Colapsismo Medio Ambiente

Deforestación amazónica se agudiza y amenaza el clima mundial

Tiempo de lectura aprox: 2 minutos, 21 segundos

El gobierno de Brasil ocultó por tres semanas  que la deforestación de la Amazonia brasileña aumentó 21,97 por ciento el último año y acentuó una tendencia que amenaza con echar a perder los esfuerzos por contener el recalentamiento planetario.
El informe del estatal Instituto Nacional de Investigación Espacial (INPE, en portugués) con los datos del año amazónico terminado en julio, e iniciado en agosto de 2020, tiene fecha del 27 de octubre, pero el gobierno solo lo divulgó el jueves 18 de noviembre.
Evitó así que el desastre deteriorara más aún la credibilidad del gobierno del presidente Jair Bolsonaro, ya derrochada por casi tres años de acciones antiambientales, en la antesala de la 26 Conferencia de las Partes (COP26) de la convención sobre el cambio climático, celebrada en Glasgow, entre el 31 de octubre y el 13 de noviembre.
El Proyecto de Monitoreo por Satélite de la Deforestación en la Amazonia Legal (Prodes), del INPE, registró 13 235 kilómetros cuadrados de áreas que tuvieron su cobertura boscosa totalmente suprimida, 21,97 % más que en el período anterior y casi el triple de los 4571 kilómetros cuadrados de 2012.
La Amazonia Legal, que ocupa 5,01 millones de kilómetros cuadrados en Brasil, ya perdió cerca de 17 % de su área boscosa. Una extensión similar tuvo sus bosques degradados, es decir algunas especies taladas, reducción de su biodiversidad y biomasa, según el no gubernamental Instituto del Hombre y el Medio Ambiente de la Amazonia.
Carlos Nobre, uno de los principales climatólogos del país y quien integra el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), evalúa que el mayor complejo forestal tropical del mundo se acerca a su degradación irreversible en un proceso de «sabanización».
El punto de no retorno es la deforestación entre 20 a 25 %, estima el actual investigador del Instituto de Altos Estudios de la Universidad de São Paulo y miembro de las academias de ciencias de Brasil y Estados Unidos.
Alcanzar ese punto constituiría un desastre para el planeta. Es que los bosques y suelos amazónicos almacenan el carbono equivalente a cinco años de las emisiones mundiales, estiman los especialistas. El colapso forestal liberaría gran parte de sus gases del efecto invernadero en la atmósfera.
Un riesgo similar proviene del llamado permafrost, una capa de subsuelo congelada bajo el hielo del Ártico y Groenlandia, por ejemplo, que empieza a descongelarse ante el calentamiento global.
Brasil había logrado reducir la deforestación amazónica desde 2004, cuando se registró 27 772 kilómetros cuadrados de bosques suprimidos. Un esfuerzo de los órganos ambientales bajó ese exceso a 4571 kilómetros cuadrados en 2012. Vale decir que es posible, pero depende de la voluntad política y de la gestión.
Es otro gigantesco almacén de carbono que, liberado, atropellaría el intento de limitar en 1,5 grados Celsius el aumento de la temperatura de la Tierra en este siglo.
La Amazonia, un inmenso bioma que se distribuye por ocho países sudamericanos más el territorio  de la Guayana francesa, es por tanto clave en la busca de soluciones para la crisis climática.
Brasil, con 60 % del bioma, tiene un papel decisivo. Y por eso es el blanco evidente de la medida anunciada por la Comisión Europea que, con la esperada aprobación del Parlamento Europeo, pretende prohibir la importación de productos agrícolas asociados a la deforestación o la degradación forestal.
La Comisión, órgano ejecutivo del bloque de 27 países de la Unión Europea,  no distingue la deforestación legal y la ilegal. Exige que los exportadores comprueben la exención de sus productos, mediante el rastreo de sus proveedores.
Brasil es el gran exportador agrícola bajo la mirada de los ambientalistas y líderes que, por interés comercial o ambiental, quieren mantener de pie los bosques aún existentes en el mundo.
El aumento de 75 % en la deforestación amazónica en los casi tres años de gobierno de Bolsonaro amplía la vulnerabilidad brasileña a las restricciones comerciales por motivos ambientales.
Esa fue la probable razón de un cambio de actitud de la delegación gubernamental en la ciudad escocesa Glasgow, durante la COP26.
Inesperadamente Brasil adhirió al compromiso de reducir 30 % de las emisiones de metano para 2030, una medida que afecta su ganadería vacuna, que responde por 71,8 % de las emisiones nacionales de ese gas de efecto invernadero.
Por Mario Osava
Fuente IPS



Related Posts

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *