Se posterga la incertidumbre

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Se aproxima la medianoche y pronto será lunes 22. Ha concluido la jornada electoral. Al observar la ciudad de Viña del Mar, a través de la ventana de mi escritorio, percibo la quietud del exterior. Ha caído un manto de silencio, al concluir el desasosiego de las horas previas. Más bien parece una noche de invierno. Momentos de agobiante espera, después de una elección presidencial y parlamentaria que, desde el comienzo, se caracterizó por lo reñida. Hora tras hora se encrespaba entre zancadillas e incluso los brujos, no se atrevían a dar pronósticos. Nadie de los candidatos a la presidencia, alcanzó la votación necesaria, para alzarse con la victoria. Sin embargo, hay indicios que nos pueden ayudar a vaticinar, cómo será la elección del 19 de diciembre.

José Antonio Kast obtuvo la primera mayoría, quien la semana pasada se hizo el haraquiri, ante el estupor del país. Lo realizó en presencia de la prensa extranjera. Elogió a Pinochet, el ídolo de los sinvergüenzas y habló de militarizar el país. Su siempre arrugada frente, se mantuvo imperturbable, mientras sus adeptos, al conocer la noticia se secaban las lágrimas, utilizando sábanas de dos plazas. ¿Había sucumbido su candidatura, en medio de su arrogancia? Pese a su traspié, el niño símbolo del pinochetismo a ultranza, no sufrió heridas. Sin embargo, ha dejado una estela de terror e incertidumbre, al ganar la primera vuelta. Subido al escenario del teatro del absurdo, realizó un papel protagónico en estos últimos meses, el cual no será olvidado. Ni Shakespeare, Ionesco o nuestro Juan Radrigán, habrían imaginado un personaje de semejante catadura. Su renovado fascismo, encantó a los borregos que en manada lo apoyaron.

Gabriel Boric obtuvo la segunda mayoría, aunque muchos creíamos que iba a resultar primero en esta reñida elección. Aunque simboliza el cambio desde las raíces, empeñado en atender sin complejidades las urgencias, y poner en movimiento al país, el electorado le fue esquivo en algunas zonas. En cambio, José Antonio Kast surgió como el continuador de la dictadura de Pinochet, desde luego, remozado. Este gobierno, el peor desde 1810 o desde cuando Diego de Almagro vino a conquistarlo, contribuyó a su triunfo. Creó inseguridad, miedo, temor y levantó un candidato hechizo, especie de galán de novela a lo Corín Tellado y después de retocarlo, le ofreció la candidatura a la presidencia. Sebastián Sichel pagó los platos rotos.

De ser así, Chile podemos+, debería sucumbir al cabo de unos meses, lo cual no significa que sus mentores abandonen las apetencias de volver al gobierno. A esta hora, deben estar realizando las aproximaciones y tratativas políticas, para apoyar a Kast en segunda vuelta, a cambio de algunos ministerios. Quien obtuvo el tercer lugar, un tal Franco Parisi, también debería darle el apoyo al candidato de la ultraderecha, por razones de parentesco ideológico. ¿A cambio de qué? Jugó al misterio, como si fuese el jovencito de una película de cowboys, lo cual le rindió utilidades especulativas. Encantó a aquellos borregos que votan al tuntún. Todo se negocia en política, hasta el honor. En este escenario, despejadas las incógnitas y de no sobrevenir un maremoto o el hundimiento de la Cordillera de los Andes, Gabriel Boric debería ganar el balotaje. Desde luego, apoyado por esa izquierda limpia que emerge de las bases del pueblo, y que no exige recompensas políticas. Urge derrotar al fascismo de José Antonio Kast, disfrazado de cristianismo. La jornada de octubre de 2019, que tuvo características emancipadoras, se realizó para crear un Chile distinto, y no volver al pasado. Hay tareas pendientes, que no pueden ser soslayadas.

Por Walter Garib

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