
Lo que parecía en aquella época ser una solución a la salud, siempre cuestionada en Chile, significó una argamasa, o un contubernio, si se quiere, destinado a robarse los recursos de los afiliados. Robo hormiga, cuyo silencio y eficacia, no perturba. Nada de saqueos en despoblado, para asustar a la gente. Más bien, en compañía de una banda de música, que interpreta el Aleluya.













