Chile al Día

Militares chilenos, la «reserva moral» de la Sofofa, involucrados en violaciones contra menores en Haití

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Una grave acusación fue revelada contra la misión de paz de la ONU en Haití. Un estudio del portal académico The Conversation, afirma que militares de diversos países pertenecientes a la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití— también conocida como Minustah— abusaron sexualmente y embarazaron a cientos de mujeres y niñas a cambio de comida o dinero, para luego abandonarlas. Entre los casos hay chilenos involucrados.

Los investigadores encuestaron a 2.500 haitianos sobre las experiencias de las mujeres y niñas locales en las áreas que albergaron la Minustah. De ese grupo, alrededor de 265 personas contaron historias con niños concebidos por personal de la ONU, uniendo una corriente preocupante de coerción y abuso que dejó a niñas de tan solo 11 años para criar a sus hijos en condiciones de pobreza extrema.

Algunos participantes aludieron a casos de violación o violencia sexual, pero con más frecuencia los haitianos narraron historias transmitidas que describían un “patrón común” en el que las mujeres recibían pequeñas cantidades de dinero o alimentos a cambio de sexo.

El equipo de investigación, dirigido por Sabine Lee, profesora de la Universidad de Birmingham, y Susan Bartels, una científica de la Universidad de Queen en Ontario, no preguntó directamente a las personas que entrevistaron sobre las relaciones sexuales con las fuerzas de paz o los niños nacidos a través de esas relaciones.




Se cita a una mujer que describe a una serie de mujeres de 12 y 13 años, que fueron embarazadas por el personal de Minustah, dejándolas “en la miseria con los bebés en sus brazos”.

El informe implica personal de la ONU de 13 países, la mayoría de los cuales eran de Brasil y Uruguay. En esa línea sugiere que los soldados fueron repatriados a sus países de origen cuando se destapó el caso, dejando a las madres sin asistencia después.

La misión militar chilena en Haití involucrada en violaciones de menores: ¿Es algo nuevo?. Durante la dictadura cívico militar y hasta nuestros días la prostitución infantil y el abuso de menores es algo intolerable, reprochable, debería ser juzgado y condenado. La justicia chilena en la “medida de lo posible” no ha hecho nada, vean ustedes el caso escandaloso del Sename.

En el reporte no se especifica el número exacto de casos de embarazos, debido a que “no se han podido realizar pruebas de ADN, ya que han sido negadas por la misma ONU”.

El estudio detalla, además, que la misión militar chilena en Haití figura en el cuarto lugar de dicha práctica, con 20 casos de eventuales embarazos. El listado, de 13 países y un “grupo desconocido”, lo lidera Uruguay y le sigue Brasil. También se mencionan países como Argentina, Nepal, Sri Lanka, Canadá, Francia y Bolivia, entre otros

 

“Las narraciones revelan cómo las niñas de apenas 11 años fueron abusadas sexualmente y embarazadas por las fuerzas de paz y luego, como dijo un hombre, ‘quedaron en la miseria’ para criar a sus hijos solos, a menudo porque los padres son repatriados una vez que se conoce el embarazo”, detalla parte del texto.

Una de las prácticas más comunes fue el intercambio de comida y dinero por sexo. Un hombre casado de Cité Soleil describió un patrón común en el que las mujeres recibían pequeñas cantidades de dinero a cambio de sexo: “Vienen, duermen con las mujeres, se llevan sus placeres, dejan a los niños en sus manos, les dan 500 gourdes”.

Ante esta situación, el Departamento de Operaciones de Mantenimiento de la Paz de la ONU se refirió y condenó el hecho. “Lamentablemente, hemos visto casos relacionados con el personal de mantenimiento de la paz de MINUSTAH en los últimos años, aunque las acusaciones generalmente han disminuido desde 2013”, indicaron.

INVESTIGACIÓN DE ASSOCIATED PRESS, sobre abusos y explotación sexual de menores.

En una investigación sobre las misiones de la ONU en los últimos 12 años, The Associated Press encontró casi 2 mil denuncias contra cascos azules y otro personal del organismo por abuso y explotación sexual, en lo que parece un indicio de una crisis mucho mayor de lo que se conocía hasta ahora.

