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Crece la discoteca para la cueca

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Una fiesta este jueves 9 de noviembre será la presentación del más generoso disco cuequero de 2023: “Unidos”, con veintiún grupos y cantores. “Es como un gran acuario, donde están todos los grupos nadando y el agua es la cueca”, define su productor, el músico Pintocabezas.

 

Los menesteres de la cueca se resuelven con más cueca. Este jueves 9 de noviembre a las 19 horas en el Bar Victoria, comuna capitalina de Pedro Aguirre Cerda, habrá una fiesta a beneficio para financiar la grabación de un disco. El disco, eso sí, ya está hecho. Se llama “Unidos”, incluye a veintiún cantores y grupos de distintas generaciones en la cueca y va a estar en venta esa noche.

“Lo del beneficio es necesario porque igual falta harta plata con la que tapar ese hoyo”, dice sobre la deuda consiguiente el guitarrista Rodrigo Pinto Cabezas, también conocido como Pintocabezas, quien se dio la tarea de producir “Unidos” en su sello grabador autogestionado La Viseca Records, y que contará con la presencia del popular cantor y actor Daniel Muñoz en la fiesta. “Fue un colaborador súper dispuesto a aportar”, valora el productor.

El disco es generoso en música. De Caramba, Calleboca, Los Meta y Ponga, Los del Mapocho, Calila Lila, Siete Velos, La Malvarosa, La Romeranza, Los Achiquillaos, Las Entonás, Ceci Canto y sus Amigues, Chica Pauli y su Lote, Claudio Lazcano, Claudio Silva Rey, La Charawilla, Akacia, Mishki, Los Serenatos, Los Chercanes, Chiri Cueca y Danae Vargas son las voces reunidas. “Vamos a hacer unas cuequitas a dúo con Daniel Muñoz”, anuncia Pintocabezas sobre la jornada de este jueves, “y después armé un lote con Akacia, Chica Paulina, Ceci Millaray de Las Entonás, Cristian Infanta (de Siete Velos), Alex Zurita (de Los del Mapocho) e Ignacio Andrade (de De Caramba). Va a ser un mix de puros integrantes de las bandas que están el disco”.




De Caramba, Los Meta y Ponga (arriba), Calleboca, Los del Mapocho.

 

Del Ensayo a la Estación

Con una historia personal vivida en grupos y lotes previos como Los Chinganeros, Calleboca y Los Corrigüela, Pintocabezas bautizó además con estilo de cueca su sello disquero, porque la Viseca, también llamada el patio de los polleros, es el mercado en la Estación Central que fue una de las cunas históricas de la cueca santiaguina junto con La Vega y el Matadero.

El guitarrista conoció ese lugar desde que en la primera década del siglo frecuentó los ambientes cuequeros. Y un simbolismo igual de claro es la fecha que escogió para publicar “Unidos” en formato digital: el disco apareció el 27 de octubre pasado, es decir el día en que se corre el clásico hípico El Ensayo, que también es una fiesta tradicional de la cueca en el Club Hípico de Santiago.

–Sin ser adepto a la hípica, fui a El Ensayo por las cuecas –dice–. El primer Ensayo al que llegué no me acuerdo si fue el 2006 ó 2007, era una fiesta mucho más chica que lo que es ahora. Estuve con la gente de la Estación, con los taitas ahí de la Viseca, que tenían armada una fiesta con tambores, con ponche, con cocimientos, una cosa muy bella. Y estaba el Baucha (Luis Hernán Araneda), Manolito Santis, el Buey (Osvaldo Cerda), el Ciego Jorge… los viejos de la Estación.

Rodrigo Pinto también evoca a la juventud de su generación que aprendía de esa escuela.

–No éramos muchos en las cuecas tampoco: estaban Los Trukeros, las Niñas por ahí y gente un poco suelta –recuerda–. Era bien primario, habremos sido unas treinta personas. Yo estaba recién entrando, no tenía tantos conocidos y como andaba con mohica y con aro era medio resentido también, venía de otro lado, otra apariencia, otra escuela, otro todo. Yo mismo muy bien no sabía qué estaba haciendo ahí. Pero sabía que era una fiesta hermosa y estaba averiguando, encontrando la cueca en estado salvaje en los distintos lados donde la conocí. Digo en estado salvaje porque no es como ahora, que está en todos lados. En esa época había que ir a un lugar específico y ahí encontrabas algo, como un tesoro.

