquiera. Es el principal impulsor del ecosistema ideológico ultraliberal que hoy sostiene a la derecha dura. Financia la Fundación para el Progreso, que dirige Axel Kaiser, así como AthenaLab (seguridad y defensa) y Dignidad Chile (formación de líderes). En el plebiscito constitucional de 2023, él y su hijo fueron los mayores aportantes privados de la campaña “A favor”, respaldada por Republicanos. En 2017, fue el mayor donante individual a Chile Vamos.
Desde su residencia en Reino Unido —donde incluso ha creado nuevas fundaciones—, Ibáñez observa y condiciona. Esta semana estuvo de paso por Santiago, donde asistió en el barrio El Golf a la presentación del libro Doom, del historiador británico Niall Ferguson, uno de sus referentes ideológicos. No vino como espectador: vino a intervenir.
Para Jaime Mulet, lo preocupante no es solo la sinceridad del gran empresariado, sino su rol creciente en la conducción política. “Cuando la derecha económica empieza abiertamente a tomar las decisiones que le corresponden a la derecha política, creo que es muy complejo”, advierte. “Entiendo que los empresarios puedan apoyar a la derecha, pero ya cuando toman las decisiones directamente, eso debe preocupar”.
El parlamentario regionalista alerta sobre un fenómeno que se ha intensificado en los últimos años: la creciente injerencia política de asociaciones gremiales empresariales y actores privados en el debate público. “Se confunden los intereses económicos con los intereses políticos. Ahora, ojalá RN y la UDI no caigan enteramente en manos del empresariado, porque ahí los objetivos se trastocan y eso le hace mal al país”.
¿Quién manda en la derecha?
La pregunta de fondo no es nueva, pero hoy adquiere una urgencia inédita: ¿quién toma realmente las decisiones en la derecha chilena? ¿Los partidos, sus dirigentes, sus bases? ¿O los grandes empresarios que financian las campañas, los think tanks y las estrategias comunicacionales?
Mientras Matthei intenta revivir su alicaída candidatura con el respaldo abierto de Sutil, y Kast capitaliza la presión de Ibáñez a su favor, la derecha tradicional parece atrapada entre dos lógicas: la de la política representativa y la del poder económico. Entre ambas, la autonomía de los partidos se vuelve cada vez más tenue.
Félix Montano






Patricio Serendero says:
Siempre pero siempre la Derecha económica manda en sus políticos. Ellos defienden sus intereses económicos. Para eso están justamente en el Parlamento. En Chile y en todo el mundo capitalista. Quien cree el comentarista entonces que manda en EEUU? Trump?
Por eso la Derecha no «está atrapada entre dos lógicas». Nunca ha estado. Lo que podría ser nuevo es el desparpajo de la participación pública de los más ricos en la política. El gobierno actual de Trump es el mejor ejemplo.