Guerra ruso ucraniana

¿Quién explotó los gasoductos Nord Stream? Moscú y Berlín podrían considerarlo un acto de guerra

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Buzos de la Marina de EEUU colocaron los explosivos que destruyeron los gasoductos Nord Stream 1 y 2, según una investigación del ganador del Pulitzer, Seymour Hersh. Los pusieron durante un ejercicio de la OTAN en el Báltico. Berlín y Moscú podrían considerarlo un acto de guerra

 

Europa está marcada por la guerra en Ucrania, que promete ser tan larga y duradera como los días nublados de los que hablo. Hace unos días, algunos nos asombramos con las revelaciones del exprimer ministro de Israel, Naftali Bennett, acerca de las frustradas conversaciones de paz entre Rusia y Ucrania.

Bennett, mediador en esas conversaciones al inicio del conflicto, afirma que Moscú y Kiev estaban cerca de firmar un acuerdo. Vladimir Putin abandonaría su pretensión de «desmilitarizar» Ucrania y Volodomir Zelenski su deseo de que Kiev se sumara a la Organización del Tratado de Atlántico Norte (OTAN). Según Bennet, Boris Johnson, el exprimer ministro de Gran Bretaña, adoptó una «línea agresiva», mientras que el presidente francés, Emmanuel Macron, y el canciller alemán, Olaf Scholz, fueron más «pragmáticos». Biden adoptó «ambas» posiciones.

Boris Johnson, incluso, visitó Kiev para reunirse con Zelenski en el marco de esas conversaciones. Después de ese encuentro, las negociaciones colapsaron. «Creo que hubo una decisión legítima de Occidente de seguir golpeando a Putin y no negociar», asegura Bennet.




¿Acaso Johnson entregó un mensaje que Zelenski no pudo contradecir?

Pero algo más estaba pasando en esos primeros días de marzo. Algo se tramaba desde Washington para responder a la «invasión rusa a Ucrania».

El periodista Seymour Hersh, ganador del Pulitzer, tiene su propia versión de la historia sobre la explosión de los gasoductos Nord Stream 1 y 2, propiedad de la empresa rusa Gazprom en un conglomerado compartido con la empresa francesa Engie, las alemanas Uniper y Wintershall, la austríaca OMV y la anglo-holandesa Shell.

Hersh es conocido por haber ganado su premio Pulitzer con la revelación de la Masacre de My Lai en Vietmam por parte de militares estadounidense. También por haber informado sobre los abusos y torturas en la cárcel estadounidense en Abu Ghraib, Irak. En los últimos años, las Administraciones de Obama y Trump lo han desacreditado por poner en duda la tesis oficial sobre la responsabilidad del gobierno sirio en un ataque con sarín en Ghouta. Según su investigación, las dos administraciones tenían información confidencial acerca de la falsedad de esta tesis.

Leamos a algunas de sus revelaciones sobre las explosiones de los gasoductos.

«En diciembre de 2021, dos meses antes de que los primeros tanques rusos entraran en Ucrania, Jake Sullivan convocó una reunión de un grupo de trabajo recién formado (por hombres y mujeres del Estado Mayor Conjunto, la CIA y los Departamentos de Estado y del Tesoro) y preguntó para recomendaciones sobre cómo responder a la inminente invasión de Putin.

Sería la primera de una serie de reuniones de alto secreto, en una sala segura en un piso superior del Antiguo Edificio de Oficinas Ejecutivas, adyacente a la Casa Blanca, que también fue el hogar de la Junta Asesora de Inteligencia Extranjera del Presidente (PFIAB) . Hubo la charla habitual de ida y vuelta que finalmente condujo a una pregunta preliminar crucial: ¿La recomendación enviada por el grupo al presidente sería reversible, como otra capa de sanciones y restricciones monetarias, o irreversible, es decir, acciones cinéticas, que no se pueden deshacer?

