
A menos de un mes de las primarias, lo que queda en evidencia es que el oficialismo no solo enfrenta una competencia electoral, sino un debate profundo sobre el rumbo del progresismo chileno: ¿Volver al centrismo neoliberal de los 90 o avanzar hacia transformaciones más estructurales? La campaña del terror de Landerretche parece apostar por lo primero.













