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Liberalismo económico extremo del conjunto de la oligarquía en el siglo XIX

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En el siglo XIX las diversas expresiones de la oligarquía –conservadores, liberales y radicales- postulaban un liberalismo económico extremo basado en “leyes divinas” o en la “ciencia económica”; y despreciaban explícitamente los derechos de los trabajadores. Ello explica por qué las siguientes expresiones de periódicos, economistas y políticos –clericales o laicos- nos han sido completamente ocultadas por la educación escolar y por la generalidad de la historiografía chilena.

 

TEXTOS

 

“EL INDEPENDIENTE” (Diario conservador; Febrero de 1872)

 

“Son pocos todavía aquellos que han meditado bastante para comprender que las leyes económicas tienen la misma inflexibilidad, la misma exactitud y la misma perfección que las leyes físicas; son poquísimos aquellos que no encuentran algo que reformar en la obra de Dios. Sin embargo, la pretensión de modificar esa obra es tan temeraria como lo sería la pretensión de modificar al hombre mismo, en las proporciones y miembros de su cuerpo o en la naturaleza y facultades de su alma” (Sergio Grez.- La Cuestión Social en Chile. Ideas y debates precursoras (1804-1902); Edición de la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos, Santiago, 1995; p. 197).




“Las huelgas constituyen insensatas insurrecciones contra la ley económica (…) es un hecho perfectamente comprobado que ninguna huelga ha traído una mejora de condición para los obreros comprometidos en ella. Al contrario, en vez de ganar han perdido, cayendo en la miseria o viéndose reducidos a un trabajo mayor o a un salario menor del que anteriormente ganaban” (Ibid.; pp. 183-4).

“El derecho al trabajo es un grosero quid pro quo inventado por los holgazanes en contra de los trabajadores. Lo que éstos necesitan tener, lo que deben pedir, no es el derecho al trabajo sino la libertad de trabajar. El derecho al trabajo es una solemnísima mentira inventada por los explotadores de la ignorancia en odio a los ricos y en perjuicio de los pobres. El derecho al trabajo es sencillamente el comunismo o, en otros términos, la negación de la libertad” (Ibid.; pp. 198-9).

 

ZOROBABEL RODRÍGUEZ (Economista conservador, en “El Independiente”; Diciembre de 1876)

“La libertad de internación (de mercaderías extranjeras) debe ser sagrada; la protección a la internación es un error funesto y una crueldad sin nombre (…) Por eso dijimos que el primer defecto del arbitrio propuesto (protección aduanera de la industria) es su falta absoluta de equidad. Adoptarlo sería renunciar a las conquistas hechas durante siglos en el campo de la libertad de trabajo, de la industria y del comercio, despojar a unos legalmente en provecho de otros, y sustituir las admirables leyes con que Dios rige el mundo económico, por leyes que fuesen el resultado de los intereses, de las preocupaciones y de los apetitos de los más poderosos” (Ibid.; pp. 265 y 268).

 

ZOROBABEL RODRÍGUEZ (en “El Independiente”; Diciembre de 1876)

“¡Tenéis hambre y volvéis los ojos al Estado para que remedie vuestra necesidad! En vano los volvéis. El Estado es como el doctor judío de cierta lúgubre leyenda que para sanar, robustecer y engordar a sus enfermos principiaba por cortarles de los muslos o de las pantorrillas la carne con que habían de alimentarse” (Ibid.; p. 266).

 

“EL FERROCARRIL” (Diario liberal; Febrero de 1872)

 

“Mientras más meditamos la cuestión, más nos convencemos de que la intervención del Estado (en el alza de los salarios) sólo puede ser perturbadora. El bien solo puede venir de la iniciativa, el esfuerzo, la acción social. Aprendamos alguna vez a servirnos por nosotros mismos y a esperarlo todo de nosotros mismos (…) Creemos que la autoridad puede más que nosotros, cuando nosotros podemos más que ella. Para detener la emigración (la acción del Estado) tendría que ser arbitrariedad. Para imponer un alza en los salarios, tendría que ser arbitrariedad todavía. Los contratos son libres” (Ibid.; p. 174).