En el reportaje titulado “Cascos Azules de la ONU en Haití: violación tumultuaria, sexo por comida, pederastia e impunidad”, de fecha 12 de abril de 2017, el medio de noticias consignaba el anuncio de retiro de las tropas de Cascos Azules, por parte de la ONU y que después de 13 años el cuerpo de seguridad internacional dejaba detrás violaciones a mujeres, adolescentes y niños, perpetradas por los soldados, según informes del organismo internacional y entrevistas con los abogados y la víctimas obtenidos durante la investigación.

La narración a cargo de la galardonada periodista y experta en temas humanitarios de AP, Paisley Dodds, describió con crudeza la realidad de niños y mujeres vulnerables en Haití, con testimonios descarnados y vacíos dramáticos a la hora de buscar justicia.

La AP entrevistó a presuntas víctimas e investigadores, así como a funcionarios y ex funcionarios de la ONU, y solicitó a gobiernos de 23 países información sobre el número de sus cascos azules que enfrentaban ese tipo de denuncias y las acciones emprendidas, si es que las hubo, para investigarlas.

Salvo raras excepciones, pocos países atendieron las solicitudes de información reiteradas, y en el caso de quienes fueron encontrados culpables sus nombres permanecen bajo reserva, lo cual hace imposible determinar la rendición de cuentas.

En marzo de 2017, el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, anunció nuevas medidas para enfrentar el abuso y la explotación sexual por parte de cascos azules y demás personal de la ONU. ¿Y las víctimas?, ¿Y los victimarios seguirán en el Chile virtual abusando de los menores protegido por el régimen político y la justicia?

“Digámoslo con una sola voz: No toleraremos que nadie cometa o consienta la explotación ni el abuso sexual. No permitiremos que nadie tape estos delitos con la bandera de la ONU”, expresó Guterres: Bla, bla, bla.

Sin embargo, esa proclamación sonó tristemente familiar: Hace más de una década, Naciones Unidas encargó un informe que prometía prácticamente lo mismo, pero la mayoría de las reformas jamás se concretaron.

Dos años después de aquellos compromisos, los soldados continuaron abusando de los menores en Haití. Y en años posteriores, han pesado sobre los cascos azules acusaciones similares en todo el mundo.

Decenas de mujeres haitianas también afirman que las violaron, y decenas más dicen que recurrieron al eufemísticamente llamado “sexo de sobrevivencia”, en un país donde la mayoría de sus habitantes vive con menos de 2.50 dólares por día, según determinó la AP.

El abogado haitiano Mario Joseph intenta conseguir una indemnización para las víctimas de una cepa mortal de cólera vinculada a la llegada de cascos azules nepaleses. Según algunos cálculos, 10 mil personas murieron debido a la enfermedad. “Imagine que Naciones Unidas va a Estados Unidos, viola a menores y lleva cólera”, declaró Joseph en Puerto Príncipe. “Los derechos humanos no son sólo para la gente blanca rica”, sostuvo.

El Senador federal estadounidense Bob Corker coincide con el abogado. El legislador republicano de Tennessee, que preside la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado, exige reformas en Naciones Unidas.

El senador recordó su disgusto durante una audiencia sobre los casos de abuso sexual de personal de la ONU en la República Centroafricana que salieron a la luz en 2016.

“Si yo escuchara que una misión de paz de la ONU va a llegar cerca de mi casa en Chattanooga, tomaría el primer avión para regresarme y proteger a mi familia”, dijo el legislador a la AP.

TESTIMONIOS DE VÍCTIMAS

El centro turístico Habitation Leclerc era muy famoso en Puerto Príncipe, un exuberante lugar en medio de las tétricas callejuelas de la capital. Durante su época de gloria en la década de 1980, celebridades como Mick Jagger y Jackie Onassis solían descansar cerca de la piscina o recorrer las instalaciones, que incluía un templo vudú.

Para 2004, el complejo estaba convertido en un conjunto de inmuebles deteriorados y varios niños, huérfanos o abandonados por sus padres, vivían en las ruinas.

Fue ahí donde V01 conoció a otras víctimas, dos adolescentes señaladas en el informe de la ONU como “V02” y “V03”, y un chico, “V08”. El muchacho las ayudaba inicialmente y les traía de manera ocasional comida de casa de una tía, pero casi siempre tenían hambre.

