
Sobre la revolución
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La humanidad vive de cambios. Se puede decir que es una cualidad ontológica (propia del SER, como diría Heidegger). El resto de los miembros del reino animal sufren mutaciones adaptativas, que pueden resultar exitosas o fallidas, pero son de efecto fortuito, hetero causal.
En el ser humano, en cambio, las mudanzas, en general, provienen de su condición propia, de los avatares y dinámicas de su vida interna y ambiental.
Existen pocas revoluciones integrales en la historia de la humanidad, la griega del siglo V ( A de C), fue solo cultural , pero no de reemplazo de las élites dominantes; igual aconteció con el Renacimiento.
En el caso de la Revolución Rusa, sí se produjo una revolución cultural y social (Las elites fueron reemplazadas en el poder), pero se discute si hubo una revolución económica, pues la industrialización venia siendo impulsada con fuerza en las ultimas décadas del zarismo, logrando su máxima expansión luego de la revolución de octubre. Si abonamos que fue esa revolución socialista la que cambió la forma organizativa del sector productivo, tendríamos en esta experiencia rusa una revolución propiamente tal. Pues para una verdadera revolución debe transformar tres estructuras: 1) la económica, 2) la social y 3) la cultural. No siempre se dan simultáneas, pero deber ser consecuenciales, con causalidad identitaria.
En nuestro caso ( Chile), hemos tenido cambios notables, pero ninguna revolución integral. Si seguimos nuestra historia, nunca hemos sufrido un reemplazo de la capa social dominante, porque de la oligarquía colonial pasamos a la criolla, pero incluso, por estos días, se conservan los nombres y sus propiedades, desde esos primeros tiempos. Ellos han tenido la dominante cultural en sus manos, con pugnas internas pero las resuelven a su manera. Cuando se ha interpuesto otra clase social ( clase media), esta clase rápidamente ha sido absorbida, ascendida en sus elites, a las alturas oligárquicas (subducción). El resto de esa clase media se convierte en aspiracional, es decir pretendiente a burgués (tal como la describe nuestra Gabriela Mistral).
Las reformas económicas solo han logrado ampliar el espacio de participación de nuevos sectores, como el paso de la sociedad con dominante agrícola a la industrial (desde los años treinta del siglo XX, o la reforma agraria en tiempos de Frei y Allende). Los cambios demográficos han sido notables, de una sociedad rural a otra mayoritariamente urbana, pero eso no ha logrado reemplazar a la capa oligarquía que los conduce.
En lo cultural, las transformaciones han sido intra oligárquicas: de una conservadora ultramontana a otra mixta, mezclada con la liberal iluminista desde mediados del siglo XIX.
Los intentos de cambios en las élites del poder, han sido frustrados al mediano plazo, ya sea por el ascenso de sus dirigentes o por los golpes de facto (teoría del desalojo o la aniquilación).
La última dictadura, la civico militar de Pinochet (la de Portales con su Constitución del 33, tuvo vigencia por casi un siglo), tiene ya una vigencia cultural de medio siglo. Sigue adelante por la vía de la abducción de las élites, ya no tanto por las acciones fácticas, sino por las cultural- mediática, aunque retorna cada vez más hacia una añoranza represiva.
Es decir, viene ganando la batalla cultural de dominación a ojos vista, lo que le augura un ciclo de dominación por bastante tiempo más (teoría de la dominación cultural en Occidente, de Antonio Gramsci).
Revoluciones económicas no se vislumbran, más que aquella que derivará de las nuevas tecnologías. Y lo que se percibe de estas tecnologías es que reforzarán la dominación oligarquico-plutocratica de las mismas élites, tal como ha ocurrido con las transformaciones de la sociedad del Antiguo Régimen a la sociedad burguesa (revolución industrial europea), y en nuestro Chile, con la industrialización del siglo XX, en que la misma capa de los grandes hacendados, dirigieron, con el Estado, un modo de industria protegida (altos aranceles y barreras de entrada) y tan poco competitiva como lo fue la producción agrícola (Curiosamente a nuestra oligarquía no le gusta competir).
Si miramos la realidad actual, en Chile se ha concentrado la propiedad de manera irreversible, en cuyo trono se sientan capitales nacionales junto con los capitales transnacionales, atados por una legislación “empresocentrica”, que amenaza con la ruina a quien se atreva a tocar sus intereses (tratados comerciales de integración económica mas la Constitucion del 80).
Por tanto, si resumimos, no existe posibilidad de revolución económica, de revolución cultural ni menos de reemplazo de las oligarquías dominantes.
Es decir, ni soñar con una REVOLUCION INTEGRAL, a menos que acontezca una catástrofe natural, bélica, social o celestial. Y, con todo, tendríamos que estar al aguaite de quien se encarama primero luego de la hecatombe.
Hugo Latorre Fuenzalida





