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Frente Amplio: una nueva élite con zapatillas limpias

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Dicen que la historia se repite primero como tragedia y luego como farsa. En el caso del Frente Amplio, parece que decidió saltarse las etapas y llegar directo al sketch: jóvenes que juraban representar a las bases ahora actúan como viejos políticos con filtro de Instagram.

La exclusión de Gustavo Gatica de las listas del Frente Amplio fue un portazo ruidoso. No solo para él, sino para todo un sector social que creyó ver en esa coalición una herramienta de cambio, no una fábrica de excusas. La decisión dejó al descubierto algo que muchos ya intuían: que debajo del discurso inclusivo y la estética progresista, hay una nueva elite que aprendió rápido los códigos de la vieja política. Una elite que se emociona con sus propias fotos en la marcha, pero tiembla cuando esas mismas causas tocan la puerta con intenciones reales de poder.

Gustavo Gatica —sí, el mismo joven que perdió la vista en el estallido social mientras medio Congreso miraba el celular— quiso dar el salto a la política institucional. Y cuando lo hizo, el FA se hizo el sordo. Argumentaron estrategia, equilibrios, cupos. Palabras bonitas para decir: “no nos convienes ahora”.

Pero la historia no siempre obedece a los cálculos. Y mientras los estrategas del FA medían encuestas y afinaban listas con consultores, el Partido Comunista hizo lo que parecía obvio: abrirle la puerta. Lo hizo sin pedirle militancia, sin convertirlo en trofeo. Solo reconociendo lo que muchos ven: que Gatica representa más que una biografía dolorosa. Representa la decencia política que otros extraviaron en el Excel.




Desde el distrito 8, Gatica no promete milagros. Promete decisión política y algo aún más radical en estos tiempos: amor por la gente. Y no el amor de los slogans o los hashtags, sino el amor que nace del territorio, de saber cuánta agua falta en Colina, cuántas casas se necesitan en Lampa, cuántos pulmones se intoxican en Pudahuel.

Lo que molesta del portazo no es solo lo que revela del Frente Amplio. Es lo que borra: la historia de un movimiento que nació desde abajo, desde las calles, desde el dolor transformado en demanda. Rechazar a Gatica fue también rechazar eso. Y reemplazarlo por candidaturas más convenientes, más “gobernables”, más parecidas a ellos mismos.

Gustavo Gatica no perdió por completo la vista en 2019. Hoy, ve con mayor claridad que muchos de quienes deciden candidaturas. Y si la política institucional aún tiene un rescoldo de dignidad, será porque personas como él se atreven a entrar, aunque sea por la puerta que otros cerraron.

Porque a veces, para ver el futuro, basta con no tener miedo a mirar de frente. Aunque duela.

Félix Montano 



Periodista
    • Hugo Latorre Fuenzalida says:

      ATERRIZAJE PREMATURO AL PODER.
      Todo oficio complejo requiere de superar etapas, desde las tareas más simples y humildes a las más complejas.
      Eso no ocurrió con el F.A.
      La semilla cayó en tierra infe’rtil y no puede germinar.
      Triste pero inevitable. Para algo sirven las parábolas y los manuales de artesanía.

      • Serafín Rodríguez says:

        En todo caso, nada habría sido muy distinto más tarde porque el ADN político de sus líderes y adláteres no cambia, sólo se lo puede disfrazar pero siempre es determinante.

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