
Los pobladores quieren pagar, pero pueden hacerlo con precios marginales y no de mercado especulativo, como desean los propietarios. La Constitución del 80 deja al Estado sin dientes, por tanto el derecho de propiedad, aunque sea una propiedad muy excedentaria a lo normal, se impone por sobre el derecho de propiedad del que la necesita básicamente para vivir.