“Ni siquiera tenía senos aún”, dijo una menor, conocida como V01, Víctima Número 1. Ella dijo a investigadores de la ONU que en los siguientes tres años, de los 12 a los 15 años, tuvo sexo con casi 50 cascos azules, entre ellos un “comandante” que le dio 75 centavos.

V02, que tenía 16 años cuando un grupo de la ONU la entrevistó, dijo a ese equipo que tuvo sexo con un comandante al menos en tres ocasiones. Ella lo describió como un tipo pasado de peso que usaba bigote y llevaba un anillo de oro en el dedo medio.

Ella afirmó que ese comandante a menudo le mostraba una fotografía de su esposa. Los cascos azules también le enseñaron algo de su lengua para que pudiera entender las insinuaciones sexuales. Los menores incluso conversaban entre ellos cuando los investigadores de la ONU los entrevistaron.

El chico, V08, dijo que tuvo sexo con más de 20 soldados. La mayoría de ellos se quitaban sus identificaciones antes de llevárselo hasta unos camiones militares de la ONU, donde él les hacía sexo oral o era sodomizado.

V03 identificó a 11 efectivos mediante fotografías, uno de los cuales ella dijo que era un cabo que tenía una cicatriz de bala “distintiva” entre la axila y la cintura. V04, entonces de 14 años, dijo que tenía sexo a diario con los soldados a cambio de dinero, galletas o jugo.

Otra víctima joven, V07, recibió una llamada telefónica de un casco azul cuando la entrevistaban los investigadores. Ella explicó que los soldados pasaban a los miembros del nuevo contingente el teléfono de ella para que la llamaran y tuvieran sexo.

Otro chico, V09, tenía 15 años cuando comenzaron sus encuentros con los cascos azules. Dijo que durante tres años tuvo sexo con más de 100 cascos azules, y a veces el promedio por día era de cuatro, según los investigadores.

Janila Jean dijo que tenía 16 años y era virgen cuando un casco azul brasileño la atrajo hacia una instalación de la ONU hace tres años con el anzuelo de darle mantequilla de maní en un pan. El militar la violó a punta de pistola y la embarazó. Ahora, ella llora constantemente.

“A veces me imagino estrangulando a mi hija”, dijo Jean en entrevista bajo la sombra de un árbol de plátano cerca de la ex base Jacmel.

Los depravados militares de las Fuerzas de paz de la ONU, graban con sus celulares las violaciones a menores y los venden a los programas de pornografías infantiles.

Al igual que muchas otras víctimas, Jean no denunció la violación. Unas 12 mujeres entrevistadas por la AP dijeron que tenían mucho miedo de denunciar los delitos por temor a que las responsabilizaran de lo ocurrido o peor, ver de nuevo las caras de sus victimarios.

En julio de 2011, cuatro cascos azules uruguayos y su comandante presuntamente violaron en forma tumultuaria a un adolescente haitiano. Los efectivos grabaron la agresión con sus celulares y las imágenes tuvieron amplia difusión por Internet. Estos hombres nunca fueron enjuiciados en Haití. Cuatro de los cinco fueron condenados en Uruguay por “violencia privada”, un cargo menor. Las autoridades uruguayas dijeron entonces que se había tratado de una broma que se salió de control y que nunca hubo violación.

La información revisada por la AP correspondiente a un periodo de 12 años está incompleta y varía en su nivel de detalle, en particular en los casos previos a 2010. Centenares de casos más fueron cerrados con poca o ninguna explicación. En su entrega, la AP analizó la información de los informes anuales así como la proveniente de la Oficina de Servicios de Supervisión Interna.

REACCIONES FRENTE A CHILENOS INVOLUCRADOS TRAS NUEVO REPORTE

Tras conocerse las denuncias, los diputados de oposición, Karol Cariola (PC) y Jorge Brito (RD) le exigieron al Ejército de Chile – la “reserva moral” de la sofofa” – que se pronuncie con respecto a esta situación.

“Espero el comunicado del Ejército de Chile condenando los hechos, procesando a los responsables y apartándolos de la institución”, expresó Cariola a través de Twitter. “Espero del régimen reparación y compromiso de justicia, en la medida de lo posible, con las víctimas”, agregó la parlamentaria.

Por su parte, el diputado frenteamplista Jorge Brito, también se refirió a esta investigación por medio de sus redes sociales.

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