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Camioneros otra vez

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“Que no se nos acuse de golpistas”, advierte el presidente de una de las organizaciones que reúne a los camioneros.

 

El caso es que en la memoria del pueblo aún se recuerda que ese gremio fue un grupo de golpistas que facilitaron y crearon las condiciones de desabastecimiento y caos para propiciar la asonada, además de haber recibido dinero de la CIA, lo que los convirtió en traidores a la patria con la que tango hacen gárgaras.

 

Sus sucios negocios derivaron en el asesinato, desaparición, tortura, destierro de centenares de miles de personas. Muchos camioneros dispusieron gratamente sus vehículos para el transporte de prisioneros y ejecutados.

 

Por ese aporte inestimable, la dictadura los premió con creces al desarmar el histórico sistema ferroviario que vinculaba gran parte del territorio, dejando las carreteras para que esos heroicos camioneros vendidos a potencias extranjeras, se hicieran ricos con la carga que quedó disponible solo para ellos.




 

La Concertación jamás hizo el más mínimo esfuerzo por aclarar esa parte de la historia aunque haya sido solo por un castigo moral ante la responsabilidad que les cupo en la matanza.

 

Hoy vuelven al ataque.

 

La ultraderecha más rabiosa y prepotente dirige a los  gremios camioneros más poderosos y no esconden su íntima y familiar vinculación con el gobierno piñerista.

 

Y si se atreven a desafiar a esas autoridades como si se tratara de sus empleados, no andan muy equivocados. Se sienten con todo el derecho de imponer a las autoridades sus propios criterios porque para eso crearon el caos que derivó en el golpe de Estado del año 1973.

 

Prepotentes, amenazantes, violentos, los camioneros más extremos se arrogan el derecho de violar todas las leyes que les dé la gana en medio de la impunidad más vergonzosa.

 

Cualquier otro gremio o grupo de ciudadanos, por mucho menos, son prestamente  reprimido de la manera más decidida y violenta por las Fuerzas Especiales de Carabineros.

 

Los camioneros son la punta de lanza en la ofensiva anti mapuche y han advertido al gobierno que ellos tomaran la justicia por propia mano sino no se despliega la represión que termine con el conflicto.

 

¿Se armarán para atacar a las comunidades?

 

Este gobierno y los que ha habido, no han atinado siquiera a entender qué es lo que ha sucedido en los últimos ciento cincuenta años en esa castigada tierra. Prácticamente todos han enfrentado lo que llaman el conflicto o problema mapuche, como una cuestión de orden público la que hay que atacar mediante la policía o el Ejercito.

 

Las iniciativas pos dictadura que tímidamente ha intentado el Estado, se han estrellado en el frontón de los intereses de las grandes forestales, los empresarios y los terratenientes.

 

Aunque el peor escollo ha sido la tremenda ignorancia de la sociedad chilena respecto de los orígenes del conflicto que el Estado tiene con el pueblo mapuche, aderezado con un enfermizo racismo que hace andar a oscuras a quienes debieran dar soluciones lúcidas.

 

El pueblo mapuche tiene el legítimo derecho a defender su existencia, su vida, su cultura, su tierra.

 

Y le asiste también una legítima opción de agudizar sus luchas cuando el Estado no solo abandona su responsabilidad, sino que permite la destrucción de su forma de vida mediante sus más eficientes avanzadas: las forestales subsidiadas por ese mismo Estado.

 

Estas empresas no son un tímido negocio de plantar árboles. Son negocios que matan la tierra con sus bosques artificiales, que acaban con el agua, que terminan con especies autóctonas y que finalmente transforman esas tierras feraces en desiertos de troncos mutilados.

 

La agudización del conflicto entre el Estado y el pueblo mapuche y sus tentáculos privados, debe resolverse por medios políticos.

 

La escalada de militarización de la zona y el peligro de una nueva matanza no tiene futuro y solo aumentará la tensión en una zona en que radica hace milenios un pueblo al que ya han querido extinguir muchos otros poderosos y prepotentes.

 

Mucho más que un grupo de camioneros.

 

 

Por Ricardo Candia Cares

 

 

 

 

 

 

 

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  1. Esperamos que ahora que el ministerio entregue instrucciones claras y precisas a la policía, y que se pueda terminar con la delincuencia, con los robos y de una vez por todas terminar con los terroristas que nos siguen quemando los camiones
    Carlos Tapia Bernal

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