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Quince días para evitar el abismo: la propuesta que busca impedir el triunfo de Kast

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A quince días de la elección presidencial del 14 de diciembre, cuando todos los sondeos coinciden en un triunfo holgado de José Antonio Kast, emerge una propuesta tan inesperada como provocadora. El académico y filósofo José Miguel Arteaga ha elaborado un documento —mitad ensayo teórico, mitad plan de campaña, mitad experimento de IA— destinado a la campaña de Jeannette Jara. Es un texto que descoloca, que no se parece a ninguna estrategia política tradicional y que, muy probablemente, haría reír a carcajadas a más de un politólogo clásico. Pero su rareza es precisamente su valor: en un escenario aparentemente cerrado, cualquier camino hacia lo improbable debe partir de la imaginación radical

El documento, titulado Chile: Propuesta para una Victoriaparte de una premisa clara: la contienda electoral ya no se juega en los terrenos de la política convencional —discursos, franja, debates, encuestas—, sino en un espacio más difuso y determinante: el imaginario social hiperconectado, moldeado por flujos digitales, emociones volátiles y la arquitectura simbólica que hoy define el comportamiento colectivo. En este campo, dice Arteaga, aún existe una pequeña ventana para transformar una elección perdida en un movimiento inesperado.

Un diagnóstico brutal: la inercia no es destino

Arteaga parte por reconocer un escenario adverso. Según las encuestas, Jara estaría 20 puntos por debajo, una diferencia que en las métricas tradicionales parecería insalvable. Pero el autor insiste en que esa ventaja no es una convicción profunda del electorado, sino inercia, una corriente que se mueve por hábito más que por entusiasmo. En sociedades tensas y polarizadas, sostiene, esa inercia puede quebrarse bajo ciertas condiciones: sorpresa, velocidad, carga emocional y símbolos potentes.

En su texto, Arteaga recurre a imágenes audaces: desde la blitzkrieg comunicacional hasta la “física cuántica social”. Su tesis es que las campañas tradicionales operan como mecánica clásica: masa, fuerza, movimiento previsible. Pero las sociedades actuales —hiperpolarizadas, fragmentadas, electrificadas por redes— se comportan como sistemas cuánticos: basta un pequeño gesto, un símbolo o un mensaje resonante para colapsar un estado colectivo en otra dirección.




Puede sonar exagerado, incluso esotérico. Pero Arteaga lo formula no como una revelación mística, sino como una metáfora funcional para describir fenómenos que politólogos y sociólogos sí reconocen: los puntos de inflexión, los efectos dominó emocionales, las dinámicas de viralidad, los quiebres súbitos de opinión pública.

Un plan en dos capas: táctica de alta velocidad y estrategia simbólica

El documento contiene dos capas superpuestas: un plan operativo de 15 días, construido con inteligencia artificial y técnicas contemporáneas de comunicación acelerada, y una reflexión filosófica sobre la naturaleza del poder simbólico en sociedades complejas.

1. La táctica: una campaña relámpago

La primera parte del plan propone una secuencia de acciones rápidas:

  • Días 1-3: Un “terremoto inicial” destinado a romper el eje izquierda–derecha y colocar la elección en un marco nuevo: unidad soberana vs. dependencia, futuro vs. retroceso. Esto incluiría un discurso–manifiesto y la presentación de un “Gobierno de Unidad Nacional y Salvación Tecnológica” con nombres sorpresivos.

  • Días 4-7: La “personificación del peligro”. Kast dejaría de ser presentado como rival político y pasaría a ser un riesgo existencial para la soberanía chilena. Rápidos videos, infografías, archivos y material viral ocuparían el debate digital.

  • Días 8-11: La “ola emocional”, centrada en humanizar a Jara mediante actos íntimos, transmisiones espontáneas y encuentros reales con distintos sectores.

  • Días 12-14: Un “evento sombra”, un acto audiovisual y simbólico que cierre con fuerza emocional y dé un sentido de urgencia histórica.

Todo esto sostenido por un “Estado Mayor de Guerra” comunicacional: equipos 24/7, creadores de contenido en alta velocidad, especialistas en big data y psicología social, y “respondedores rápidos” capaces de moldear en minutos el relato público.

2. La estrategia profunda: resignificar Chile

Pero el documento no se queda ahí. Su segunda parte lleva la propuesta a un terreno nuevo, casi antropológico. Aquí es donde Arteaga despliega lo que llama el “Campo de Coherencia”, una idea que combina lectura cultural, psicología colectiva y la intuición de que Chile hoy está en un estado de alta energía social, propenso a quiebres bruscos.

Para que una campaña pueda “dar vuelta” la elección, no basta con tácticas. Es necesario activar símbolos que resuenen con el inconsciente colectivo.

Arteaga imagina tres fases:

  • La Semilla Símbolo: un gesto inicial que condense una nueva identidad: Unidad Soberana. Una escena minimalista y poderosa: Jara rodeada de chilenos diversos, pronunciando un mensaje breve y poético en un lugar simbólico.

  • El Ritmo Fractal: la propagación del símbolo a través de círculos ciudadanos, encuentros espontáneos, contenido generado por las personas. La idea es que la campaña no “hable” al país, sino que escuche y amplifique.

