Economía y Mercados en Marcha

Ni catastrofistas ni tan tranquilos

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A fuerza de tanto repetirlo, se ha logrado vender la idea de que la economía chilena está en medio de una profunda crisis. Mucho de esa prédica está encaminada, en el fondo, a postular que no es el momento de hacer ningún tipo de transformación en las estructuras económicas del país, es decir, abandonar la idea de reformar el sistema previsional o de llevar adelante algún tipo reforma tributaria, por modesta que ella sea.  Lo único que se puede y se debe hacer en materia de política económica, según esa tesis, es introducir algunas pequeñas modificaciones cuantitativas, en la medida de lo posible, pero sin alterar la esencia misma del sistema.

Hay indudablemente problemas económicos y sociales que se ponen claramente de manifiesto por medio de los indicadores más convencionalmente utilizados para esos efectos. Pero no está tan claro que estemos en medio de una profunda crisis, ni mucho menos en presencia de una depresión o un retroceso sustantivo en materia económica. Y sobre los problemas realmente existentes – que de haberlos, los hay-  no esta tan clara cual es su causa, y por lo tanto, tampoco hay claridad sobre las medidas que habría que tomar para solucionarlos.

En el mercado laboral, entre el trimestre agosto-octubre de 2022 y el trimestre agosto-octubre del 2023, la fuerza de trabajo ha aumentado aproximadamente en 300 mil personas. De ellas, 183.000 han ido a incrementar la cantidad de los ocupados, mientras que 120 mil han incrementado la cantidad de los desocupados. No es cierto, por lo tanto, que la economía chilena no esté absorbiendo las nuevas promociones de trabajadores que se integran al mercado laboral. Lo hace, pero menos que lo necesario, lo cual lleva a que aumenten también los desocupados. No es cierto tampoco que los nuevos ocupados lo estén en el sector informal, donde se presenta un escaso nivel de productividad, sino que el nivel de trabajadores en el sector informal se ha mantenido prácticamente igual de un año a otro. No es bueno, desde luego que existan elevados niveles de informalidad – dos millones 450 mil personas aproximadamente – pero no es cierto que los nuevos ocupados se canalicen mayoritariamente hacia esa situación. Hay, por lo tanto, una lenta velocidad de absorción de la nueva mano de obra que busca integrarse al mercado laboral, pero no un problema de expulsión masiva de la misma de los trabajos existentes. Un crecimiento, por lo tanto, lento, mediocre e insuficiente, pero no un retroceso ni una catástrofe.

En lo que respecta al PIB – el indicador más comúnmente utilizado para visualizar el estado de la economía –  éste presentó un nivel real de 49.460 miles de millones de pesos en octubre del 2002, y se elevó, muy levemente, pero creció- a 49.753 miles de millones de pesos a los 12 meses siguientes. Nuevamente se crece poco, pero no se está en presencia de una debacle o una reducción sustantiva de la actividad económica. El IMACEC, que es el indicador utilizado por el Banco Central para dar cuenta del nivel mensual de la actividad económica, presentó un nivel de 108.6 en octubre del 2022  y subió en octubre del 2023, a 109.0.




Hay una diferencia importante entre decir que la economía está en crisis o en una depresión profunda, y decir que estamos creciendo poco, en forma lenta y mediocre, y menos que lo necesario. Las causas, los efectos y las eventuales medidas de política económica a tomar, son diferentes en cada caso.

Las actividades productivas que durante décadas han sino las más relevantes en el crecimiento de la economía chilena, ya no aumentan lo suficiente su producción ni su productividad, y no son capaces, por lo tanto, de impulsar hacia adelante al conjunto de la economía nacional. Eso exige transformaciones sustantivas que tienen que ver con nuestra inserción en los circuitos del comercio internacional contemporáneo y con la promoción dentro del país de una nueva etapa de industrialización. Esto no se enfrenta ni se soluciona, por lo tanto, con meras modificaciones cuantitativas, sino que requiere de cambios y virajes sistémicos. En el corto plazo, sin embargo, se necesita incrementar la capacidad de inversión y de creación de empleo del sector tanto público como privado, lo cual pasa por incrementar la capacidad normativa, promotora y productiva del estado

Por último, pero no lo menos importante, no hay que perder de vista que el crecimiento que Chile reclama no es aquel que conocemos, en que aumenta la desigualdad y la carencia de derechos sociales, sino un crecimiento con más justicia, más igualdad y más dignidad, que es, por lo demás, el único sustentable. Y eso exige transformaciones en la vigencia efectiva de los derechos sociales, en la distribución del ingreso y en los deberes y capacidades del estado.

 

Por Sergio Arancibia

 

 

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Economista

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  1. Patricio Serendero says:

    Los empresarios chilenos, que evaden impuestos tres veces la media de la OCDE son perfectamente incapaces de liderar el desarrollo del país. Ellos lo han conducido a la estructural pobreza actual. No tienen disculpa alguna. Las empresas privadas son la estructura económica principal del país. Cuanto de los beneficios que reciben son reinvertidos y no van a parar a sus cuentas numeradas en los paraísos fiscales? Cuanto gastan en investigación? Mienten como ahora sobre el estado de la economía para como siempre, justificar el que no les vayan a tocar los impuestos ni aumentar sensiblemente salarios donde la exigencia futura de las 40 horas les crea un problema enorme por la ineficiencia y baja productividad actuales.
    En suma, una clase social que dirige el país en el interés solo de los ciudadanos de 3 comunas.
    Solo el cambio radical de este modelo de sociedad podrá resolver los problemas del país.

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