Tiempo de lectura aprox: 2 minutos, 36 segundos

Llamar democrática a la sociedad chilena actual y, además, creer  – como lo dijo el Presidente Ricardo Froilán Lagos  – que las “instituciones funcionan”, constituye una gran falacia, y para usar una definición acertada de nuestro sistema político  se resumiría en el vocablo cleptocracia: quien llega al poder y no tiene intención de robar, es un político despreciable ante los ojos de quienes comprenden que la “buena política” consiste en el arte de robar sin ser descubiertos.

La verdadera democracia supone que las distintas instituciones del Estado se controlan mutuamente. El Ejecutivo, por ejemplo, era útil a un ministro de Hacienda, de apellido Larraín que pretendía financiar un viaje privado con dineros del fisco; el Presidente actual pretendió instalar como embajador a su hermano Pablo, y antes, invitó a sus hijos a China a fin de que adquieran experiencia en negocios, con la futura potencia mundial.

El dinero del Presidente está invertido en un fideicomiso ciego y, se supone, que el propietario de las Acciones – el Presidente en este caso – no sabe en qué empresas o instituciones financieras  invierte su capital. En Chile, durante el gobierno del radical Juan Antonio Ríos, se fortaleció la Contraloría General de la República que, se supone, debe controlar los gastos fiscales. Por desgracia, el anterior Contralor se le escapó, nada menos, que el robo del dinero fiscal por parte de instituciones del Ejército – el Milicogate – y de Carabineros – el Pacogate. Si no hubiera sido por un cajero del Banco Falabella de la sucursal en Magallanes, a quien le llamó la atención un depósito de varios millones, realizado por un cliente que antes tenía una cuanta exigua, este hecho hubiera restado oculto.

Los millones defraudados en el “Milicogate”, producto del 10% que recibían los militares por la venta del cobre, era tal cantidad de plata que costaba saber exactamente la cuantía del robo, (¿a quién, sin ética alguna, le importa gastar el dinero que no es el suyo?). El cabo Juan Carlos Cruz gastaba millones en el Casino, recibiendo, como buen cliente, la estadía de siete noches en el hotel de dicho Casino.  Este Cabo confesó en la indagatoria que había perdido todo sentido del valor del dinero, que apostaba a manos llenas. Para llegar a despilfarrar el dinero fiscal es necesario años de carrera funcionaria y un grado superior; el que un suboficial – como en el caso del cabo Cruz – haya podido hacerlo con facilidad demuestra el nulo control del dinero de todos los chilenos por parte de quienes los ciudadanos les entregaron el monopolio de las armas para defender el país.




El caso más mentado, hoy por hoy, es el del ex General en Jefe del Ejército, Juan Miguel Fuente-Alba y de su esposa, Ana María Pinochet, (“la Lucía chica”). La periodista Alejandra Matus escribe que Lucía Hiriart de Pinochet tenía un colección de cientos de sombreros, y no permitía a las demás esposas de  generales que usaran un sombrero similar a los de ella. Ana María Pinochet, que va a ser formalizada por presunto lavado de dinero, tiene un jardín con plantas finísimas y flores diversas en cantidades, además, regalaba a sus amigas finos pañuelos, y a los oficiales que pasaban a retiro les obsequiaba finas corbatas  italianas. La pareja Fuente-Alba Pinochet tenía gustos exquisitos e invitaba a sus amigos a los restaurantes más selectos de Vitacura. El general Fuente-Alba era famoso por cambiar autos de lujo varias veces al año – se le llamaba “el señor de los anillos” por los Audi por que adquiría -. El negocio consistía en comprar autos a buen precio y luego venderlos a precios elevados, (adquiría algunos autos por 20 millones y los vendía a 100 millones). La otra área de sus negocios era la compra y venta de elegantes departamentos en Las Condes que, como los autos, compraba a bajo precio, los vendía a sus hijos, y luego los volvía a comprar.

El mejor de sus negocios eran los viajes, con la disculpa de una misión oficial al extranjero, que se prolongaba en el tiempo y cambio de destinación. Su lugar predilecto era París, a donde viajaba con su familia y, a veces, con sus amigos personales, y todo a costa del fisco; allí reservaba en el hotel la habitación más lujosa, con vista a la Torre Eiffel. En Chile viajaba en avión del Ejército, especialmente a La Serena, sin justificación alguna.

Los ministros de Defensa fueron demasiado irresponsables, y jamás osaron defender los dineros fiscales, que estaban en manos altos mandos del Ejército, que habían pactado presumiblemente con Augusto Pinochet y la Concertación para abstenerse de intervenir en asuntos de dinero, dado al Ejército.

Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)

03/08/2021

 



Historiador y cronista

Related Posts

  1. Gino Vallega says:

    Cuándo se «jodió» la Contraloría , que de «controlar el gasto público» pasó a controlar el «descontrol del gasto público»? Desde Sept. , 11 , 1973?

  2. Marcela Jiménez de la Jara says:

    Bueno el articulo, aunque con muchos «motes» formales de digitación.
    Toda la razón; lamentable historial el de este matrimonio Fuentealba Pinochet.

  3. Fernando Aldoney says:

    «Los ministros de Defensa fueron demasiado irresponsables» No don Rafa. Como siempre en todo lo dicho tiene toda la razón, pero
    en esto no fueron irresponsables, sino complices o, al menos, encubridores, como lo fue toda la «clase» politica desde Pinochet hasta el actual Piñera

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *