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Pregúntenle a la Tía Pikachú

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La derrota, más bien el desfonde de la derecha y la exConcertación, pasan a ser los resultados más notables de las elecciones recientes.

 

Luego, viene el triunfo de Irací Hassler, una mujer comunista, sobre el repulsivo derechista Felipe Alessandri, en la comuna de Santiago.

 

Este hecho tiene una enorme carga simbólica si se considera que la estirpe Alessandri tiene bastante sangre comunista en sus manos.

 

Del mismo modo, la irrupción de listas de independientes que han superado a todo el resto, deja de manifiesto que la política tal como la conocemos está comenzando su irreversible deterioro.




 

Muestra que hay otras formas de hacer política.

 

Con todo, el proceso deja muchas dudas flotando en el ambiente.

 

Y un par de certezas: más complicado resulta administrar la victoria que la derrota. Luego de más de treinta años de engaños y manipulaciones, resulta comprensible que en ese lapso se haya acumulado más rabia de la que sea posible administrar.

 

En el caso de la derrota, la cosa es simple: toma lo tuyo y vete.

 

Pero hay derrotas notables a las que poco se le ha puesto atención.

 

Es el caso de la presidenta de la CUT, Bárbara Figueroa, del expresidente del Colegio de Profesores, Mario Aguilar y de Luis Messina, cara visible del Movimiento No + AFP.

 

Comprensible es el caso de la presidenta de la CUT. La Central no ha brillado precisamente por un protagonismo relevante en circunstancias en que las políticas neoliberales sumadas a la pandemia, tiene a los trabajadores con el credo en la boca cada día que pasa.

 

Y también es comprensible el fracaso del expresidente del Colegio de Profesores, Mario Aguilar, que tampoco fue electo a pesar de los ingentes recursos que utilizó y de la utilización de personal del gremio en su campaña. Aguilar se autodesignó candidato.

 

Más sonada es su derrota si se considera que casi el 13% de los convencionales son profesores, la segunda profesión más recurrente en la Constituyente, después de los abogados.

 

Preocupante es el caso de Luis Messina, lúcido dirigente bancario que ha liderado la pelea por desnudar el fracasado sistema de las AFP y el inmoral negocio que esconden.

 

Vea usted que Mesina y sus compañeros de la coordinadora No Más AFP comenzaron su lucha por un verdadero sistema de seguridad social con todo en contra: el sistema político, los medios de comunicación, las mismas AFP y la ignorancia masiva respecto del gran negociado que sostiene todo el tinglado financiero en los hombros de los trabajadores.

 

No Más AFP logró instalar un tema que fue tabú por decenios y generar una enorme y masiva simpatía.

 

Sin embargo, en esta crucial pasada sus dirigentes han desparecido del debate y, peor aún, Luis Messina no es elegido constituyente.

 

¿Curioso o esperable?

 

Resulta increíble que las grandes organizaciones como la ANEF, la CUT, No más AFP, Colegio de Profesores, entre otras, tengan que mirar el proceso constituyente y el desfonde del sistema por la televisión.

 

De protagonismo, nada.

 

Queda demostrado que la gente exige y necesita participar en la toma de decisiones y en la elección de sus candidatos a lo que sea.

 

La gente quiere ser escuchada.

 

Queda demostrado que la gente también existe y que repitiendo hasta el cansancio el mismo esquema fallido, no se cambian las cosas. Que los desfiles y las batucadas son solo útiles en el triunfo y los carnavales.

 

Y que es en la política donde hay que incidir.

 

Resulta patético que estas grandes organizaciones y movimientos estén condenados a la intrascendencia en momentos en que urge la opinión de los trabajadores.

 

Quizás la Tía Pikachú podría entregarles algunas ideas de cómo se hacen las cosas.

 

Por Ricardo Candia Cares

 

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Escritor y periodista

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