Chile al Día Portada

La libertad de José Zara y la herida abierta en la memoria democrática de Chile

Tiempo de lectura aprox: 2 minutos, 20 segundos

La excarcelación del exbrigadier (r) José Octavio Zara Holger, condenado por el asesinato del general Carlos Prats y de su esposa Sofía Cuthbert en 1974, ha reabierto una herida dolorosa en la memoria democrática de Chile. Aunque Zara cumplió íntegramente la pena impuesta por la justicia, la reacción de los familiares, dirigentes políticos y defensores de derechos humanos es unánime: la magnitud del crimen es tal, que ningún castigo parece suficiente.

La salida de Punta Peuco

Este lunes, Gendarmería informó la inminente excarcelación de Zara, quien a primera hora de este martes dejó el penal de Punta Peuco, donde cumplía una condena superior a 15 años. El exoficial, hoy de 82 años, fue procesado y condenado por su participación directa en el atentado que segó la vida del excomandante en jefe del Ejército y de su esposa en Buenos Aires, el 30 de septiembre de 1974.

Zara no fue un militar cualquiera. Formado en la Infantería y especializado como comando y paracaidista, realizó cursos en la Escuela de las Américas y posteriormente integró la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), donde llegó a dirigir la red de operaciones en Buenos Aires. Desde allí coordinó acciones con servicios de inteligencia extranjeros y fue parte de la maquinaria represiva que operaba bajo el Plan Cóndor, la alianza entre dictaduras sudamericanas para perseguir y eliminar opositores.

El crimen que marcó a una generación

El general Prats, figura clave en la historia política y militar de Chile, había sido un actor central en la transición hacia el gobierno de Salvador Allende. Tras el golpe de 1973, se exilió en Argentina junto a su esposa, intentando llevar una vida discreta. Sin embargo, la DINA lo convirtió en objetivo.




La madrugada del 30 de septiembre de 1974, un artefacto explosivo colocado en el automóvil de la pareja fue detonado a distancia. La explosión fue inmediata y letal: Prats murió en el acto y Cuthbert poco después, a raíz de las graves heridas. La brutalidad del atentado estremeció a Argentina y al mundo, revelando el alcance transnacional del terrorismo de Estado chileno.

Condenas y cumplimiento

Zara fue procesado recién en 2003 y condenado en 2010 por el juez Alejandro Solís a dos penas de 10 años y un día por los homicidios y 541 días por asociación ilícita. La Corte Suprema ratificó las sentencias, fijando un total de 15 años y un día de presidio, más 100 días adicionales. Desde entonces, el exbrigadier permaneció en Punta Peuco, hasta que este martes recuperó la libertad tras el cumplimiento efectivo de la pena.

La voz de Claudia Mix: impunidad disfrazada de legalidad

La diputada Claudia Mix (Comunes) expresó con dureza su rechazo a la liberación de Zara:

“La salida en libertad del responsable del asesinato del general Carlos Prats y de su esposa, Sofía Cuthbert, resulta inaceptable y profundamente dolorosa para la memoria democrática de Chile. Ambos fueron cobardemente asesinados en 1974 en Buenos Aires en un crimen planificado desde los aparatos represivos de la dictadura.”

Mix advirtió que la pena cumplida no guarda proporción alguna con la brutalidad del acto ni con el daño irreparable causado:

“La impunidad se disfraza de legalidad, pero ofende la memoria de las víctimas y debilita el compromiso con el Nunca Más”.

Una deuda pendiente con la justicia y la memoria

La excarcelación de Zara se ajusta al marco legal, pero para las víctimas, la sociedad y la historia chilena, la justicia parece incompleta. La ausencia de arrepentimiento por parte del exoficial y la falta de una verdad plena sobre los crímenes de la dictadura profundizan la sensación de impunidad.

El asesinato de Prats y Cuthbert no fue un hecho aislado: formó parte de una estrategia continental de terror que dejó miles de víctimas. Hoy, casi medio siglo después, la libertad de uno de sus ejecutores reaviva el debate sobre las penas en casos de lesa humanidad y sobre la necesidad de mantener viva la memoria histórica.

La salida de José Zara no cierra un capítulo, sino que recuerda con crudeza que las heridas de la dictadura aún no cicatrizan y que la justicia, en casos como este, sigue siendo una deuda con la democracia chilena.



Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *