
Tragedia en la mina: es el neoliberalismo lo que mata a la gente
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No se entregan aun los cuerpos de los mineros muertos y la seguidilla de acusaciones en contra de las empresas mineras contratistas y Codelco, no se han hecho esperar. Las condiciones de trabajo de los mineros, la seguridad debilitada y la inexistencia de protocolos que se apliquen y respeten, parecen estar en la base de la tragedia.
Aún resuena el sentido discurso del presidente Boric y ya asoma en el reclamo doloroso de los mineros el trasfondo que, tanto como la roca en el caso de El Teniente, aplasta a hombres, mujeres, niños y países: el capitalismo salvaje que centra su afán en la ganancia desmesurada sin importar la vida de las personas.
No es el cerro el que traiciona a los mineros. Es el neoliberalismo y su mezquina filosofía que precariza el trabajo, expone la seguridad de los trabajadores y pone el acento en la extracción de mineral a cualquier costo, sin que importe las vidas de la gente, ni su proyectos ni sus familias.
Todo en aras del crecimiento, religión y fundamento del sistema.
Hace menos de un mes, el presidente de la República celebraba un año más de la nacionalización del cobre impulsada por el gobierno de Salvador Allende. En su extraña alocución, Gabriel Boric trampeaba la historia y la realidad al referirse al cobre como de propiedad de todos los chilenos. Pero lo cierto, lo dramáticamente cierto, es que la mayor parte de las riquezas del subsuelo chileno son propiedad privada, muchas de ellas empresas extranjeras.
Se llevan fuera del país una riqueza incalculable y dejan una estela triste de escoria, tierra estéril y pobreza. Y de muerte.
Vea lo que pasa en la industria salmonera, otro rubro estrella para la economía nacional que hace ganancias con la vida de la gente y pudre los fondos marinos de las que fueron las aguas más prístinas del planeta. Según Ecoceanos, en este rubro ha habido 83 muertes entre el 2013 y 2025, además de un número no determinado de buzos que han quedado con secuelas graves.
Agreguemos que esa industria pestilente recibe del Estado ingentes recursos que se supone son de todos los chilenos para subsidiar los sueldos mezquinos que deben pagar: más de $67 mil millones entre 2004 y 2023.
La tasa de cesantía ronda el 9% en nuestro país. Y, como cualquiera sabe, ese número esconde una realidad dramática: muchas personas que se incluyen como trabajadores en las estadísticas oficiales, en realidad se ganan la vida en condiciones de informalidad y precariedad que supone altos grados de incertidumbre, inseguridad, exposición a condiciones propicias para la violencia y el delito y para ser perseguidos por la autoridad.
Sin embargo, esa gente permite abultar el número de personas empleadas, maquillando las cifras que trampean la verdadera realidad que se vive en el mundo del trabajo y los trabajadores.
Es el neoliberalismo en toda su dramática e inhumana extensión.
Ese mismo que explica una educación pública que da pena, una salud que enferma, pensiones de vergüenza para los viejos, depredación de vastas zonas del territorio, sueldos de miseria, represión contra el rebelde, ocupación militar en el territorio mapuche, jibarización del Estado, corrupción a gran escala en las instituciones que arman el tinglado de la política y del Estado, universidades públicas obligadas a funcionar como empresas privadas, delincuencia desatada, barrios populares estigmatizados y en franco abandono, políticos vendidos a los poderosos y aquel vergonzoso e inmoral 1% de la población llevándose el 49.8 % de toda la riqueza, mientras que la gente trabajadora vive en el cadalso de las deudas eternas.
Es el sueño del dictador en su más esplendoroso reinado aupado y perfeccionado por personas que alguna vez dijeron que el neoliberalismo iba a morir aquí, pero que sigue vivito y coleando, cobrando en explotación, precariedad y en vidas humanas esa enfermiza necesidad de mantener las cifras de una macroeconomía que desprecia a la gente.
Y como ha sido siempre en la historia de Chile, estos dolorosos hechos se olvidarán hasta que otros muertos vengan a recordar que la maquinaria que permite estas tragedias sigue su macabra marcha sin que se haga mucho para evitarlo.
Ricardo Candia Cares






Felipe Portales says:
En efecto, gracias a la ley minera de la dictadura aplicada «exitosamente» por nuestra «centro-izquierda», más del 70% de la gran minería del cobre está hoy en manos de grandes grupos económicos nacionales y extranjeros; los que, además, pagan muy pocos impuestos y no lo industrializan para nada en Chile. Y, según lo que se ha informado en los medios, es probable que la reciente tragedia se haya producido por la negligencia de Codelco y de una empresa contratista…