Calila Lila, Siete Velos (arriba), La Malvarosa, La Romeranza.

 

La unión hace la cueca en la Viseca

Para el elenco de “Unidos” el productor hizo un llamado público tras el que recibió una treintena de cuecas, y sobre ellas practicó una selección. “La finalidad del disco era refrescar el repertorio y dar visibilidad a los grupos, ayudar a que la cosa se mueva. Diecisiete años o algo así llevaré en las cuecas, y también es como una ofrenda al estilo que me ha dado tanto, a esta fuente de conocimientos y de sabiduría popular, en agradecimiento a todo lo que he vivido”.

Cada grupo y solista grabó en el estudio de La Viseca instalado para estos efectos en una casa de calle Quirihue en Santiago. “Esa casa tiene una historia bonita, porque ahí vivió Ana Tijoux, y el estudio donde grabé creo que era su estudio”, cuenta Pintocabezas. “Caleta de gente me ofreció mandar pistas grabadas, pero si algo tenía claro es que todos tenían que grabar en el mismo lugar. Me preocupé de microfonear todo, de poner en práctica lo que he aprendido en este tiempo”.

Entre los más tempranos grupos del disco están De Caramba (2008), Calleboca (iniciado hacia 2011 según reconstituye el propio Rodrigo Pinto) y Los Meta y Ponga (2011), seguidos de Calila Lila (2014), Siete Velos (2015), La Malvarosa (2017), La Romeranza (2017), Los Achiquillaos (2017) y Las Entonás (2019), además de solistas de la experiencia de Cecilia Canto. “La Chica Paulina también es de las antiguas, chinchinera, con muchos años en las cuecas”, dice Pintocabezas.

“Hay bandas muy fresquitas también, y otras un poco más antiguas pero que tienen nuevas formaciones, por ejemplo Calila Lila y Los Meta y Ponga”, agrega el guitarrista. Y la geografía es otra variedad del disco. Claudio Silva Rey, Claudio Lazcano, La Charawilla (Daniela Sepúlveda) y Los Serenatos viven y trabajan en Valparaíso; Cristián Chiri Cueca en Olmué; Valentina Mishki en Quillota, Los Achiquillaos en Villa Alemana y Akacia (Jennifer García) en Pucón.

Ceci Canto, La Charawilla (arriba), Akacia, Mishki.

 

Agua, sangre y patriarcado

“Ni el disco ni yo tenemos tanta intención de nada más que ser un muestrario. Es como un gran acuario, donde están todos los grupos nadando y el agua es la cueca”, define el productor sobre “Unidos”, y detalla qué ciencia hay en el orden de las canciones.

“El disco tiene un clima. Las tres primeras son cuecas de presentación, sobre la cueca misma. ‘Voy buscando mis raíces’, dicen Los del Mapocho. ‘La bailaora’, de Las Entonás, habla de la bailaora que viajó de Oriente, y La Romeranza dice que la cueca es pa’ los rotos, como un caldo que te revive. Después vienen cuecas más libres, un poco románticas, y con Ceci Canto empieza la parte más contestataria del disco, que son cuecas más comprometidas”.

–La de la Ceci se llama “Crónica de protesta” –continúa Pintocabezas–. Los Meta y Ponga con “El campesino choreado” hablan de un campesino que ve cómo se seca su huerta y se le mueren los animales porque le roban el agua. La Malvarosa en “Y va a arder y va a caer” habla contra el patriarcado. El Chiri Cueca en “Desangraron los copihues” se refiere a la matanza indígena; en “El gran descontento” Mishki habla de que la ciudad se va comiendo todo y arrasa con nuestra vida.

