Columnistas

Propaganda política y desigualdad

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Con la llegada de los gobiernos civiles de la post dictadura, el modelo neoliberal establecido en la Constitución del 80 se fue lenta y paulatinamente desarrollando en todos los aspectos de la sociedad, privatizando no solo los recursos naturales, sino también estructuras fundamentales como la salud, la educación y los servicios básicos como el agua potable, la electricidad y los combustibles. Al mismo tiempo, este modelo de sociedad capitalista en su versión neoliberal fue penetrando de manera casi imperceptible las mentes de los chilenos y las chilenas, que se transformaron en ávidos consumidores bajo el bombardeo cultural permanente de la publicidad y la propaganda inherente al modelo de dominación. Durante todas estas décadas se fue internalizando un comportamiento de aceptación y normalización del sacrosanto “libre mercado”, que transforma todo en una mercancía, de manera tal que ya ni siquiera se cuestiona el valor o el gasto en que se incurre para alcanzar determinados objetivos, productos o servicios. Esta alienación cultural neoliberal hace que no cuestionemos los excesivos costos que se deben pagar por servicios básicos como el agua potable, la electricidad, los combustibles y la vivienda, por ejemplo, ya que, como planteaba anteriormente, hemos ido internalizando en nuestro modo de vida, en nuestro comportamiento y en nuestro pensamiento, que así es como funciona el mercado y punto.

Mientras tanto, las desigualdades productos de este modelo de dominación se siguen acentuando y una prueba concreta de ello es la proliferación de tomas y campamentos irregulares, junto al aumento de personas marginales que viven en carpas o casuchas improvisadas en las calles.

La fotografía que encabeza esta crónica es una brutal imagen que grafica de manera contundente esta alienación cultural, que ha transformado a las chilenas y chilenos en disciplinados consumidores que aceptan sin remordimiento alguno las leyes de mercado impuestas desde las elites dominantes. Mientras se gastan miles de millones de pesos en campañas electorales, la propaganda representada por las denominadas “palomas”, aquellos bastidores de madera con las fotografías de las y los candidatos, estos elementos son utilizados por las personas más marginadas de nuestra sociedad para improvisar una “vivienda de calle”.

Los escandalosos recursos que se gastan en las campañas electorales han sido asumidos sin reparo alguno por todo el espectro de los partidos institucionales, incluyendo, obviamente, a aquellas colectividades que se definen como progresistas, de centro izquierda o incluso de izquierda. El dios mercado ha penetrado tan profunda y culturalmente que todo se justifica en su nombre sin cuestionamiento ético alguno.




En un estudio que se encuentra en la web y que fue realizado por DecideChile, una plataforma de análisis de datos creada el año 2013 por la empresa tecnológica Unholster, se exponen los gastos electorales declarados ante el Servel por las y los candidatos presidenciales durante las primeras vueltas electorales entre los años 2009 y la última campaña presidencial electoral del año 2021. Desde allí se pueden obtener algunas cifras que aparecen en este estudio, información y cifras basadas en documentos obtenidos desde el Servicio Electoral (Servel).

Para efectos de esta pequeña crónica entregaré los datos de las 2 candidaturas presidenciales que sacaron las primeras mayorías en estas elecciones en primera vuelta, para que se pueda dimensionar la increíble cantidad de millones y millones de pesos que se gastan. El año 2009 Sebastián Piñera declaró un gasto electoral de 9.550 millones de pesos y Eduardo Frei: 5.989 millones de pesos. El año 2013 Michelle Bachelet gastó 8.986 millones de pesos en su campaña y Evelyn Matthei 5.806 millones de pesos. El año 2017 Sebastián Pilera gastó 4.577 millones de pesos y Alejandro Guillier 1.644 millones de pesos. Por último, en la primera vuelta presidencial del año 2021 Gabriel Boric gastó 1.420 millones de pesos y José Antonio Kast 1.323 millones de pesos.

En esta nueva elección presidencial del próximo 16 de noviembre se repetirá esta danza de miles y miles de millones de pesos, a la que hay que agregar los gastos de las campañas de las diferentes y numerosas candidaturas parlamentarias.

Pero esto no escandaliza ni ruboriza a nadie, ya que, como he manifestado anteriormente, la asimilación cultural del sistema de dominación imperante ha internalizado y “normalizado” todas nuestras acciones, transformándolas en mercancías donde el mercado fija las reglas del juego, que son aceptadas y acatadas disciplinada y desvergonzadamente. Recordar, como contrapunto en esta reflexión crítica relacionada con el escandaloso gasto de las campañas electorales, que el salario mínimo, que con gran publicidad y orgullo levanta como un extraordinario logro y avance para las y los trabajadores el actual gobierno de las coaliciones Apruebo Dignidad y Socialismo Democrático, es de tan solo de 529 mil pesos.

Guillermo Correa Camiroaga,

Valparaíso 03 de noviembre 2025

 

 

 

 

 



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