
Donald y la dictadura naranja
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Durante 300 años los Estados Unidos de Norteamérica ha mantenido un sistema de gobierno que tiene ciertos símiles con la democracia…no con aquella que nació en Atenas en el siglo V antes de Cristo y que ha inspirado a millones de personas a lo largo de la Historia, sino, más bien, con un estilo de democracia creado y cobijado por quienes fueron poderosos industriales y comerciantes en la época posterior a la independencia de las trece colonias, en 1776.
Es cierto que el sistema democrático estadounidense ha cobrado como víctimas las vidas de algunos de sus presidentes y que ha debido experimentar intentos de asesinatos de otros tantos mandatarios…aunque el sistema siguió incólume merced a que está protegido por una gruesa cadena de guerras en el exterior –guerras de apropiación de territorios y recursos-, y sustentado en fructíferas empresas armamentísticas y bélicas.
Digamos, sin temor a equivocarnos, que la situación normal para los EEUU es el estado de guerra… ¿con quién?, con el que les sea provechoso.
Es así que invaden países y derriban gobiernos sin siquiera sonrojarse, aunque siempre lo han efectuado de tal forma que aparentemente pareciera ser una ayuda y un salvataje en beneficio del invadido, el cual, finalmente, observa que ha perdido no solamente sus principales recursos naturales sino, también, su independencia y su dignidad.
Pero, esta vez el problema está dentro de sus propias fronteras. Mire, lea lo siguiente y juzgue. «¿Por qué nunca habrá un golpe de Estado en Estados Unidos? Porque en Washington no hay ninguna embajada de EE.UU.». Este viejo chiste lo repiten a menudo los líderes latinoamericanos, y en verdad es una realidad (y no un simple chiste) que sigue estando siempre vigente como una espada filosa sobre las cabezas de los estados que procuran independencia y libertad de acción política y comercial.
Sin embargo, por vez primer ello comienza a cambiar en la nación de Lincoln y Jefferson. El responsable es el actual mandatario Donald Trump, quien ha sido bautizado en algunos lugares como “el orangután naranja”. Con su frase de campaña “Make America Great Again” ha iniciado un camino de agresiones, verbales y físicas, contra países, estados, personas y medios de prensa que no se someten a su antojadizo arbitrio. Está convencido que su país debe ordenar el mundo sin importar cuánto daño, sangre y dolor provoque bestialmente con esas acciones.
Para esos efectos buscó apoyos en ciertos mandatarios proclives degollar la democracia y la paz, amén de otros que gustan del genocidio y la exterminación masiva de sus adversarios…o de aquellos que no les permiten apoderarse de lo que no les pertenece. Benjamin Netanyahu es prueba indesmentible de lo dicho en estas líneas. Y aquí me permito detenerme por un instante.
Prensa alternativa estadounidense, así como algunos representantes demócratas en el Parlamento, han comenzado a acusar a Donald Trump de estar construyendo un andamiaje que es propio de una dictadura…pero, de una dictadura personal, ya que el mandatario se esfuerza sin pudor ni raciocinio en atacar, insultar, ningunear y perseguir desde la Casa Blanca –con todo el poder que esta ostenta- a quienes no aceptan ni concuerdan públicamente con sus políticas.
Y la cosa, para Donald, va para peor. Algunos militares se están revolviendo incómodos en sus cargos porque no aceptan tener que trabajar para una nación y un gobernante extranjero, como es el caso de Benjamin Netanyahu. A este respecto, recordemos lo que publicó la BBC (bbc.com):
<<El Pentágono ha revocado el detalle de seguridad y la autorización del general retirado Mark Milley, un ex comandante militar de alto rango de EE. UU. que ha sido crítico del presidente Donald Trump.
El secretario de Defensa, Pete Hegseth, indicó que la medida era uno de sus primeros actos en el cargo, pidiendo a los funcionarios que investigaran la «conducta» del general Milley y revisaran su grado militar.
<<El general Milley se desempeñó anteriormente como jefe del Estado Mayor Conjunto durante el primer mandato de Trump, pero luego criticó a su ex jefe y fue citado llamándolo «fascista». Desde que regresó al cargo, Trump ha revocado las protecciones de seguridad de un puñado de exfuncionarios con los que se ha enfrentado, incluido el ex alto funcionario de salud Anthony Fauci>>.
Además, hay serias acusaciones de políticos y dirigentes variopintos estadounidenses respecto de que Trump persigue con encono enfermizo a todo aquel que posee notoriedad pública y que no comulga ni acepta sus antojadizas decisiones totalitarias. Cada semana se van sumando nuevos casos que apuntan a demostrar el intento del “orangután naranja” por sobrepasar el estado de derecho y destrozar el sistema democrático, mismo que, por cierto, no le sirve para avanzar en sus proyectos enfermizos.
Ya no se contenta con aherrojar prensa y opinión en lo interno, sino también se lanza violentamente contra decisiones legales y legítimas de otras naciones, cual es el caso de la justicia brasileña que sancionó al golpista Bolsonaro con 27 años de cárcel, o de España a quien no le acepta que se oponga genocidio que Netanyahu comete en Gaza. Ni tampoco se aceptan sus bravuconadas contra Irán, contra Vladimir Putin, contra China y contra Venezuela.
Y este esperpento pretende obtener el Premio Nobel de la Paz…aunque nada extrañaría que lo lograra, pues la Academia ya lo otorgó años ha a otros asesinos como Henry Kissinger…y Barack Obama, quien mantuvo a su país en guerra durante sus dos períodos presidenciales.
Al interior de EEUU muchas voces se alzan en contra, y cada día son más aquellas que llaman a organizarse para detener las desquiciadas intentonas del ‘orangután naranja’ por poner a EEUU en grave peligro frente a un mundo que, a su vez, también podría organizarse para revertir el eslogan trumpista cambiándolo por “Make The World Great Twinned And Peaceful”.
Arturo Alejandro Muñoz






Ricardo says:
Sería magnífico que al interior de EE.UU se consolidaran y reforzaran esos brotes de oposición a la Trumpista «democracia autoritaria» ( no me atrevo a llamarla por su nombre : cuando hago críticas parecidas, suelo experimentar dificultades «técnicas» muy importantes en mi actividad cotidiana en internet, hoy indispensable para vivir ).