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Crece en Estados Unidos la ola de rebelión laboral con masivas movilizaciones

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Huelgas, campañas de sindicalización, movilizaciones y otras acciones colectivas de trabajadores, incluidas las de 115 mil ferrocarrileros de carga, casi 50 mil académicos de la Universidad de California, miles de enfermeras, sobrecargos, empleados de almacenes, de cafeterías, de supermercados, periodistas y más, de todo el país, son parte de una ola de acciones que prometen una resurrección del movimiento laboral.

En esta ciudad, más de mil trabajadores de la redacción del New York Times se preparan para estallar en huelga esta semana, después de hartarse con sus patrones al negociar un nuevo contrato durante 20 meses, mientras mil 500 académicos de tiempo parcial en huelga marchan frente a las puertas de la Universidad New School, y al mismo tiempo al otro lado del puerto de Nueva York, en Staten Island, más de 8 mil trabajadores que fueron los primeros en sindicalizar a un almacén de Amazon buscan firmar su primer contrato colectivo mientras apoyan la sindicalización de sus compañeros en otras partes de la megaempresa, son sólo algunas expresiones locales de lo que está ocurriendo a nivel nacional.

Las acciones incluyen desde nuevos esfuerzos para sindicalizar empresas del sector de servicios, hasta nuevas ofensivas que incluyen huelgas para lograr mejores condiciones en contratos colectivos en industrias tradicionales. Y están triunfando: los sindicatos han ganado más elecciones (para establecer un sindicato) en 2022, que en cualquier año desde 2000. Hasta la fecha han estallado más de 288 huelgas con la participación de tres veces más trabajadores que en todo 2021.

Más aún, el nivel de aprobación del público estadunidense de los sindicatos ha llegado a 71 por ciento, su punto más alto desde 1965, según el sondeo más reciente de Gallup.




Tal vez lo más notable es el surgimiento de nuevos sindicatos independientes dentro de empresas ferozmente antisindicales, por ejemplo, el de los trabajadores de Starbucks que en un año ha logrado sindicalizar 250 tiendas –aunque la empresa aún se rehúsa a negociar contratos colectivos– como también el nuevo gremio que busca continuar sindicalizando a más instalaciones de Amazon en cadenas de supermercados como Trader Joe.

Momento más débil en casi un siglo

A la vez, sindicatos en sectores como los de ferrocarriles, hospitales, aerolíneas, puertos (estibadores) empresas de paquetería, universidades, museos, supermercados y escuelas públicas también están nutriendo la vitalidad de un movimiento laboral que se había estancado y está en su momento más débil en casi un siglo como resultado de una ofensiva neoliberal desatada por la cúpula política en Washington y el sector empresarial desde la presidencia de Ronald Reagan en los años 80 hasta ahora.

Este año se han registrado por lo menos 630 acciones laborales en 980 ubicaciones del país, según datos de la Escuela de Relaciones Laborales de la Universidad de Cornell… (https://striketracker.ilr.cornell.edu). Las solicitudes de elecciones para establecer nuevos sindicatos se incrementaron 53 por ciento en el año fiscal de 2022 respecto de 2021, el índice más alto desde 2016, según datos oficiales. Algunos expertos comentan que el nivel de actividad sindical y otras acciones colectivas de organizaciones laborales está llegando a un punto no visto desde los años 40.

Entre estas acciones está la actual huelga universitaria más grande en la historia que involucra a 48 mil trabajadores académicos –incluidos estudiantes de posgrado, entre otros– en el sistema de los nueve campus de la Universidad de California que ya lleva tres semanas y la cual ha gozado del apoyo de estudiantes y profesores, la cual podría tener amplias implicaciones para el futuro de las relaciones laborales en Estados Unidos. Por ahora, las autoridades de esa universidad pública están buscando dividir a los huelguistas, ofreciendo concesiones y beneficios a algunos y a otros no.

Algunos observadores señalan que esta ola de activismo sindical es acompañada de la llegada de un presidente que se comprometió a ser el presidente más prosindical en la historia. De hecho, la campaña presidencial de Joe Biden arrancó en un sindicato en Pittsburgh, y ha repetido desde entonces su consigna antineoliberal de que Wall Street no construyó a este país, la clase media construyó este país, y los sindicatos construyeron la clase media.

Aunque ha revertido la agresión oficial contra sindicatos y derechos laborales, nombró un secretario del Trabajo prosindical y reparó relaciones con sindicatos nacionales durante sus primeros dos años en la Casa Blanca, Biden enfureció a algunos de sus aliados sindicales la semana pasada al promover una intervención federal para frenar una posible huelga nacional de más de 100 mil trabajadores de ferrocarriles de carga programada para el 9 de diciembre con la justificación de que provocaría un grave daño a la economía nacional.

Líderes de algunos de los sindicatos involucrados condenaron la anulación de su derecho a la huelga con la promulgación de una ley obligándolos a aceptar un contrato colectivo que la mayoría de sus miembros habían rechazado en una disputa prolongada centrada en condiciones de trabajo incluyendo el derecho a días pagados por enfermedad en una industria que está generando ganancias récord de 20 mil millones de dólares el año pasado, mientras redujo su fuerza laboral en 30 por ciento. Biden será recordado como una de las decepciones más grandes de la historia laboral, tuiteó la alianza intersindical Railroad Workers United.

Insurrección contra la desigualdad

Esta nueva ola de acciones es en parte una rebelión contra las consecuencias de la agenda neoliberal de las últimas cuatro décadas, la cual ha llevado a niveles de desigualdad económica sin precedente en casi un siglo.

Varias investigaciones académicas han demostrado que el declive del sindicalismo está directamente relacionado con el incremento de la desigualdad económica en Estados Unidos. Sólo 10.3 por ciento de la población laboral –14 millones de trabajadores– está sindicalizada (en el sector privado, apenas 6.1 por ciento); en los años 40 y 50 casi un tercio de los trabajadores tenían un contrato colectivo.

Sara Nelson, presidenta del sindicato de sobrecargos Association of Flight Attendants, con 50 mil miembros, comentó recientemente: desde que los trabajadores generalmente obtuvieron del derecho a la huelga en 1935 (para promover contratos colectivos), las empresas y sus políticos comprados se han dedicado cada día a quitárnoslos. Esa es la razón por la cual no podemos obtener la promulgación de políticas ampliamente populares y porque nuestra democracia está casi muerta.

Despues de décadas de lucha, estamos en una coyuntura infundida de entusiasmo, energía y esperanza, declaró recientemente la presidenta de la central obrera AFL-CIO al anunciar un nuevo fondo de 11 millones de dólares anuales para campañas de organización sindical.

D. Taylor, presidente del sindicato nacional Unite-Here –representando a trabajadores de hoteles y restaurantes, entre otros– comentó que no ha habido un momento más candente para organizar que ahora mismo. Los trabajadores están hartos de la desigualdad extrema y la explotación y están listos para luchar para mejorar sus condiciones.

 

Por David Brooks

 

Fuente: La Jornada



Corresponsal de La Jornada en NY

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  1. Como en muchas partes, el periodismo grande de EEUU, no acusa recibo de estas acciones, salvo que las encuentres en la calle como me ha pasado con starbuck. Por su densidad de población (320 millones) y lejanía entre Estados que son casi como países diferentes, la unidad de los trabajadores es un mito; ni siquiera existe en Chile, país unitario, pequeño (18 millones) con un sistema capitalista neoliberal muy fuerte.

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