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Elecciones: la crisis del sistema es el sistema

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La cáfila de políticos que dirigen el Estado debe ser de la peor estofa en la existencia de la nación. Sujetos corruptos que han hecho de la mentira su arma favorita. Criminales encubiertos que adhieren a las formalidades de esta democracia parchada y casi al borde del desfonde solo porque da rédito en contante y sonante. Golpistas desembozados que reharían el camino sangriento del tirano no más la cosa se les ponga cuesta arriba. Ignaros que logran poner en duda la evolución humana y su cultura.

Y, como complemento sine qua non, una parvada de políticos tembleques y acomodados, perfectos pequeñoburgueses que aprendieron en breve la mecánica del acomodo y la transfiguración cromática, hacen el coro necesario.

El arte del chamullo y la movida.

De fondo, como contexto histórico, una transición que no termina de cuajar luego de más de treinta años de manipulaciones y falsedades, explotación y saqueos, que ha generado un Estado que resiste a duras penas antes de su desfonde.




Piense usted las razones por las cuales no existe institución alguna que forme parte del Estado, que no haya sido comprobada como alojamiento de sistemas de corrupción estructurados y organizados en bandas de sinvergüenzas.

Cuando se habla de crimen organizado, debe hablarse también de lo que pasa en aquellas instituciones cuyas palabras más recurridas son patria, decencia, probidad, servicio público y lo que usted quiera en términos de declamaciones falsas.

En ese contexto de democracia anémica, anómica, habrá elecciones presidenciales de aquí a poco.

Como una excepcional curiosidad, esta vez una militante comunista aparece con las de ganar, solo porque no va como comunista. Con una militancia considerada como de quita y pon, asume la representación de una coalición que boquea irremediablemente. Se enfrenta la compañera Jara a una ultraderecha cuya vigencia y permeación en la sociedad demuestra las falencias democráticas del actual orden. Esa gente debiera estar presa y/o proscrita por potenciales criminales de lesa humanidad.

Y sancionados socialmente por rascas.

El Frente Amplio, esa experiencia fallida que venía a superar todo aquello que era fatalmente inmoral, demostró su fracaso y esterilidad al no ser capaz de generar siquiera un liderazgo que tomara la posta de algún legado trascendente ni de haber hecho algo significativo por la gente abusada por el orden.

Parches, remiendos, sucedáneos de justicia, es lo que han hecho por quienes se han deslomado para que un puñado de miserables se hagan cada vez más inmoralmente ricos.

Para decir las cosas como son, es/fue, un referente político esmirriado ideológicamente, políticamente sin habilidad alguna, y entregado a los restos agusanados de la Ex Concertación que vino a salvarles la gestión a cambio de altas cuotas de poder. Y, por cierto, de elevados sueldos de por medio.

Se enarbola la ley Karin, las 40 horas laborales, el alza del salario mínimo a más de $ 510 mil y la reforma previsional, una ley TEA sin financiamiento ni reglamento. No mucho más.

En rigor, los avances en materia de derechos de los trabajadores son insignificantes si se compara el ordenamiento profundamente injusto de la sociedad de un país inmensamente rico que se basa en una población inmensamente pobre. Que el 1% se lleve la mitad de la riqueza producida debería ser un escándalo, pero solo es una estadística que parece no decir mucho del orden supuestamente democrático. Es un éxito del modelo.

Hace poco, el presidente Boric recordaba la nacionalización del cobre impulsada por Salvador Allende y la Unidad Popular, con un lenguaje que llamaba a equívocos: en su discurso daba la impresión de que el cobre es chileno.

Digamos que la candidatura de la compañera Jeannette Jara no era la que La Moneda situaba como la de sus favores. Con todo, su votación implicó un castigo a la gestión Boric infestada de exconcertación de banda a banda.

De cierta manera es un reproche a lo hecho y, sobre todo, a lo no hecho que yace en el cajón de las promesas que ya cumplieron con lo suyo.

Recordemos como arreció el anticomunismo pequeñoburgués en el seno del gobierno, como trataron a los cuadros de ese partido y el notable cuero duro de la gente del PC para soportar el ninguneo y el maltrato.

Pero estos escenarios de tira y afloja, desde el punto de vista de la contradicción fundamental, no tiene ninguna importancia.

A contrario sensu, es una mecánica que reconforta, anima y fortalece la cultura dominante al darle el toque de legitimidad y amplitud que requiere. Es el rol de la práctica de la alternancia que se intenta mostrar como un rasgo democrático.

El lenguaje propio del neoliberalismo, asumido como cosa religiosa, se deja sentir cuando la compañera Jara habla de crecimiento, referencia y variable neoliberal por excelencia. Y como sabe hasta el que sabe poco, resolver los problemas de nuestro país con un criterio de fondo, es decir, que implique cambios democráticamente estructurales, implica poner el acento en la contradicción entre neoliberalismo y democracia, que es muy parecido a crecimiento versus desarrollo.

Chile necesita un proyecto de verdad patriótico, que lo industrialice, que retome el mando estratégico de las infinitas riquezas de este suelo, que haga del pueblo y los trabajadores sujetos de esos cambios y no solo meros espectadores con sueldos calculados exprofeso para que duren lo que dura una flor, que refuerce al Estado y no lo desmiembre como se hace ahora.

Que se proponga construir un país en que los niños sean felices, como suficiente horizonte ordenador.

Aunque parezca poco creíble, al sistema le hará bien un gobierno que defina una alternancia intrasistema porque lo dotará de una legitimidad democrática que el sistema no tiene. Las reuniones de la candidata con los empresarios han tenido la virtud de entregarles la tranquilidad necesaria para que sigan explotando a la gente y sigan haciéndose aún más ricos.

Por eso a los poderosos les interesa más la parlamentaria que la presidencial porque ese frente lo tienen controlado. Pero el azar que trae aparejada la elección de diputados y senadores no es algo que se pueda dar como hecho para sus intereses.

He ahí que es altamente interesante que sectores críticos al sistema sean capaces de levantar listas parlamentarias con candidatos valiosos, con experiencia en el mundo social, honestos, que sean capaces de decir las cosas como son y, por sobre todo, que levanten la vista en orden a construir una opción contraria al modelo, que se proponga un horizonte y un proyecto que sea capaz de rescatar la enorme decepción y rabia que hay en prácticamente toda la gente genuinamente de izquierda que se ha visto traicionada.

Se habla de la crisis del sistema, pero el sistema es la crisis. Esa que el pueblo paga a diario como castigo por haberse atrevido alguna vez a caminar por propio pie y a pensar por propia cabeza.

 

Ricardo Candia Cares

 

 

 

 

 

 



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Ricardo Candia

Escritor y periodista

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