Recado para el diputado Boric

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En política, si es de principios, valen tanto los amigos como los enemigos. Esa medianía en que se trata de estar bien con todos jamás ha significado algo que importe o que se proponga algo más que estimular la egolatría y el acomodo. El pueblo llano o toma tinto o toma blanco.

Uno es, en política, lo que son sus enemigos, estimado Gabriel.

En el caso de Gabriel cursa algo que debe ser entendido como un descubrimiento que guarda la clave para erigirse como el más importante político de alguna parte de la historia: ser el bueno, la media geométrica, lo que delimita el vaso lleno del vacío, el que no habla mal de nadie, el que perdona y el que hace piruetas para mantenerse en el medio en que habita lo justo.

Mala cosa.

No, Gabriel, no se puede uno situarse en una posición equidistante de todo el resto en medio del tatami de la política con tal de no desteñir o para evitar las explicaciones o para dar señales de buena crianza.

Siempre hay que elegir un lado.

Si en política no tienes enemigos, entonces eres un sospechoso del acomodo y de la ausencia absoluta de consecuencia. O de principios.

El amigo de todos es solo justificable en el medio campo ofensivo de la selección nacional.

Si me permite el diputado una sugerencia de un postulante a francotirador en esto de la política y, eso sí, un resentido profesional: el silencio también dice.

Callar es una manera de decir. El no decir, es muchas veces una opinión elocuente. El silencio es tan socorrido como hacerse el huevón: siempre sirve y reside al alcance de la mano.

Y, finalmente: escriba o diga con odio, pero no con rabia. Cuídese de sus broncas, diputado Boric.

No crea que todo el mundo comparte su higiénica manera de intentar situarse en el centro de la moral, en una pretendida e inexistente equidistancia entre los buenos y los malos. Con esa práctica los bonos que se ganó hace unos años comenzarán a diluirse en breve y pasará ser un tipo funcional a los que intentan defender el estatus quo.

Note que la derecha ya lo tiene pulseado: es cosa que le pregunten acerca de Venezuela para que usted diga lo suyo. Y le aseguro que se ríen de usted luego de escucharlo denostar a Maduro y sus parceros.

Recuerde que la política tal como la hemos conocido en los últimos treinta y tantos años, comienza a resquebrajarse y quizás, eso esperamos muchos, otros hombres superarán este momento gris y amargo, donde la traición pretende imponerse.

No, no digo que usted sea un traidor. Solo digo que así funciona la consecuencia, como la de Salvador Allende que no eligió todos los meses a sus enemigos y supo siempre quiénes eran sus amigos.

Pago alto costo por esa decisión, pero eso le confiere el derecho de ser para siempre el Compañero presidente Salvador Allende.

Y me quedo hasta aquí porque el tema no da para mucho más. Quizás al Honorable no le interese este recado. Lo bueno es que a mí tampoco.

Por Ricardo Candia Cares

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