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La batalla final por el voto popular: la única salida para Jara

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La noche del 16 de noviembre, apenas cerradas las urnas, comenzó la campaña para la segunda vuelta presidencial más decisiva desde el retorno a la democracia. Esa misma noche, José Antonio Kast habló como si ya fuese presidente electo. Adoptó un tono triunfalista y reedición de su libreto clásico: anticomunismo, desinformación y un repertorio de mentiras que ha ido creciendo con cada campaña. En paralelo, Jeannette Jara enfrentó su propio giro discursivo: debió abandonar el tono blando, de fair play, que marcó su primera etapa, para adoptar una voz más directa, más frontal y más dispuesta a confrontar las falsedades y contradicciones del líder ultraderechista. El problema es que queda poco tiempo, el escenario está cuesta arriba y los números son difíciles de revertir.

Sin embargo, incluso en escenarios adversos existen puntos de inflexión. La campaña está en marcha y todavía puede producir un giro, aunque la ventana es estrecha y la disputa, feroz. Lo que está en juego no es solo una elección, sino el rumbo político de un país profundamente fragmentado y desencantado.

El estallido sin pólvora: Quiroga dinamita los puentes con Parisi

El inicio de esta segunda vuelta estuvo marcado por un episodio de abril pasado que circuló en redes. Darío Quiroga, jefe de comunicaciones de la campaña de Jeannette Jara, en una entrevista en el podcast Turno de Nicolás Copano,  ridiculizó a Parisi. Se burló de su estilo, de su campaña, de su forma de hacer política; incluso de su nombre. Con ello, dinamitó públicamente cualquier posibilidad de entendimiento.

Esta mañana, Tomás Mosciatti,  director de Radio Bío-Bío describió la intervención de Quiroga como “brutal” y sugirió que Jara lo removiera de inmediato. “Criticar a una persona por el nombre que le pusieron sus padres… ¿esta es la izquierda?”, sentenció. Y remató: “Jeannette Jara tiene que dar explicaciones ahora”. Quiroga se había burlado  en el podcast de Zandra Parisi porque su nombre comenzaba con zeta. Pero dijo más: que Parisi había invitado a Zandra a la política como una imitación de Karina Milei para atraer al «flaiterío».




La conclusión es evidente: la campaña de Jara no irá tras los votos de Parisi. No porque no los necesite –los necesitaría desesperadamente– sino porque cualquier gesto en esa dirección podría costarle aún más, especialmente entre mujeres y votantes feministas que ven en el fenómeno Parisi una expresión de populismo digital cargado de misoginia.

Si las encuestas ya dibujaban un panorama difícil, romper estos puentes convierte el desafío en una tarea casi imposible desde el punto de vista aritmético.

El muro de números: por qué la remontada parece un Everest

Sumar las cifras resulta demoledor. Kast ya cuenta con el bloque de derecha movilizado, disciplinado y cohesionado, al que se pueden sumar, en mayor o menor medida, los votos del centro y de quienes apoyaron a Evelyn Matthei. A esos se agregan los votos más duros del antiprogresismo que Parisi ha sabido capitalizar en cada elección.

Jara, en cambio, debe remontar desde atrás. Y lo debe hacer sin Parisi, sin Matthei y sin los sectores que no están dispuestos a pactar con la izquierda. El camino, en términos matemáticos, es cuesta arriba. Casi imposible.

Pero no del todo.

Porque existe un voto –el voto flotante, el voto indeciso, el voto popular que esta vez se movió hacia la ultraderecha– que aún puede cambiar. Es un voto que no responde a los discursos televisados ni a los análisis de laboratorio. Es el voto que se disputa en las ferias libres, en las poblaciones, en los paraderos, en la fila del pan. El voto del día a día.

Es el mismo voto que mira la televisión abierta –donde la derecha tiene control casi absoluto– y que además recibe en redes sociales una lluvia organizada de mensajes de odio y bots disciplinados.

Ese es el voto que Jara pretende recuperar. Y ese es el voto que, si cambia, podría estrechar o incluso revertir el panorama.

El diagnóstico está claro: recuperar el mundo popular

El senador comunista Daniel Núñez lo dijo con claridad en El Siglo: la segunda vuelta está abierta, aunque el desafío es mayor al esperado. “Hay gente que votó por otros candidatos y que ahora ve en Kast una figura extrema que polariza y que no da confianza para llegar a acuerdos”. Y agregó que el escenario político ya no responde al clásico esquema de tres tercios. Hay un malestar social profundo, un distanciamiento de la política tradicional y una emergencia de figuras despolitizadas que llenan ese vacío.

En este marco, el mundo popular vuelve a ser el punto de inflexión. También lo afirmó Francisco Vidal, con su franqueza habitual: “Para ganar la segunda vuelta hay que recuperar el voto del mundo popular, que es la mayoría”. Y dio ejemplos concretos. En Puente Alto, Jara no puede obtener un 35%; debe obtener un 60%. Lo mismo en Cerro Navia, La Pintana, Lo Espejo.

El desafío no es teórico. Es práctico y urgente.

Porque ese mundo popular, según Vidal, requiere dos garantías básicas:

  1. Llegar a fin de mes sin depender de tarjetas de crédito.

  2. Caminar seguro por la población sin miedo a ser asaltado.

Y aquí se abre una de las principales debilidades del progresismo: no ha logrado comunicar sus logros ni sus propuestas.

Vidal lo detalla con cifras:
– Puente Alto recibe 6 mil millones de pesos al año gracias al royalty minero.
– La Pintana recibe 3 mil millones.
– Cerro Navia, 1.700 millones.
– Lo Prado, 1.400 millones.
– Dos millones de beneficiarios ya tienen fin del copago Fonasa.
– El ministro Montes ha entregado 230 mil soluciones habitacionales y tiene 121 mil en ejecución.

Pero la gente no lo sabe.
No se comunica.
No se traduce en un relato.

Para Vidal, la clave está en explicar propuestas concretas: salario de 750 mil pesos, rebaja de la luz, y una política de seguridad pública clara. Sin eso, no habrá reencantamiento posible.

Una campaña que busca reencontrarse con su pueblo

Todo indica que Jara ha comprendido esto. Su giro discursivo apunta hacia un relato más directo, más conectado con la vida cotidiana, más preocupado de la economía doméstica y de la seguridad barrial. Pero enfrenta un dilema estructural: llega tarde.

El progresismo en Chile –y en buena parte del mundo– giró hacia el centro durante años, alejándose de sus bases sociales. Hoy intenta un retorno urgente al tejido popular que lo sostuvo, pero la distancia acumulada genera desconfianza.

Aun así, es el único camino posible.

La campaña buscará a esos votantes de sectores populares que en la primera vuelta se inclinaron por la derecha, no necesariamente por convicción ideológica, sino por desesperación económica, miedo a la delincuencia y descontento con la falta de respuestas del sistema político.

Será una campaña territorial, cotidiana, de calle.
Contra una derecha con todos los medios de comunicación y un ejército perfectamente coordinado de bots.

Cuesta arriba, pero no cerrado

La segunda vuelta está cuesta arriba para Jeannette Jara. Los números no mienten. La aritmética es cruel. Pero los votos populares –flotantes, volátiles, pero decisivos– no están completamente definidos.

Lo que ocurra en las próximas semanas dependerá de la capacidad de la campaña de reencantar, de explicar, de mostrar, y sobre todo de escuchar.

El resultado todavía no está escrito.
Si Jara logra reconectar con el mundo popular, entonces, incluso en la cuesta más empinada, todavía puede haber un giro.

Simón del Valle



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Simon Del Valle

Periodista
  1. Serafín Rodríguez says:

    Divertido! Cuando se gana una elección, triunfó la democracia, la libertad y la conciencia ciudadana del pueblo de Chile. Cuando se pierde, triunfó la manipulación mediática, la desinformación, la mentira, la falsedad y el engaño. En el primer caso, los ciudadanos votan de manera informada y a conciencia. En el segundo, lo hacen engañados como pobres y miserables idiotas e ignorantes más algunos calificativos clasistas como «rotos patipelados» o «fachos pobres” entre otros apelativos adornados con algún chilenismo.

  2. Es imposible, hoy las técnicas de tele -manipulación masiva, se perfeccionan diariamente: casi el 100% usamos Internet y entregamos así la información más brutalmente completa de nosotros; nos hacemos, cada día que pasa , más y más predecibles, y manipulables . Hay antecedentes y pruebas más concretos que no me atrevo a consignar. Incluso me permito dudar si los comentarios en éste y otros sitios , son visibles para todos o no.

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