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Washington eleva la presión militar sobre Venezuela: Trump despliega más buques en el Caribe

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Estados Unidos incrementará en los próximos días su presencia naval en el sur del Caribe, en un nuevo movimiento de presión sobre el Gobierno de Nicolás Maduro, acusado por Washington de mantener vínculos con el narcotráfico. El despliegue, anunciado para comienzos de septiembre, incluye buques de guerra y un submarino nuclear, en lo que se percibe como un paso más en la estrategia de la Administración de Donald Trump para cerrar el cerco sobre Caracas.

Más buques en el Caribe

De acuerdo con fuentes citadas por la agencia Reuters, entre las embarcaciones que se sumarán al operativo figuran el crucero de misiles guiados USS Lake Erie y el submarino de ataque rápido USS Newport News, de propulsión nuclear. Ambos se unirán a los tres destructores —el USS San Antonio, el USS Iwo Jima y el USS Fort Lauderdale— que fueron desplegados el pasado 19 de agosto con unos 4.500 efectivos, incluidos 2.200 infantes de marina.

El mensaje de Washington es claro: “usar todo su poder” para frenar el flujo de drogas hacia territorio estadounidense. La Casa Blanca apunta directamente al llamado Cartel de los Soles, una supuesta red de narcotráfico vinculada a altos mandos militares venezolanos y, según la narrativa de Trump, a la propia administración de Maduro.

Maduro responde: “A Venezuela no la toca nadie”

La reacción de Caracas no se hizo esperar. El presidente venezolano Nicolás Maduro denunció que la maniobra es una provocación y advirtió que su país no se dejará intimidar. “A Venezuela no la toca nadie”, afirmó el mandatario en una alocución televisada, reiterando que las acusaciones estadounidenses son parte de una campaña de hostigamiento político y económico contra su Gobierno.




Maduro sostiene que las denuncias sobre vínculos con el narcotráfico carecen de pruebas y forman parte de la estrategia de Washington para justificar sanciones y medidas de presión militar. En el mismo tono, voceros chavistas han denunciado la injerencia de Estados Unidos y llamado a la comunidad internacional a rechazar lo que califican como “un bloqueo militar disfrazado de lucha antidrogas”.

Narcotráfico, migración y política interna en EE. UU.

La ofensiva contra el narcotráfico se ha convertido en un eje central del segundo mandato de Donald Trump. Desde su retorno a la Casa Blanca en enero, el republicano ha buscado vincular la seguridad nacional con el control de carteles y pandillas en América Latina, como parte de una estrategia más amplia para restringir la migración y reforzar la frontera sur.

En febrero, la Administración Trump designó al Cartel de Sinaloa en México, al grupo criminal venezolano Tren de Aragua y a otras organizaciones del crimen organizado como “organizaciones terroristas globales”. Con ello, el Gobierno abrió la puerta a operaciones militares directas bajo el argumento de combatir “narcoterrorismo”.

Escalada de tensiones en la región

El nuevo movimiento militar de Washington eleva la tensión en el Caribe y alimenta la incertidumbre sobre una posible confrontación directa. Aunque la Casa Blanca insiste en que su objetivo es cortar las rutas del narcotráfico, analistas advierten que la presencia de buques de guerra y submarinos nucleares frente a las costas venezolanas constituye una demostración de fuerza con implicancias geopolíticas.

La sombra del Plan Cóndor y las operaciones encubiertas de la Guerra Fría en América Latina sobrevuelan este escenario. Si bien las condiciones regionales son distintas, el recurso a la presión militar contra un gobierno que Estados Unidos considera ilegítimo recuerda los viejos mecanismos de intervención.

Un equilibrio frágil

Mientras la Administración Trump aumenta el despliegue, Maduro se aferra a un discurso de soberanía y resistencia, en un país golpeado por la crisis económica, las sanciones internacionales y una profunda polarización política. La disputa entre Caracas y Washington vuelve a colocar al Caribe como epicentro de tensiones, donde los límites entre la lucha antidrogas y la injerencia política se tornan difusos.

El resultado inmediato es un ambiente de creciente militarización en la región, donde cualquier incidente puede escalar hacia una confrontación mayor. Y aunque el discurso oficial de Washington hable de narcotráfico, lo que está en juego es mucho más: la hegemonía estadounidense frente a la resistencia de un gobierno que, pese a su aislamiento internacional, se niega a ceder.

Fuente: AFP, Reuters y Redacción



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