
El espejismo del recorte millonario: ¿a quién beneficia realmente la propuesta fiscal de Kast?
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En las últimas semanas, el programa económico del candidato José Antonio Kast ha disparado las alarmas: propone un recorte del gasto público de US$ 6.000 millones en apenas 18 meses. En la jerga electoral, se habla de un “plan de emergencia”, pero detrás de esa etiqueta hay promesas que bordean lo imprudente.
¿Es viable un ajuste de esa magnitud en tan poco tiempo?
Economistas de distintas corrientes coinciden: es políticamente inviable e incluso podría causar una recesión. Alejandro Micco —exsubsecretario de Hacienda— advierte que para lograr un recorte de US$ 3.000 millones en un año haría falta reducir un 15 % del gasto en personal del Estado, algo que calificó de “imposible y socialmente muy costoso” Cooperativa.cl+1.
El exministro de Hacienda, Mario Marcel, sostiene que más del 85 % del gasto público está fijado por ley, por lo que cualquier recorte sustantivo requeriría reformas legales, no bastan las decisiones administrativas Cooperativa.cl.
¿Dónde está la economía política detrás de esta promesa?
El asesor de Kast, Jorge Quiroz, (sugiero leer la comuna de Daniel Matamala del domingo sobre el economista Quiroz) reconoce que sí se necesitarán leyes y acuerdos, aunque evita especificar qué programas serían afectados: “No le voy a decir cuáles porque si le digo cuáles vamos a tener problemas de economía política hoy día…” La Tercera.. Esa ambigüedad no tranquiliza a nadie.
¿Y si se concreta el recorte?
Luis Eduardo Escobar, en un seminario compartido con Briones y Quiroz, fue enfático: un recorte tan profundo derribaría la demanda agregada en al menos 2 puntos del PIB en unos 24 meses, sin que se hable del impacto social que eso conlleva. Costa emocional y real de una estrategia puramente asertiva.
Las promesas vacías de un “chorreo” que nunca llega
En su columna para UTE USACH Noticias, se acusa a Kast de alimentar un espejismo: el de bajar impuestos para incentivar la inversión, y asumir que los ingresos se compensarán automáticamente. Pero como señala el economista Claudio Agostini, eso no sucede —ni ha sucedido— y no sucederá. El diputado Andrés Giordano lo llamó una forma de “terr…‑planismo económico” corporacionuteusach-noticias.cl.
¿A quién favorece esta estrategia?
Grandes empresas y el capital financiero, que obtendrían incentivos impositivos y menos fiscalización.
El discurso del voluntarismo, que tensiona contra la institucionalidad y reduce el poder del Estado como mediador social.
Lo que se deja al borde del camino son:
Los servicios públicos y programas sociales, que sufrirían recortes severos.
La inversión pública en infraestructura, clave para el desarrollo de largo plazo y el bienestar colectivo.
La estabilidad económica y social, frente a medidas abruptas, sin consenso ni claridad técnica.
En resumen
La promesa de recortar US$ 6.000 millones en 18 meses suena a idea radical y contundente. Pero, despojada de eufemismos, es un plan sin viabilidad real, sin respaldo legislativo claro, y potencialmente devastador para el desarrollo social. Y, pese a su tono ideológico, favorece a los sectores privados más poderosos, mientras desmantela redes de protección colectiva.
Cuatro puntos centrales a tener en cuenta
1. La lógica ideológica
La ultraderecha suele defender un ideario basado en:
El mercado como asignador eficiente de recursos: bajo la premisa neoliberal, el Estado “distorsiona” la economía al intervenir demasiado.
El individuo sobre lo colectivo: se privilegia la libertad económica (propiedad privada, baja regulación, bajos impuestos) sobre políticas redistributivas.
Desconfianza del Estado: se presenta al aparato público como ineficiente, corrupto o capturado por intereses clientelares.
Reducir el Estado y el gasto fiscal responde a esta matriz ideológica: se considera que así se “libera” al capital y se incentiva la inversión.
2. Los intereses materiales en juego
Más allá de la ideología, hay beneficiarios concretos:
El gran empresariado y las élites económicas: menos impuestos, menos regulaciones y menos gasto social significan menores costos y más margen de acumulación.
Sectores financieros y especulativos: la contracción del gasto estatal suele ir acompañada de políticas monetaristas y apertura al capital externo, lo que favorece la rentabilidad del capital financiero.
Empresas privadas en salud, educación y pensiones: al achicar el Estado, aumenta la mercantilización de servicios básicos, generando nuevos nichos de ganancia.
3. Los perdedores de esta política
Clases populares y medias: con menos gasto fiscal, se reducen programas sociales, subsidios y servicios públicos, encareciendo la vida cotidiana.
El empleo público y la capacidad de negociación laboral: menos Estado significa recortes de funcionarios, precarización y debilitamiento de sindicatos.
La ciudadanía en general: se debilitan los bienes comunes —infraestructura, educación, salud, investigación científica— que sustentan el desarrollo de largo plazo.
4. El trasfondo político
La reducción del Estado también tiene un objetivo de reconfiguración del poder:
Menos gasto social → menos ciudadanía organizada que dependa de derechos garantizados.
Más mercado → más dependencia de cada persona respecto a grandes empresas y capital privado.
El Estado reducido no es neutral: deja de ser un contrapeso al poder económico y se convierte en garante de ese mismo poder.
Simón del Valle





