Cultura

¿Una canción Nacional fosilizada?

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Foto: José Miguel Araya

Parece insólito que la letra de la Canción Nacional de Chile, que se supone debiera reflejar los sentimientos y pensamientos del pueblo chileno frente a la realidad social y natural que vive, se mantenga inalterable frente a los trascendentales y graves acontecimientos que afectan el momento histórico que vivimos. En principio no existe razón para eludir en su expresión literaria las apelaciones de carácter utópico, deseable y hasta bucólico que su autor desee consignarle, cuando ellas se producen en un contexto de paz civil y normalidad social.

 

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Sin embargo, Chile vive desde hace 46 años un quiebre profundo y violento de su realidad social, económica y política, provocado por la lucha armada abrupta y sangrienta desencadenada por un sector elitario de la sociedad en contra de los sectores populares que, por medios pacíficos, pretendían una temida ampliación de la democracia nacional. Muertos, torturados y desaparecidos fueron el comienzo de un terrible quiebre de carácter humano, político y social y fundamentalmente, ético y moral.

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Esta lucha de la clase dominante en contra de los sectores populares mayoritarios de la Nación no sólo no ha cesado, sino continúa, instalando en la vida social y política de Chile antiprincipios que le son propios y que niegan entre otros, dos principios fundamentales de la ética y de la moral política: el respeto por los derechos del ser humano y el respeto por la soberanía personal y colectiva de los ciudadanos. Estas negaciones son la base fundamental del pensamiento, de la ética y moral y de toda la acción social y política de la actual clase en el poder. Su acción ha dado carta de normalidad a una Constitución Política fraudulenta y antidemocrática, a la dictación de leyes falaces, a una desigualdad social abismante e inmoral, a la corrupción generalizada, al saqueo del Estado, a la falsedad electoral, a la expoliación en salarios y pensiones, al lucro codicioso indiscriminado, a la eliminación de derechos laborales, y a un largo etcétera. Todo lo cual caracteriza la vida expoliante, miserable, antihumana, indigna, corruptora  y sin futuro que la clase dominante ha edificado y contra la cual la sociedad se levanta hoy.

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El texto de nuestra llamada Canción Nacional no puede ser más ajeno a este quiebre trágico de la vida comunitaria nacional y a la realidad que vive el ciudadano común, lo que lo convierte en un elemento patrio petrificado, fosilizado, no representativo del alma nacional contemporánea. No hay nada en él que se identifique con el sentir y los intereses de la mayoría ciudadana en los actuales momentos. Su condición de símbolo no tiene porqué hacerlo estático, inmutable, pues está intrínsecamente ligado a la dinámica de los valores y sentimientos actualizados que involucra. Consecuentemente debe constituir un elemento vivo de las representaciones que son válidas en la mente y sentimientos populares del presente. Lo que nos señala la necesidad de conectar la letra de nuestra Canción Nacional, con la realidad concreta que afecta la vida de la comunidad social del país.

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Es la razón por la cual hemos pensado en un nuevo texto que intente identificar las circunstancias sociales y políticas que vive el país y el efecto intelectual y emocional que dicha realidad provoca en la mente  y en el corazón de la ciudadanía. Se propone aquí un texto alternativo para quienes solidaricen con los criterios expuestos y no se inhiban de cantarlo. Los juicios que se enuncian parcamente en él corresponden estrictamente con hechos y verdades conocidas, aún cuando  la realidad a la que aluden es muchísimo más extensa y profunda.

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Con el pensamiento en que la Canción Nacional como el símbolo vivo y dinámico que debiera ser, a la vez que se expresa musicalmente, lo hace también literariamente a través de juicios e ideas que surgen de la propia mutabilidad de la vida y del acontecer social, la nueva letra que se propone es apenas una sugerencia, una proposición, la que por supuesto admitirá las perfecciones que sean consideradas adecuadas por quienes la ejecuten, en el momento u época en que lo hagan. Más que individual su autoría debiera ser preferentemente colectiva.

 

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CANCIÓN NACIONAL DE CHILE   –   Nueva letra: ( denuncia y protesta)

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Sufre Chile ilegal tiranía

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ved el odio de clase reinar,

civil y militar, antipueblo

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inhumano, alevoso, criminal.

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Desigualdad programada,

Magna Ley con violencia estructural:

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es opresión feroz, sin moral.

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Cohechado, corrupto parlamento                            

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vil explotación neo-liberal,

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ley dolosa, saqueos y expolios:

lucros para una clase rapaz

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lucros para una clase delictual.

 

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Sabe Chile, (que) será el derecho

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ciudadano, el que ha de triunfar,

 

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que la infamia será destronada

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con razón, justicia y verdad

que vendrá un Chile nuevo y libre

con razón, justicia y verdad

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porque el pueblo ha de ser:  ¡ gobernante!

con honor, democracia, igualdad 

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con honor, democracia, igualdad

con honor, democracia, igualdad.

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Por Elias Vera Alvarez

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  1. ramon roman says:

    La mayoría de la sociedad chilena es como un engranaje de una máquina que produce riquezas y que da vueltas y vueltas y vueltas, moviendo otros engranajes que perpetuan este movimiento, con la única finalidad de enriquecer a los que manejan esta máquina. Los que manejan estos engranajes solamente tienen que ponerle grasita y aceite de vez en cuando para que hagan este movimiento un poquito más suave y sin chirridos.

  2. Don Elias!
    «Esta lucha de la clase dominante en contra de los sectores populares mayoritarios de la Nación no sólo no ha cesado, sino continúa,», dice Ud.
    Le recuerdo que el «Capitan General» señaló, aseguró, y predijo, que en Chile «no entra más la LUCHA DE CLASES.» luego de su asalto a la democracia.
    Es decir, ni por avión, ni por mar o la cordillera…
    De acuedo a la inteligencia obtusa del sujeto, se suprimían las clases por decreto.. o mandato.
    No recuedo si también suprimió las leyes de la física, Newton, la caida de los cuerpos libres o Arquímides.
    Iluminado – como era el «caballero»- neroniaro en su pensamiento, incendió la sociedad y las llamas aún iluminan el paisaje nacional.
    Sería bueno que el innombrable subiera del averno para observar que las LUCHAS DE CLASES en Chile, están más vivas que nunca… gracias a su legado ( o a pesar de él!).

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