
Día Nacional de la Danza: un reconocimiento necesario
Tiempo de lectura aprox: 3 minutos
“…su voluntad era casi siempre,
según la norma del tejedor de gobelinos,
cruzar, en triángulos, el cuerpo de la idea
de cada movimiento feliz”.
(Primer Recuerdo de Isadora Duncan. Gabriela Mistral)
Existen pocas referencias sobre la danza en nuestras letras, de ahí que esta nos parezca señera, no es cualquiera, es la voz de nuestra madre intelectual que supo reconocer las virtudes y los vicios de Chile. Imagino la voz de la maestra celebrando este reconocimiento que celebra a la danza dado el innegable beneficio que ésta presta y por ser parte del desarrollo de las artes que siempre acercan al ser humano a una participación directa con la belleza por su voluntad hacia la participación en la experiencia estética, cuestión que expande nuestro ser hacia esas posibilidades que lo ennoblecen.
Este 19 de octubre por primera vez se conmemorará el Día Nacional de la Danza, hecho sorpresivo que no llegó a ser parte de un debate nacional, sin embargo de bastante valor, ya que reconoce una forma de expresión artística y de manifestación cultural que tiene una presencia significativa a lo largo de nuestro territorio. Así lo demuestran distintas manifestaciones en el espacio público, el testimonio de maestras y maestros, academias, escuelas universitarias, compañías, centros culturales, artistas y trabajadores, que le dan vida a este cuerpo compuesto por distintos órganos en función de un movimiento.
Varias y varios son los protagonistas que han sido fundamentales en el desarrollo de esta disciplina y/o modo de expresión. Entre ellos hay notables testimonios que hicieron un trabajo loable, a ellos es justo reconocer en la memoria que permite conformar una historia inclusiva. El listado podría ser grande, todos esos nombres son sus méritos propios, el elegido es el de Patricio Bunster, por eso la fecha que considera el día de su natalicio que este año suma un número a su centenario. Reconocimiento que lamentablemente no le llega en vida, la memoria tiene esa trampra del retraso, pero que es posible gracias a los legados que logran ser valorados con los consensos. Bunster es una figura de consenso, sus aportes a la profesionalización, su visión de la importancia de lo popular, su sensibilidad social y la obra que nos dejó son suficientes para la honra.
Esta celebración en primer lugar visibiliza a todas esas personas que han puesto su pasión de vida en el cultivo de este arte que desde los orígenes humanos se encuentra presente en la vida social y en la vida sagrada. De ahí que no sea una conmemoración exclusiva para los artistas, es algo que sobrepasa su nicho expandiéndose a un público que podría disfrutar de este don, a esto invitan los creadores, intérpretes y gestores vinculados a su desarrollo.
La danza es reconocida universalmente, esto podría hacernos caer en la trampa de que sólo cabe importarla, sin embargo un Día Nacional de la Danza debería poner la mirada en lo local. Nuestras experiencias, investigaciones, creaciones, historia y desafíos, que permitan ir más allá de lo simbólico en función de un mejoramiento de las condiciones necesarias para la instalación de las danzas en el territorio, relevándose así las formas particulares en las cuales la practicamos entregando bienestar y fortaleciendo a las comunidades. Aquí la deuda con los creadores nacionales es inmensa siendo un requerimiento urgente relevar un repertorio existente.
Los desafíos son bastantes, por eso es que este decreto de ley genera expectativas, entre ellas la entrega de los recursos que permitan el acceso universal a las prácticas con lo que se requiere una instalación educativa de mayor envergadura; apoyo para las compañías existentes entres las cuales hay varias con una trayectoria importante y otras emergentes que se destacan, cuestión que no debería estar reducida a los fondos concursables que son beneficios que promueven una negativa competencia; descentralizar la lógica institucional de las políticas públicas incentivando la presencia de la danza a lo largo del territorio nacional; una contundente representatividad en los espacios en donde se fraguan las decisiones en torno a las políticas públicas que integre las distintas prácticas fomentado una relación de acuerdo legítimo; son varias las tareas que están pendiente para el fortalecimiento de un cultivo cultural nacional en torno a la danza. Resumidas deben ser consideradas como compromiso el asegurar los recursos para dignificar el ejercicio profesional adecuado a las necesidades propias de esta disciplina, fortalecer la infraestructura especial, comprometerse con la continuidad a través de las posibilidades reales que fomenten la creación, una voluntad y decisión que responda al convencimiento de que la danza es un beneficio artístico, cultural y social para el desarrollo humano en su estar comunitario.
Debo agradecer en esta nota a quienes generosamente me han dado sus opiniones y sus visiones basadas en sus experiencias en los años que llevan comprometidos con el quehacer con sus pasiones y convicciones, entre ellos: José Vidal, Renato Peralta, Natalia Berríos, Rommy Rojas, Katherine Rodríguez, María José Cifuentes, Chery Matus, Macarena del Río, Felipe Reyes, Marjorie Ávalos, Florencia Rioseco. Con la colaboración de estas buenas voluntades, hemos podido acercarnos a esos relatos que dan forma a una historia de la danza en Chile que está en pleno movimiento y que no desconoce su legado, constituyendo una práctica llena de méritos para un profundo reconocimiento de su quehacer que debería parecernos más cercano.
Alex Ibarra Peña.
Dr. En Estudios Americanos.
@apatrimoniovivo_alexibarra





