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Jara: Una primera mayoría inquietante

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El último sondeo de AtlasIntel, publicado por Bloomberg, sacudió el tablero electoral: Jeannette Jara encabeza la carrera presidencial con un 35,2% de las preferencias. Es la primera vez que una candidata comunista lidera una encuesta nacional con semejante margen, superando por casi nueve puntos a José Antonio Kast (26,5%) y dejando muy atrás a Evelyn Matthei (10,4%), cuya debacle la saca incluso del podio. El tercer lugar ahora lo ocupa Franco Parisi, con un sorpresivo 17,1%.

El ascenso de Jara, sin embargo, no debe leerse como una consagración anticipada. Las cifras de segunda vuelta revelan una paradoja: todos sus principales contendores la vencerían en un eventual balotaje. Ni siquiera Kast, el adversario más polarizante del espectro, perdería ante la exministra de Boric. Es un escenario curioso: la izquierda gana en primera vuelta, pero sigue sin seducir mayorías finales.

La derecha, por su parte, vive una crisis de descomposición. Matthei no solo cae en las encuestas: también tropieza en su propio relato. Esta semana anunció con fuerza una querella contra el Partido Republicano por lo que llamó una “campaña asquerosa” en su contra, con videos que aluden a un supuesto deterioro cognitivo. La ofensiva duró poco. Bajo presiones internas y empresariales, la candidata de Chile Vamos se desdijo y congeló la acción judicial. En política, nada huele peor que la debilidad explícita.

Mientras tanto, Kast deja hacer. Su silencio frente al ataque a Matthei no es omisión, es cálculo. El líder del Partido Republicano prefiere que la derecha tradicional se derrumbe sola y arribe a noviembre sin otra alternativa que apoyarlo. La guerra fratricida ya no se oculta, y los votantes comienzan a tomar nota. El voto de orden —ese que teme el “salto al vacío”— podría migrar desde el caos interno de Chile Vamos hacia el orden férreo que proyecta Kast.




Franco Parisi, por su parte, disfruta el descalabro de los partidos tradicionales. Con una campaña aún sin despliegue visible, avanza sostenido por el descontento social y la memoria de su electorado digital. Que supere a Matthei es señal de una derecha fragmentada y una centroizquierda que aún no logra consolidar una mayoría sólida.

La encuesta confirma también la fragilidad del “techo de cristal” que enfrenta Jara. Si bien ha logrado consolidar su liderazgo dentro del oficialismo —incluso con el apoyo formal de la Democracia Cristiana—, su dificultad para proyectarse en segunda vuelta refleja el miedo latente al comunismo, agitado por décadas de campaña ideológica. El problema no es su gestión, ni su programa, ni su equipo político —diverso y experimentado—, sino el símbolo que encarna.

Las próximas semanas serán cruciales. Aún pueden sumarse candidaturas nuevas: Johannes Kaiser, discípulo libertario de Milei, ya confirmó la suya, y no se descartan nuevas sorpresas. Además, el cierre de inscripciones en agosto pondrá en evidencia el verdadero mapa de fuerzas.

Por ahora, lo cierto es que Chile se encamina hacia una elección donde la izquierda llega fuerte pero rodeada, y donde la derecha, en vez de reagruparse, se autodestruye. Que Jeannette Jara encabece las preferencias con un discurso moderado y una coalición diversa es, para algunos, una buena noticia. Para otros, una alarma. Pero, en cualquier caso, la política chilena ha vuelto a cambiar. Otra vez.

Simón del Valle



Periodista

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