 

“EL FERROCARRIL” (Febrero de 1872)

“No se cree que la iniciativa social ni la iniciativa del Estado puedan llegar a una pronta alza en los salarios, desde que el precio del trabajo, como el precio de cualquiera otro servicio, se rige por la ley de la oferta y el pedido: a mayor oferta menos precio; y a mayor pedido más precio. Ello es exacto y no seremos nosotros quienes lo neguemos” (Ibid.; p. 179).

 

“EL FERROCARRIL” (Julio de 1872)

“La transformación de los barrios pobres por mandato de ley, sería ataque al derecho de propiedad, carga para unos cuantos, muchas familias sin albergue, alza en los alquileres (…) Pretender la transformación de los barrios pobres por otro camino que un empréstito del municipio o la libre acción de la iniciativa particular, vale tanto como ir a escalar el cielo, pues los fueros de la propiedad ya no son una vana palabra entre nosotros. Y después, si hoy se ordena por mandato de ley y en nombre de la salud pública, a los dueños de los ranchos que los demuelan y a los dueños de los conventillos que los mejoren, ¿por qué no se ordenaría mañana a los dueños de casas demasiado altas que echasen por tierra sus segundos pisos, que en las calles estrechas son una amenaza de morir aplastado en un terremoto (…) La salud pública es una buena cosa, pero el respeto al derecho (de propiedad privada) es mucho mejor que ella” (Ibid.; p. 238).

 

MANUEL ANTONIO MATTA (Diputado radical; 1874)

En la discusión en la Cámara de Diputados de un proyecto de ley para fijar los 12 años como edad mínima para trabajar en las minas, se opuso señalando que “en las minas existían trabajos que no alcanzaban a dañar la salud de los niños y que el salario que éstos ganaban constituía un recurso del cual no era justo privar a sus familias” por lo que se manifestó partidario de disminuir la edad mínima a 10 años (Hernán Ramírez Necochea.- Historia del Movimiento Obrero en Chile. Siglo XIX; Talleres Gráficos Lautaro, Santiago, 1956; p. 110).

 

ENRIQUE MAC IVER (Diputado radical; 1888)

“Los obreros no tienen cultura ni preparación suficientes para comprender los problemas de gobierno; menos para formar parte de él” (Leopoldo Castedo.- Chile: Vida y Muerte de la República Parlamentaria; Edit. Sudamericana, Santiago, 1999; p. 55).

 

ENRIQUE MAC IVER (1890)

“La oligarquía, ésa de que tan seriamente se nos habla, vive en país representativo, que tiene sufragio universal o casi universal, donde todos los ciudadanos igual derecho para ser admitidos al desempeño de todos los empleos públicos y en que la instrucción, aún la superior y profesional es gratuita. Agréguese que no existen privilegios económicos ni desigualdades civiles en el derecho de propiedad y convendrán, mis honorables colegas, conmigo, en que un país con tales instituciones y con oligarquía, es muy extraordinario; tan extraordinario que es verdaderamente inconcebible. Me temo mucho que los honorables diputados que nos dieron a conocer esa oligarquía, hayan sufrido un ofuscamiento confundiendo así lo que es distinción e influencias sociales y políticas de muchos, nacidas de los servicios públicos, de la virtud, del saber, del talento, del trabajo, de la riqueza y aún de los antecedentes de familia, con una oligarquía. Oligarquías como ésas son comunes y existen en los países más libres y popularmente gobernados. Los honorables representantes encontrarán oligarquía de esta clase en Inglaterra y aún en los Estados Unidos de América. A esas oligarquías que son cimientos inconmovibles del edificio social y político, sólo las condenan los anarquistas y los improvisados” (Julio César Jobet.- Ensayo Critico del Desarrollo Económico-Social de Chile; Edit. Universitaria, Santiago, 1955; p. 99).

 

 

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