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Jaime Lorca: “La ultraderecha chilena llega con ánimo refundacional, y la izquierda enfrenta su peor encrucijada desde 1990”

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Las elecciones presidenciales de este domingo abrieron un ciclo político cargado de incertidumbre y con un fuerte remezón para el progresismo. Aunque Jeannette Jara logró situarse en primer lugar, la distancia con José Antonio Kast terminó siendo mucho más estrecha de lo que anticipaban las encuestas, y el inesperado ascenso de Franco Parisi —que alcanzó cerca de un 20%— reconfiguró completamente el tablero. Para Jaime Lorca, director del Centro de Formación Memoria y Futuro, lo ocurrido expresa no sólo un viraje electoral, sino un desplazamiento profundo en el sentido común de la sociedad chilena.

En conversación con la radio argentina AM530, Lorca ofrece un análisis crudo: la derecha chilena ha consolidado una fuerza histórica, empujada por la ultraderecha pinochetista y por un voto obligatorio que incorporó a sectores políticamente desanclados, fragmentados y muy permeables a discursos antipolíticos. “Es muy cuesta arriba para la izquierda —afirma— porque no hay dónde pellizcar. La mayoría de los electores de Parisi se moverá hacia Kast”.

El enigma Parisi y el voto obligatorio

Para Lorca, la irrupción de Franco Parisi, con casi un 20% de los votos, es el primer gran dato político. Y no porque represente un proyecto estructurado —su partido se desarmó en la elección pasada— sino porque sintetiza el perfil del nuevo votante incorporado por el voto obligatorio.

“Parisi es la respuesta”, dice Lorca. Una ciudadanía despolitizada, obligada a votar, con rechazo al gobierno de Boric, sin referentes ideológicos y con un individualismo muy fuerte. Ese electorado, añade, no se siente interpelado por la izquierda, y difícilmente se acercará a Jara. “En su inmensa mayoría van a votar por Kast”, anticipa.




Ese flujo masivo hacia la derecha es el principal obstáculo para el balotaje del 14 de diciembre. “No hay donde pellizcar”, repite el analista, porque las otras candidaturas obtuvieron porcentajes marginales. La derecha llega con una base sólida y disciplinada.

La derecha chilena: refundacional y pinochetista

Lorca no suaviza su diagnóstico. Para él, la derecha actual no es simplemente conservadora: es abiertamente pinochetista, autoritaria y alineada con pulsiones globales de ultraderecha.

“Kast y Kaiser son lo mismo; dos fanáticos del mismo pensamiento”, afirma. Y añade que incluso Evelyn Matthei —referencia de la derecha tradicional— “hace el juego para no quedar fuera de foco”.

En su lectura, la derecha llega a este ciclo con un “ánimo refundacional”, con la voluntad explícita de desmontar avances sociales y democráticos obtenidos a lo largo de 30 años. Su horizonte es claro: retroceder en derechos laborales, previsionales y constitucionales. El aplastante peso parlamentario que obtuvieron —y el préstamo de los diputados del Partido de la Gente— les da la posibilidad de alcanzar los 4/7 necesarios para modificar la Constitución por la vía legislativa.

Del estallido al retroceso: el péndulo que explica el presente

Lorca asocia directamente la elección con la energía política del estallido social de octubre de 2019 y con el fracaso del proceso constituyente. Lo que ocurrió, sostiene, fue una desviación del malestar hacia fuerzas que le ofrecieron un orden más simple y punitivo.

“El neoliberalismo penetró profundamente en la cultura chilena. El espíritu asociativo está debilitado. La frustración con esta democracia liberal, que no da respuesta a problemas de fondo, se canalizó por el discurso demagógico de la extrema derecha”, dice.

El vacío dejado por la izquierda —en organización, ideas y proyecto— fue ocupado por un relato ferozmente reaccionario: seguridad, inmigración, orden público. El gobierno de Boric, agrega, ayudó poco: llegó con expectativas altas, ganó con voto voluntario (es decir, con legitimidad limitada) y no logró generar una conexión estable con amplios sectores populares.

“Dividiendo ese 54% de Boric en voto voluntario, el gobierno representaba algo así como un 25%. Lo mismo que ahora saca Jara”, explica. El votante progresista, entonces, nunca fue mayoritario; sólo estaba más motivado que el resto. El voto obligatorio reordenó todo.

¿Puede Jara remontar? Una ingeniería electoral casi imposible

Lorca reconoce que Jara enfrenta un dilema: no puede despegarse de Boric, pero tampoco puede pegarse demasiado. Su base la necesita, pero su asociación con la imagen del gobierno es un lastre para la conquista del votante volátil.

Más allá de esa ingeniería electoral —que considera insuficiente—, Lorca advierte que la tarea urgente es disputar el sentido común y denunciar sin ambigüedades el proyecto ultraderechista. “Estos tipos vienen a por todo”, alerta.

Sin embargo, sostiene que un eventual gobierno de Kast no tendrá vía libre:

  1. El Parlamento está más equilibrado de lo que parece. La derecha obtuvo buena votación, pero su fragmentación en dos listas les impidió capitalizarla totalmente.

  2. En el Senado quedaron prácticamente empatados. No hay senadores del Partido de la Gente, lo que deja más incierta la posibilidad de alcanzar 4/7.

  3. La sociedad podría reactivarse. “Cuando gobierna la ultraderecha —dice— la gente despierta y se moviliza”.

Un movimiento social latente

El director del Centro Memoria y Futuro cree que, si Kast gana, se abrirá un nuevo ciclo de resistencia social. La experiencia histórica chilena —incluida la del propio estallido— muestra que los gobiernos autoritarios suelen activar energías que los gobiernos progresistas adormecen.

“Vamos a tener un movimiento social poderoso, quizás no al tiro, pero pronto”, pronostica.

Esa resistencia, combinada con los límites institucionales, impediría que la derecha “arrase” por completo, aunque sí anuncia un retroceso significativo en derechos sociales y democráticos.

El desafío de la izquierda: más que electoral

Lorca concluye que lo ocurrido el domingo no se resuelve en diciembre. Lo que está en juego es una disputa cultural y política de largo plazo: reconstruir organización, disputar ideas, recuperar el sentido colectivo y enfrentar la hegemonía neoliberal que vació el tejido social chileno.

Para él, la tarea es urgente: entender por qué la ultraderecha está gatillando adhesiones históricas en Chile y cómo evitar que el país se hunda en un ciclo reaccionario sin retorno.

“Esto es tremendo, histórico, jamás visto”, advierte. La pregunta ya no es sólo quién será presidente en diciembre, sino qué tipo de sociedad está emergiendo.



  1. Parisi sabe que tiene muy poco control sobre sus votantes: hace poco , creo que en Antofagasta, la mayoría de ellos se fue posteriormente a la izquierda.

  2. Patricio Serendero says:

    Si Jara quiere tener alguna chance, tendrá que invitar Parisi, incorporando buena parte de sus medidas y darle por lo menos el Min. de Economía.
    No sería ningún pecado a juicio de ella. Total, su Programa era tan ahuachento y conservador que ni se notaría.

  3. Renato Alvarado Vidal says:

    En un gobierno de los Republicanos habría partidos que deberán defenderse cual gato panza arriba para sobrevivir a la refundación, para empezar con los de Chile Vamos y por supuesto todos los que apoyaron a la señora Jara. Imagino que tendrán que apoyarse en sus propias estructuras internas (máquinas, que le dicen) y en su inserción territorial, léase comunas. Ojalá alguno atine.

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