Crónicas de un país anormal

La tragicómica guerra entre el gobierno de Sebastián Piñera y el Partido Socialista

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Sin criterio alguno la “flamante” ministra vocera de gobierno, Cecilia Pérez, indignada ante la posible acusación constitucional en contra de la ministra de Educación, Marcela Cubillos, despotricó contra el Partido Socialista acusándolos abiertamente de estar relacionados con el narcotráfico.

 

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El Presidente Piñera, que se cree dotado del poder de la infalibilidad, asumió la defensa su ministra estrella – lo saca de apuros cada vez que “mete la pata” y en otras situaciones conflictivas – sin prever que incendiaría la pradera.

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La pelea con los socialistas nunca ha sido fácil: según un autor, los diputados de ese Partido siempre estaban enojados como si les apretaran los zapatos; ahora, la directiva socialista montó en cólera y resolvió impedir la entrada de los subsecretarios y asesores a las Comisiones y a la Sala – el gobierno lo denomina “bloqueo parlamentario” -.

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Cecilia Pérez se ha negado a pedir perdón a pesar del grave error que cometió al acusar sin pruebas a un partido político de estar aliado al narcotráfico – antes, el ex ministro Francisco Javier Cuadra había hecho con respecto a los parlamentarios tildándolos  de narcotraficantes, y  los pocos que no eran calvos tuvieron que someterse a un análisis de pelo -.

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La “Elena de Troya” que provocó esta guerra fue la  ministra de Educación,  Marcela Cubillos, una de las mujeres protagonistas de la Franja del SI a Pinochet en el  Plebiscito de 1988, una momia recalcitrante y fanática, autora de un libro apologético de la derecha, publicado junto con su actual marido, Andrés Allamand. Las provocaciones y descalificaciones en contra de los profesores terminaron por concitar la antipatía de “moros  y troyanos”.

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Marcela Cubillos ha demostrado ser incapaz de diálogo y, como “las señoras bien”, cree que los profesores le deben obediencia y pleitesía. (En una visita al Cementerio General fue funada por una profesora, y si bien el lugar donde la enfrentó no era el adecuado, la ministra bien se merecía que le “cantaran las cuarenta”).

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El sectarismo dogmático de la ministra hizo que se prolongara la huelga de profesores por más de dos meses: en un primer período  rehusó participar en las conversaciones con las directivas del Gremio, enviando en su lugar al subsecretario Figueroa; luego, no encontró un mejor camino que descalificar a los interlocutores, poniéndoles el remoquete de “políticos e ideólogos”, como si el debate  educacional pudiéramos desligarlo de visiones y proyectos de sociedad, que no son otra cosa que ideologías políticas.

 

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Apenas asumió la Cartera, la ministra Cubillos se lanzó con los proyectos de ley “Aula Segura” y “Admisión Justa”.

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En el primer proyecto, de claro corte represivo, poco menos que autorizaba la entrada de la fuerza pública  a las salas de clase – los pacos y profes unidos jamás serán vencidos -. Algunos senadores, con razón, plantearon que el proyecto si siquiera respetaba derechos fundamentales, como el debido proceso y la presunción de inocencia. Estudios sobre el tema prueban que “la tolerancia cero” conduce a los niños y adolescentes de la escuela a la cárcel y, en general, quienes son sancionados, pertenecen a sectores carenciados económica y culturalmente.

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El segundo proyecto  de ley, Admisión Justa, está inspirado en la concepción del “filósofo y economista”, Sebastián Piñera, quien ha afirmado que “la educación es un bien de consumo”, por consiguiente, a los consumidores les asiste el derecho a elegir el producto, es decir, la escuela. Se ha probado que los padres no eligen la escuela, sino que  la escuela los elige a sus estudiantes.

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El ideal de la derecha es la segregación, es decir, “los niños bien con los niños bien, y los rotos con los rotos”. Los de mayor nivel educacional y cultural, en sus propias escuelas, y los desprovistos de esos bienes, en las marginales.

 

Una vez  iniciado el año escolar, la ministra se ha visto obligada – con las narices tapadas – a aplicar la ley que elimina la selección, aprobada durante el período del segundo gobierno de Michelle Bachelet, sin embargo, buscó un subterfugio  para instalar algunos métodos de selección, al menos en Liceos emblemáticos, pero el Congreso, afortunadamente, rechazó tamaño despropósito.

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La ministra Cubillos recorrió el país, durante los meses de vacaciones de principio  del año 2019 haciendo publicidad a su proyecto de ley de Admisión  Justa. En cada ciudad, región o provincia reunía a los líderes de las marchas “querimos pagar” y a mercaderes de la educación que, con razón, le seguían el “amén”, y que luego era divulgado por los distintos medios de comunicación de masas.

 

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El concepto de “mérito” para la derecha no visualiza que vivimos en una sociedad de clases muy desigual, en la cual quienes poseen el capital cultural son fácilmente los primeros en las pruebas estandarizadas, SIMCE, PSU…, alumnos entrenados desde kínder  para responder las preguntas de selección múltiple, que son siempre fámulas nemotécnicas    y no saberes.

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Con mucha razón el Partido Socialista prepara una acusación constitucional contra la ministra del ramo, que deberá ser aprobada, si existe acuerdo entre todas las bancadas de oposición.

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Piñera ha demostrado escaso tino para elegir a sus ministros que, si la oposición estuviera unida, en su mayoría los ministros tendrían mèrito  para ser acusados constitucionalmente.

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Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)

22/08/2019                        

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