  • El Evento de Singularidad: una imagen colectiva que redefina el espejo simbólico del país. Chilenos con una luz en la mano, un mosaico nacional, un ritual cívico de unidad.

Puede parecer excesivo. Pero desde la irrupción de fenómenos globales —desde Trump hasta el Brexit— está claro que la política contemporánea opera tanto en el plano de lo racional como en el de lo emocional y mítico. Arteaga simplemente empuja ese entendimiento a un extremo experimental.

¿Una campaña o un experimento alquímico?

Lo más llamativo del documento es su carácter híbrido. No es un manual de marketing político ni un ensayo académico. Es, como dice el propio autor, un “experimento de alquimia secreta en la época de la inteligencia artificial”.

Arteaga reconoce que todo depende de factores fuera de control. Que la propuesta es una flecha lanzada al corazón de un país herido, dolido, pero aún esperanzado. Que el adversario —seguro de su triunfo— puede caer precisamente por su exceso de confianza.

En su visión, el pueblo chileno tiene un componente mitológico que nunca desaparece: la astucia criolla, la porfía mapuche, la capacidad de resistir lo imposible. Su propuesta busca activar esas capas profundas que las campañas tradicionales ignoran.

Para algunos, será un gesto ingenuo. Para otros, una intuición potente. Para el propio autor, un intento necesario en un momento donde la derrota parece inevitable.

Un documento para leer, discutir y cuestionar

Aunque su viabilidad práctica es discutible —por falta de tiempo, recursos, organización y estructura—, lo cierto es que el texto ilumina algo que vale la pena mirar: el poder del relato, la arquitectura simbólica, la emocionalidad colectiva, la aceleración digital, la fragilidad del consenso.

En un Chile marcado por la desafección, la polarización y la tensión estructural, el documento de Arteaga es menos una estrategia y más una provocación: ¿qué puede hacer una campaña cuando las reglas tradicionales dejan de funcionar?

¿Puede un símbolo trastocar un resultado electoral?
¿Puede un país herido reorganizar su espíritu en dos semanas?
¿Puede la tecnología —la misma que multiplica el ruido— convertirse en herramienta de unidad?

No hay respuestas garantizadas. Pero en tiempos donde todo parece dicho, vale la pena escuchar a quienes se atreven a pensar lo impensado.

Una invitación al lector

El documento completo, que publicamos en esta edición, no pretende ser un manual ni una garantía de victoria. Es un ejercicio intelectual y político, un intento por imaginar caminos donde ya no los hay, una pieza que combina filosofía, intuición popular y tecnologías emergentes.

Quizás sea exagerado.
Quizás sea visionario.
Quizás sea una curiosidad que quedará como nota al pie de esta elección.

Pero también podría ser —si se dieran las condiciones— la chispa de algo inesperado.

En cualquier caso, es un texto que merece leerse sin prejuicios y con la curiosidad abierta. Porque, como recuerda Arteaga, “la flecha ya está en el aire”. Y a veces, en política, las flechas que parecen imposibles son las únicas que dan en el blanco.

DOCUMENTO Y PLAN

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  1. Esa estrategia ya la puso en práctica Sebastián Piñera en la franja electoral del 2017, cuando ganó las elecciones. Ahi la imagen ofrece a un Sebastián avanzando desde el horizonte sobre un campo fértil de verdor deteniéndose directo ante la cámara en primer plano. Entonces levanta su mano abierta con la palma hacia arriba desde donde brota un polvo plateado destellante y luminoso que se eleva al aire. En una segunda escena Piñera avanza nuevamente sobre el mismo campo fértil desde el horizonte hacia el primer plano, pero esta vez vemos sobre el campo un larguísimo cordel desde donde cuelgan infinitas sábanas blancas radiantes ondeando al viento. Sí, como la propaganda de detergente. Sebastián viene ahora acompañado por todos sus candidatos-as a diputados-as y al llegar frente a la cámara todos-as abren su mano para ofrecernos este polvo de PLATA métalico y luminoso.
    Mientras tanto la franja de Bachelet de aquel año nos aburría con gráficos, pictogramas o sumas y restas de la desigualdad. Ya adivinaron quien diseñó la franja de Piñera? Sí, el mismo Tironi de la franja del No donde también utilizó las estrategias y estética del marketing. Un sociológo sabe seducir con mensajes subliminales.

  2. Es absolutamente cierto: cambiar el eje a «Soberanía vs. Dependencia» y presentar a Kast como una amenaza a la Soberanía Chilena es relevar ( y revelar ) el verdadero significado de esta elección .Y lo más contrario a soberanía hoy es Trump , admirado y saludado por Kast cuando triunfó. Y hasta sería posible vincular públicamente la inmigración con Kast y con Trump , : Jeffrey Sachs «el mejor economista del mundo» ( entre otros ) lo responsabiliza directamente del colapso de Venezuela y del éxodo consecuente . Es arriesgado pero veraz.

  3. Los «flujos digitales » en un «imaginario social hiper conectado» es justamente la técnica que usó ( y usa , probablemente ) Steve Bannon y su Cambridge Analytica ; pero requieren un enorme bagaje de BigData , y una planificación rigurosa ; y muy posiblemente en Chile ya estamos siendo objeto de esos «flujos digitales» subrepticios, pero teledirigidos desde el exterior

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