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En medio de la pandemia Trump arremete frente a las costas de Venezuela contra el narcotráfico

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Es difícil entender porqué un Presidente de una nación tan poderosa como los Estados Unidos, esté impulsando  hoy en día operaciones contra el narcotráfico en el Pacífico Oriental y el Caribe, “en un enfoque global para evitar la introducción de drogas ilegales al territorio estadounidense y proteger a los estadounidenses”, según lo sostuvo el secretario de Defensa, Mark Esper, en una conferencia de prensa en la cual D. Trump se encontraba presente, sin hablar pero expresando en su lenguaje corporal la actitud de un perro rabioso listo a saltar sobre su presa.

El narcotráfico, como bien sabemos, tiene que ver con dos actores principales, el proveedor y el consumidor y bien sabemos que Estados Unidos es el principal consumidor de drogas del mundo; la  droga ya se encuentra instalada en el ethos cultural de todos los niveles socioeconómicos, 20 millones de consumidores (sumando marihuana, cocaína, heroína, fentanilo y drogas sintéticas) o sea, cerca del 10% de la población del gigante de 250 millones de cabezas, gastan anualmente 150   mil millones de dólares (Rand Corporation).  Así entonces, lo primero que tendrá que hacer Trump si quiere eliminar el flagelo de la droga, es ponerse duro con el consumidor interno,  imponer exámenes y controles de drogas en todos los niveles, incluidos los  niveles políticos y los sectores económicos altos, que, en definitiva, son los que manejan los altos costos de las drogas y que pasan su día de trabajo entre el alcohol y la cocaína; además debería vigilar las finanzas de los principales distribuidores internos y destruir el negocio y la ruta de los narcotraficantes.

Más aún, cuando se habla de México, Colombia, Venezuela se habla fundamentalmente de marihuana o cocaína, sin embargo hay drogas que fabrica la propia industria farmacéutica de Estados Unidos, me refiero, por dar un ejemplo, al Fentanilo, droga 50 veces más potente que la heroína y 100 veces más que la morfina. Se calcula que más de 18.000 muertes al año produce por el abuso del consumo de esta droga.

En suma, la enfermedad de la droga no es culpa exclusiva de los que la proveen, ciertamente el poder adquisitivo de los estadounidenses es un poderoso incentivo, adicionalmente hay que anotar que en ese país cada adolescente y adulto consumen aproximadamente un promedio de 9 litros de alcohol al año, y el país exhibe una peligrosa una tasa de obesidad cercana al 40% de la población. Entonces,  algo anda muy mal en el sistema social de Estados Unidos y al parecer las autoridades se niegan a reconocer el grave problema de salud pública que enfrentan y se afirman en buscar el enemigo fuera de su territorio, cuando el verdadero enemigo se encuentra dentro de su casa.




Por otra parte la crisis sanitaria está golpeando fuerte a Estados Unidos, con 265,000 casos positivos por COVID-19, – 6.700 fallecimientos- 11.000 recuperados al día de hoy. El mismo Trump sostiene que si mueren 100.000 habitantes será un éxito para las medidas tomadas; estas  cifras deberían tener al gobierno metido de cabeza en la pandemia y debería dejar a un lado la experticia de mago que bien le conocemos a este especial e histriónico  presidente.

EE.UU. no debería enviar tropas a ninguna parte, no debe por razones éticas y morales, atacar a un enemigo, cualquiera sea la razón, debilitado al igual que todo el mundo por el corona virus, por el aislamiento y bloqueo de muchos países, con un pueblo que ha huido en busca de mejores rumbos y un gobernante carismático que se sostiene difícilmente en el poder gracias a las Fuerzas Armadas Bolivarianas y a una inmensa masa de adherentes que lo seguirán hasta la muerte. Además Venezuela tiene la mala suerte (para ellos) de poseer grandes reservas de petróleo que en definitiva son el verdadero motivador de la acción bélica de Trump.

En otras palabras el “Gigante” envía tropas, barcos, aviones y armamento de alta tecnología a un país que está en el suelo. Si logra derrotarlo e instalar a Juan Guaidó en el poder, Trump dejará una mancha imposible de borrar de su  historia y será recordado como un hombre superado por su personalidad megalómana, que juega con el mundo tal como lo hizo Charles Chaplin en su famosa rutina de la película “El Gran Dictador” (1940) cuando juega con el globo terráqueo como si fuera un juguete que responde mansamente a sus acciones.

 

Jorge Zepeda Araya – abril 3 de 2020

 

 

 

https://ethic.es/2019/01/discurso-chaplin-contra-el-fascismo/

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  1. hugo randier says:

    Oh, jo, ho. ! Demasiado «adelantado». Parece que está mal informado
    y no capta nada más que guerras que NO vendrán.
    Algo no le funciona adecuadamente, posiblemente corona u otro virus peor del cerebro..

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