
Apretado resumen del momento político chileno
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A solicitud de la organización ERIS de sindicatos británicos escribí un texto descriptivo del momento político chileno; quienes lo leyeron antes de ser enviado me sugieren publicarlo también en el país, así que aquí va:
A partir del 11 de septiembre de 1973 Chile comenzó un proceso refundacional impuesto por la fuerza bruta; se reemplazó un proceso de construcción socialista por uno capitalista neoliberal. Bajo un gobierno ejercido por las fuerzas armadas, Chile se transformó en el laboratorio ideal para probar lo que Naomi Klein ha denominado capitalismo de choque.
La oposición a este proceso tuvo dos vertientes, la popular proletaria que buscaba reemplazar la dictadura capitalista por una democracia profundizada y popular que retomase la construcción del socialismo, y la burguesa que temía a esta opción aún más que a la dictadura y que negoció reemplazar el gobierno militar por una democracia formal a condición de mantener el modelo económico. Esta última opción, que excluía expresamente al Partido Comunista , fue la que finalmente prevaleció, en buena medida por el temor manifestado por el Departamento de Estado de USA ante la posibilidad de que una prolongación del régimen militar proporcionase terreno fértil para la opción insurreccional.
Todos los gobiernos que han sucedido a la dictadura han sido fieles a ese acuerdo y se han dedicado a administrar un modelo económico que la clase dominante, aprovechando el estado policial, dejó instalado y bien instalado, a tal punto que es difícil que todavía pueda ser profundizado; esto es lo que uno de los principales ideólogos de la Concertación, Edgardo Boeninger, llamó una “convergencia inconfesable”.
Desde 1990 el pueblo chileno ha enfrentado tal sucesión de estafas y desengaños por parte del llamado “progresismo” que finalmente dejó de comprar la pomada del mal menor y del susto al “fascismo”. La última carta del progresismo fue la del recambio generacional, el gobierno de la actual coalición, que llegó presumiendo de superioridad moral, pero su recaída en los mismos vicios de la vieja política, identificada con la tan denostada Concertación, e incluso llegando a incorporar y dar dirigencia a personeros de esa coalición, llevó al total descrédito del progresismo, el que en esta reciente campaña electoral mostró toda su indigencia ideológica, siendo incapaz de proponer un proyecto de sociedad que supere a la actual, incluso después de que el propio pueblo – en octubre de 2019 – hubiese expresado en las calles, en los muros y con letras de molde, cual era su demanda: Una vida digna, en la que salud, educación, vivienda y pensiones no fuesen bienes de mercado.
Ni siquiera la presencia del Partido Comunista dentro de la actual coalición de gobierno fue capaz de proponer un camino diferente al de la burguesía, y esto se debe a que el propio Partido se ha vaciado de contenido y se ha separado de las masas al punto de ya casi no tener células en los sectores productivos. La candidata recientemente derrotada es una buena muestra de esto, la señora Jara tiene una trayectoria partidaria impecable, con temprana militancia en las Juventudes Comunistas y con experiencia directa en el trabajo manual durante su adolescencia, con diversas responsabilidades directivas tanto en la estructura partidaria como en la administración pública; sin embargo muestra hacia su militancia una actitud tan ligera, tan de quita y pon, como jamás un hincha de fútbol tendría para cambiar la fidelidad al club de sus amores.
Este proceso de engaños y decepciones pavimentó el camino para quienes llegaron ofreciendo remedios milagrosos para algunos males que ellos mismos habían creado, como la inmigración desregulada que impulsó Piñera, y para otros, como la delincuencia, la que recibe tal cobertura en la prensa – la que pertenece su totalidad a la derecha empresarial – que llegó a instalar en el público la noción de que su principal problema es la “inseguridad” y no la obscena disparidad económica y social.
El progresismo no fue capaz de proponer algo que encendiese la imaginación y la ilusión del pueblo, no hubo una “utopía habitable” como fue la “patria joven” de la DC o la “revolución con empanadas y vino tinto” de la UP, lo único que pudo proponer en esta reciente campaña fue “más de lo mismo”, esto explica lo estrepitosa de su derrota, la que es particularmente marcada en las zonas en que radica la actividad productiva del país, el norte minero, el centro agropecuario y el archipiélago acuícola; en vez de eso se encerró en los límites de la ideología burguesa, en vez de atacar los fundamentos del régimen neoliberal se encaminó por la ideología de la victimización, de los grupos discriminados, del lenguaje inclusive y de cuanto embeleco ideológico nos vendían para reemplazar a la lucha de clases.
En cuanto a lo que venga no tengo mayores temores, sospecho que será un especie de Piñera más beato, por lo que el mayor daño estaría en lo cultural y valórico, pero en cuanto a la flotabilidad y capacidad de maniobra del país, bueno, espero que el grupo político con el que gobernará Kast sea mínimamente pragmático ante el simple hecho de que el principal socio comercial, y el más confiable, cabe decirlo, es China, pero creo que será más permeable a la presión de Tío Sam en cuanto a no acercarse a los BRICS.
Creo que seguramente se verán afectadas las actividades de organizaciones que dependen de fondos estatales para sus proyectos; es probable que se revierta el sesgo de protección a grupos victimizados, incluso podría desaparecer el Ministerio de la Mujer y aquí radica lo único que realmente me preocupa, ya que esto podría empujar a las féminas y a las feministas a los brazos de los LGBT+, los que ya una vez las embaucaron haciéndolas identificarse como otra minoría discriminada y no como la mitad fundamental de la humanidad como son en realidad.
El proceso político ya descrito, con su carga de explosiva frustración a flor de piel, hace que Kast tenga que mostrar pronto algo notable. Como el asunto de la seguridad fue el monotema de casi todas las candidaturas – sólo Artés y Parisi hablaron de economía – es probable que monte un espectáculo de expulsión de indocumentados, el grupo más vulnerable de nuestra sociedad y nadie moverá un dedo en su defensa. También va a necesitar un buen elenco técnico que le haga la parte gerencial del gobierno, y esa gente está en el grupo de la señora Matthei, por lo que probablemente veamos a Kast trayendo a bordo a la vieja coalición de Chile Vamos, tal como hizo Boric con la Concertación.
Espero que este apretadísimo resumen sea de utilidad allá en esas otras islas.
Saludos desde los atareados muelles de Chinquihue.
Renato Alvarado Vidal
14 de diciembre de 2025, con marea y luna menguando.






Serafín Rodríguez says:
Buena síntesis. Desgraciadamente El Clarín, que debería estar «firme junto al pueblo», se ha convertido en El Mercurio de la seudo izquierda.
Patricio Serendero says:
La presión del Tío Sam se hará entrando o no Chile a los BRICS. Se trata de no comerciar con China. Punto.
Ahora, si Kast consigue parar las 40 horas y despide una buena parte de la administración pública para poder ayudar con su famoso recorte de 6.000 millones, entonces la cosa será mucho peor que con Piñera.
Pienso que todavía no le estamos tomando el peso a todo el daño social y económico que Kast y sus hordas puedan hacer.