
Triunvirato
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“Religión, régimen por el cual se mantiene sumiso al pueblo”.
Dionisio Albarrán.
Hay un dogma en la religión, que dice: “Tres personas distintas y un solo Dios no más”. De inmediato, el acucioso y erudito lector, piensa en el trío formado por Kast, Káiser y Matthei. ¿Acaso se trata de un acertijo? Ellos cavilan en forma igual, tienen las mismas amistades y por tradición, comen chucrut familiar. Sin embargo, andan separados, como si fuesen adolescentes egoístas, que se niegan a compartir sus juguetes. Peligrosa actitud que, en las elecciones presidenciales de fin de año, les puede significar la derrota del triángulo de las Bermudas. No falta el suspicaz y bien informado, que habla de una estrategia política, destinada a captar a los votantes indecisos. Al medio pelo, empeñado en subir de pelaje; a los indecisos y a los borregos, abundantes en nuestra república, siempre dispuestos a subirse al carro de la victoria.
Si se analizan los programas presidenciales del trío, sólo se observan matices de diferencia. Casi calcados, hechos por la misma mano. Hay en ellos un frenesí contra la delincuencia, la cual es hija de la miseria. La otra delincuencia, la de cuello y corbata debe mantenerse al margen e intocable, al ser origen de la habilidad empresarial. Negarle a esta elite el derecho a hacer negocios brujos, es atentar contra la libertad. Así, hilando fino, se llega al convencimiento que la delincuencia está sólo permitida a la elite y sus sirvientes, a esa oligarquía dueña del país y que debe llamarse destreza.
En cuanto a los inmigrantes, dicen que es legítimo aplicar el control estricto de las fronteras, levantando muros y abriendo zanjas, olvidados los tres querubines, que sus antepasados arribaron a Chile, huyendo de la Europa culta. Parecieran ignorar, que la avanzadilla de Diego de Almagro a Chile, desde Perú, solo buscaba apoderarse del oro y las tierras de esta región. Rapiña avalada por el imperio español. Ahí nació nuestra oligarquía, mimada por el trío.
Volviendo a los programas, no se ve con claridad una política educacional destinada a retornarle la dignidad al profesorado, deteriorada durante la dictadura militar. Son a la postre, los verdaderos formadores de nuestra juventud, aunque le desagrade a la beatitud. ¿Y en cuanto a las viviendas sociales? Apenas unas referencias por ahí, como un gesto de bondad hacia el proletariado, por costumbre, sometido al yugo del poder. No se ve claridad en relación a construir hospitales ni centros de saludad en las poblaciones. Menos aún la venta de indulgencias plenarias, ni de parcelas celestiales. Sí, algo de cultura, para combatir la incultura.
Capa de betún sobre el betún, destinada a ocultar los grafitis del descontento popular. Esta troika a la chilena, adobada al gusto de la elite, viene a convertirse en una punta de lanza, muy bien diseñada por los asesores del trío. Quienes enmudecen y se escabullen cuando se les pregunta por el destino de las AFP, las ISAPRES y aquellas instituciones privadas, que prestan dinero con usura. En síntesis, dedicadas a mantener cautivo al cotizante. No serán tocadas ni con el pétalo de una rosa, parafraseando al poeta.
Nada distinto bajo el sol, para esta república mil veces zarandeada. Saqueada de día y de noche, por filibusteros disfrazados de burgueses progresistas, venidos de otras latitudes. Interminable baile de máscaras, donde las parejas se intercambian y danzar un eterno y embriagador baile. La fiesta continúa hasta la madrugada en medio del frenesí, entre un banquete de mantel largo. Que sean los de siempre, quienes recojan las sobras del festín. Las caídas migajas de la mesa. Como dijo un personaje en la novela “El gatopardo” de Lampedusa: “Hace falta que algo cambie, para que todo siga igual”. Llámese destino o realidad, siempre la justicia realiza un camino distinto a lo que piensan los privilegiados del sistema. Y a modo de reforzar este embrollo, Los Amarillos, un grupúsculo dedicado al pelambre y a comer sopaipillas a la hora del té, votarán por Evelyn Matthei.
Walter Garib