“Después vienen cuecas rememorativas que siempre son importantes”, destaca el productor. “Calleboca con ‘Voy con una cueca a la Estación’ habla de ir a la Viseca. En ‘Recuerdo aquellos años’ los Serenatos cantan acerca del puerto (de Valparaíso), de Juan Pou, de Lucy Briceño, del tío Beno (Benito Núñez), de La Isla de la Fantasía. Lo de Los Achiquillaos es lindo porque es súper local la cueca de ellos, de su zona en Villa Alemana. ‘El Huaso Carlos’, de los Siete Velos, era una picada de Esperanza con Romero (en Santiago) donde la cueca se fue a meter como en el 2012, 2013. Y en la última cueca Danae Vargas mete un foxtrot, una mezcla que me pareció bacán para cerrar”.

La Entonás, Claudio Silva Rey (arriba), Los Achiquillaos, Claudio Lazcano

 

Lo quisimos, lo sembramos

–No soy sonidista ni nada, soy melómano –declara Pintocabezas–. Ésa es mi escuela: miles y miles de discos que he escuchado y que he visto. Puede ser que eso te enseñe el mapeado que lleva un disco, para dónde va, cómo armarle un camino para que se entienda la historia que quiera contar. Soy más a la antigua en ese aspecto, me importa mucho el objeto antes conocido como disco, como dice Café Tacuba, como un libro también, que cuenta una historia de principio a fin.

–¿La historia que cuenta este disco es el relato común de estas generaciones en la cueca?

–No. Es que la cueca siempre ha sido crónica, ésa es una de las gracias antiguas y originales que tiene, y en este caso cuenta desde el punto de vista de los creadores sus versiones de las cosas. Las Entonás hablan de que la bailaora vino en los barcos; son teorías, como las de Marabolí (Fernando González Marabolí, erudito mentor de Los Chinganeros): todos ponen su hipótesis y eso es bacán también, ocupar la cueca como manifiesto para expresarse. Yo amo la música pero para mí el arte primero que nada es político, si las relaciones humanas son políticas. Lo que pedí a los cabros es que la cueca también tiene que tener sentido y razón, sobre todo en Chile, donde los artistas ligados a la cueca por lo general estamos a duras penas. A los mismos cabros uno se los encuentra en las micros, en los mercados tocando, sin despreciar eso ni nada, pero es duro.

–¿Te llama la atención que la cueca hasta se haya puesto de moda en varios momentos?

–Es que fue el rezo de nuestra época. Lo digo así porque lo rezamos de alguna manera, lo pedimos, lo quisimos, lo plantamos, lo sembramos: queríamos la fiesta chilena con cuecas, en el 2006, en el 2009, cuando se estaba poniendo de moda. Empezó como un boom y después en 2011 la cosa había reventado. Queríamos rescatarla y transformarla en un carnaval, que fuera esto que es ahora. En esa época estábamos con Los Chinganeros tocando en el Comercio Atlético lleno, pero éramos cincuenta o sesenta personas, no eran las magnitudes de ahora, cuando es mucho más grande. Ya la cueca está en todos lados, vas a cualquier región de Chile y hay ruedas.

–¿Eso es contradictorio con la precariedad que mencionabas?

–Es que estamos en Chile, que es un país súper mediocre, y con la joya que es la cueca chilena igual siguen buscando que un grupo de cinco personas vaya a las pegas por cien lucas, ciento cincuenta, doscientas lucas. Ésa es la realidad. Esta es la música de Chile, entonces está bien que esté en todos lados, porque cada zona tiene su color y su forma de hacer las cuecas. Pero a la vez la precariedad en el arte chileno es algo que nunca se va a acabar, sobre todo en estos estilos. Por algo la cueca se refugió en la pobreza de alguna forma, porque como decía Charly (García), “Estoy cantando esta canción que alguna vez fue hambre”. No me imagino a alguien sentado en un trono escribiendo cuecas de los barrios bravos, de la feria o del Matadero.

 

 

Por David Ponce

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Lanzamiento de “Unidos”.– Con Daniel Muñoz y sus amigos + Unidos el Lotecito. Jueves 9 de noviembre, 19.00 horas, Bar Victoria, Carlos Valdovinos 1951, Metro Pedro Aguirre Cerda, Santiago. $5.000, consultas en lavisecarecords@gmail.com y en +569 4507 8822.

 

 

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Periodista

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