Nuestra Región Latinoamericana Crónicas de un país anormal

La revolución de los “frijoleros” en Guatemala

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Los frijoles, (porotos en Chile), junto al maíz constituyen la base alimenticia de los guatemaltecos, uno de los países más pobres de América, segundo después de Haití, y el primero en mortalidad infantil.

En 1944 comenzó la revolución contra la United Fruit, empresa norteamericana dueña de la producción agrícola en Centroamérica. El líder militar, Jacobo Ardenz, intentó realizar una reforma agraria, pero la oligarquía, vendida a los norteamericanos, lo derrocó con el apoyo de la C.I.A. en 1954, (en esa época, Eisenhower era el Presidente de Estados Unidos, país que se atribuía el triunfo contra el nazismo, cuando la verdad histórica es que Victoria de los aliados fue el mérito de Stalin y del pueblo ruso). La caída de Ardenz, siempre será un símbolo fundamental en la lucha de los pueblos latinoamericanos en la lucha contra el imperio norteamericano.

Guatemala fue cuna de la más grande e importante civilización del continente americano, los mayas, y a causa de una serie de desastres naturales ha tenido dos capitales: el pueblo de Antigua, y hoy, Ciudad de Guatemala.

En la época del gobierno de Eduardo Frei Montalva 1964 -1970, el sacerdote jesuita Roger Vekemans usaba el término “clases herodianas” para referirse a las oligarquías blancas, vendidas al imperio del Norte. Guatemala, como el resto de los países latinoamericanos, ha sido víctima de las clases herodianas.




La corrupción y el genocidio, especialmente contra los indígenas, está provocando en los países del triángulo norte de Centroamérica una destrucción sin precedentes, y con el agravante de la huida de sus habitantes hacia los Estados Unidos, las famosas “caravanas”, han intentado penetrar al imperio.

El Presidente de Estados Unidos, Donald Trump ha intentado, por todos los medios, evitar que salvadoreños, guatemaltecos y hondureños logren cruzar la frontera. Andrés Manuel López Obrador, Presidente de México, está intentando la implementación de un plan de desarrollo de los estados del sur de este país, cuyo proyecto estrella es el famoso “ferrocarril maya”, con el objetivo de que los inmigrantes puedan contar con empleo, tanto en México, como en los aludidos países de Centroamérica.

La política de Trump para el triángulo norte de Centroamérica ha llevado al reconocimiento del dictador Juan Orlando Hernández, en Honduras su hermano está preso por narcotráfico en USA; la toma del poder de un joven demagogo en El Salvador, Nayit Bukele, que hace poco tiempo se tomó el congreso de su país, y en el caso de Guatemala, país dominado por la corrupción, gobernado por Alejandro Giammattei, que hoy se encuentra en una cuasi guerra civil entre la casta política y la ciudadanía.

El ex Presidente de Guatemala, Otto Pérez, y su ex Vicepresidenta, Roxana Baldetti, se encuentran actualmente en la cárcel bajo cargos de cohecho, malversación de fondos públicos y de delitos aduaneros. El despertar del pueblo guatemalteco alcanzó a llenar la Plaza de la Constitución, logrando la salida del corrupto Presidente y Vicepresidenta.

El fracaso del neoliberalismo, sumado a la consiguiente destrucción de la representación política, está llevando a la elección de advenedizos y faranduleros a la presidencia de la república, entre ellos el cómico Jimmy Morales, un evangélico que terminó su período con juicios en contra de sus parientes y amigos. Morales logró la expulsión del país de la Comisión de Naciones Unidas contra la impunidad de Guatemala, (el jefe de dicha Comisión era el colombiano Iván Velásquez que, apoyado por la fiscal Thelma Aldana, intentó combatir la corrupción en ese país de Centro América).

En las elecciones presidenciales logró triunfar el ex jefe de Prisiones, Alejandro Giammattei, perteneciente a un partido conservador, pero que prometía terminar con la corrupción. A los pocos meses de asumir el cargo, desde el mes de enero a diciembre del presente año, el Presidente ha gobernado conjuntamente con las grandes empresas, propietarias del país.

Guatemala, además del Covid-19, ha sido golpeada últimamente por dos violentos huracanes; el Presidente presentó un proyecto de presupuesto para el año 2021, con un monto muy superior al del año anterior que, lógicamente, endeudaría al país. Además, el presupuesto sólo incluía inversiones en Obras Públicas, que sólo enriquecerían aún más a empresas dedicadas a este rubro, dejando de lado la necesaria ayuda para combatir el hambre y la miseria extrema.

El Parlamento, tan corrupto como el Ejecutivo, aprobó con celeridad el proyecto de presupuesto, pero esta vez el pueblo se rebeló, iniciando la llamada “Revolución de los frijoleros”.  La policía estuvo pronta para reprimir y gasear al pueblo, pero los manifestantes lograron ocupar un sector del Parlamento e incendiarlo, colocando en la puerta una guillotina, a fin de que los parlamentarios tuvieran presente que no tenían segura la cabeza sobre sus hombros.

Una semana después de las manifestaciones del 21 de noviembre, el sábado 28 nuevamente los manifestantes ocuparon la Plaza de la Constitución, decididos a no abandonarla hasta tanto no lograr la renuncia del Presidente, Giammattei, y del Vicepresidente, Guillermo Castillo, quien había ofrecido a su compañero de fórmula la renuncia conjunta.

El Presidente pidió la intervención de la OEA pretextando que la democracia estaba en peligro, (esta Institución, hoy por hoy, está muy desprestigiada, pues el corrupto Secretario General, Luis Almagro, propició un golpe militar en Bolivia, además de haberse convertido en un sirviente de Trump, y enemigo mortal del gobierno venezolano).

No sabemos aún qué política adoptará el nuevo gobierno de Estados Unidos respecto al triángulo norte de Centro América, pero está claro que debe colaborar, junto a México, en una política de desarrollo social en esa región, a fin de evitar la inmigración caótica al país del Norte. No debemos olvidar que, en el año 2050, los ciudadanos provenientes de América Latina habrán sobrepasado los 50 millones de habitantes en Estados Unidos, superando en número a los blancos anglosajones y evangélicos.

No cabe duda de que la crisis de representación mundial está provocando una legítima rebelión de los pueblos y que Guatemala está a la vanguardia.

Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)

29/11/2020

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Historiador y Cronista

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