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El muro de contención sanitario de la derecha: las advertencias de Mayol a Matthei y Chile Vamos

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En un informe de La Cosa Nostra, el sociólogo Alberto Mayol analiza los conflictos entre derechas tradicionales y ultras en el mundo. Su diagnóstico es claro: sin un “muro sanitario” que frene a Kast y Kaiser, la derecha institucional chilena corre el riesgo de ser absorbida por el populismo autoritario, como ocurrió en EE. UU., Brasil y Argentina. ¿Está Evelyn Matthei dispuesta a asumir ese desafío?

En un paper titulado ¿Qué enseñan los conflictos derecha/ultraderecha en el mundo?, La Cosa Nostra (LCN) que dirige el conocido sociólogo y teniendo como eje la pregunta ¿qué estrategia debe tomar Chile Vamos para luchar contra los sectores a su derecha, representados por J.A. Kast y J. Kaiser?  se elaboró este informe que hace un análisis comparado de algunos de los más conocidos conflictos que han enfrentado las derechas tanto en Europa como en América con resultados disimiles teniendo que abordar el ascenso y auge de nuevas derechas que “confrontan el ethos tradicional de sectores liberal-conservadores de corte institucionalista y tecnocrático”, disputa que se puede observar en Chile y que “será un factor decisivo en la próxima elección presidencial y parlamentaria”.

Señala el informe que “En un contexto global marcado por la erosión de las estructuras políticas tradicionales en la derecha y el ascenso de fuerzas impugnadoras de corte populista y autoritario, la derecha institucional enfrenta un dilema estratégico crucial: ¿Cómo responder al avance de las nuevas derechas ultras sin perder su identidad ni su base electoral?”

Tras esa interrogante se analizan y describen diversas experiencias donde se han enfrentado ambos sectores, insistimos, con resultados disimiles, para el eje tradicional e institucionalista.




Así por ejemplo se abordan los casos del Partido Republicano (PR) que debió enfrentar el surgimiento del Trumpismo en Estados Unidos; el de Brasil en que el Partido de la Socialdemocracia (PSDB) debió abordar la irrupción de Bolsonaro al punto de casi desaparecer; la pugna en Italia donde la Forza Italia de Berlusconi cayó estrepitosamente ante Salvini y Meloni; también la situación en que la centro derecha clásica Argentina – PRO y UCR- sucumbió ante el anarco capitalismo de Javier Milei; el caso polaco en que la derecha liberal (Plataforma Cívica) fue arrollada por la ultraderecha de Ley y Justicia (PIS). En todas las situaciones descritas anteriormente la derecha clásica intentó incorporar, mediar o pactar con las nuevas fuerzas impugnadoras. Resultado: el sector institucionalista sucumbió ante el discurso de extrema derecha, fue colonizado por éste y hoy, han perdido fuerza   como ocurre con el PR norteamericano o, como en Italia, Brasil o Argentina donde el sector tradicional ha sido absorbido por la extrema derecha o está al borde de desaparecer.

En un punto intermedio está la tensa relación entre el Partido Popular (PP) y VOX en España donde la derecha tradicional ha negociado, ignorado y competido con la fuerza impugnadora. Según el estudio “sin levantar un muro de contención contra la ultraderecha a través del liderazgo de Feijóo ha mantenido, con un discurso prudente, una base liberal aunque VOX ha influido en el relato del PP en los temas de migración, género o memoria histórica. Es una relación tensa, no resuelta».

Francia es otro caso no resuelto donde la derecha tradicional mantiene una base electoral, aunque va a la pérdida y si bien, Renaissance de Macron y Republicanos de Eric Ciotti, han hecho flirteos con el grupo nacionalista de Le Pen, existe un muro de contención que ha impedido la absorción como pudo evidenciarse en la segunda vuelta de 2024.

Alemania y Portugal son los casos en que la derecha tradicional ha sobrevivido holgadamente, manteniendo una base electoral amplia como ocurre con la CDU (Unión Demócrata Cristiana) de Angela Merkel ante el crecimiento de Alternativa para Alemania (AfD); situación similar sucede con la Socialdemocracia portuguesa (PSD) que ha contenido bastante bien la presión del ultranacionalismo de Chega. Lo común en ambos casos es el establecimiento de un muro de contención sanitario ante las nuevas fuerzas impugnadoras (“no pactamos con extremistas”); a su vez han reforzado un discurso de centro liberal basado en la estabilidad, la institucionalidad y la eficiencia absorbiendo algunas temáticas   de la extrema derecha pero sin emplear el tono agresivo populista e identitario.

Las conclusiones de LCN son más o menos evidentes: “En los procesos de negociación, alianza o convivencia entre la derecha tradicional (liberal-conservadora, institucionalista) y las nuevas derechas ultras (populistas, autoritarias, identitarias), la experiencia empírica demuestra que los sectores impugnadores —es decir, las nuevas derechas— tienden a imponerse simbólicamente, desplazar el eje ideológico y asumir el liderazgo político del bloque. Por ello, la única forma efectiva de preservar la identidad, la autonomía y el proyecto de la derecha tradicional es levantar un muro —narrativo, político e institucional— que impida la fusión o subordinación entre ambas corrientes”. Lo anterior supone tres ejes de reflexión: los impugnadores ganan por absorción en la proximidad (EE.UU., Brasil o Argentina); crecen a su vez en la negociación que se torna una trampa para la derecha tradicional y la evidencia indica que el establecimiento de un claro “muro de contención” o “sanitario” ante los impugnadores es la mejor salvaguarda para la derecha clásica aún a riesgo de perder electores.

En ese sentido para preservar su propia sobrevivencia a la derecha tradicional le ha ido bien cuando ha desplegado las siguientes estrategias: levantamiento de un muro ético narrativo, control del marco discursivo institucional y no polarizante, renovación de liderazgos de anclaje popular pero no populistas, tecnocracia comunicacional bien ejecutada (“experticia y datos pero con buena comunicación pública”), disciplina interna partidaria aislando o expulsando aquellos liderazgos que coquetean con el extremismo  y el uso del sistema electoral si éste favorece el aislamiento (Francia y Alemania).

Los riesgos de no establecer un “muro político sanitario” ante el avance de los neopopulismos de derecha son evidentes: pérdida de identidad, crisis de representación, desplazamiento generacional y la fragmentación interna. Si bien el levantamiento de un muro puede sonar drástico, el no hacerlo ha significado para el sector tradicional pagar más altos costos.

Esquema exitoso de variables programáticas e ideológicas de contención

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Fuente: Resumen informe Estratégico LCN, ¿Qué enseñan los conflictos­ Derecha/Ultraderecha­ en el mundo?

 

De acuerdo a este trabajo las recomendaciones para la UDI, RN, EVOPOLI y la aspirante Evelyn Matthei son más o menos obvias.

 

 

Edison Ortiz



Edison Ortiz

Doctor en Historia. Profesor colaborador MGPP, Universidad de Santiago
  1. Renato Alvarado Vidal says:

    Algo que diferencia Chile de varios de los países estudiados es el vínculo común de las diferentes modalidades de la derecha con la dictadura, por algo a esta le cuelgan eso de «cívica». La dictadura de «cívica» nada tuvo, pero sí a muchos cómplices civiles. ¿Como podría la derecha «institucional» alejarse de esa contaminación con el extremismo si su actual candidata es nada menos que hija de un integrante de la junta militar?

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