Lo que quedó claro para los participantes, según una fuente con conocimiento directo del proceso, es que Sullivan tenía la intención de que el grupo presentara un plan para la destrucción de los dos gasoductos Nord Stream, y que estaba cumpliendo con los deseos de los Presidentes».

Varios meses antes de la invasión rusa a Ucrania, el gabinete de Biden deliberaba sobre la respuesta adecuada a esta posibilidad. Recordemos que por esos días, una y otra vez, Biden profetizaba que Vladimir Putin tenía ya decidido intervenir en Ucrania.

Por pedido de Moscú, a finales de diciembre, las delegaciones de Rusia y Estados Unidos se reunieron para evitar una escalada. Vladimir Putin propuso, a través de su vice canciller, Serguéi Riabkov, que Washington diera garantías de seguridad como el fin de la expansión de la OTAN hacia las fronteras europeas con Rusia y la no inclusión de Kiev en la organización militar.

Quien lideró la delegación estadounidense fue Jack Sullivan, el jefe del Consejo de Seguridad Nacional, a cargo de «idear el plan» para destruir los dos gasoductos que conectaban Alemania con los yacimientos de gas rusos. Sullivan al final respondió que Estados Unidos no podía decidir sobre las «decisiones soberanos» de Ucrania. Por ende, desechó las garantías de seguridad propuestas por Moscú. Los soldados rusos entraron a Kiev y los demás es historia.

Pero volvamos al quid de la cuestión.

El Nord Stream 1 y Nord Stream 2, además, eran los sustitutos de los gasoductos que atraviesan Ucrania. El primero se construyó entre 2010 y 2011 después de la revolución naranja en Ucrania, orquestada por Estados Unidos en 2005. Los rusos vieron que pronto Ucrania dejaría de ser un país seguro de tránsito y les generaría problemas.

El Nord Stream 1 se construyó a través del Báltico mientras avanzaba su hermano menor, South Stream, a través del Mar Negro hacia Bulgaria, Austria e Italia. Pero en 2014, el presidente ucraniano Víktor Yanukóvich sufrió un golpe de Estado y las regiones del este del país se independizaron. Moscú, además, anexionó a la península de Crimea. Por lo que el South Stream fue inhabilitado mediante sanciones por parte de la Unión Europea y Estados Unidos.

Años después, Alemania bajo el mando de Angela Merkel firmó la construcción de un segundo tubo por el Báltico, el Nord Stream 2, con una entidad empresarial integrada por la rusa Gazprom y otras compañías alemanas.

El proyecto costó 9.500 millones de euros

La construcción del segundo gasoducto fue combatida hasta por el propio Donald Trump, quien firmó sanciones a las empresas participes de su construcción. Joe Biden asumió, incluso, con la presión de la bancada republicana en el Senado estadounidense favorable a mayores medidas de coacción para detener el Nord Stream 2. «Las sanciones sobre Nord Stream 2 fueron respaldadas por todo el gobierno de EE. UU. y no hay absolutamente ningún margen de maniobra. Si Gazprom usa Akademik Cherskiy para terminar el oleoducto Nord Stream 2, el presidente debe imponer sanciones paralizantes a Gazprom», escribió el senador republicano Ted Cruz en su cuenta de Twitter.

Ted Cruz fue uno de los senadores que bloqueó las nominaciones propuestas por Biden para ocupar los cargos en política exterior. La razón era que Biden no había reestablecido las sanciones contra la corporación Nord Stream 2 AG y sus funcionarios corporativos, a cargo de la construcción. Por supuesto, el bloqueo de las nominaciones terminó cuando Joe Biden le hizo caso en febrero de 2022.

El gobierno alemán saliente de Angela Merkel hizo el resto cuando suspendió la aprobación del gasoducto argumentando que el monopolio de Gazprom en la operación y suministro del gas de Nord Stream 2 iba en contra de las regulaciones alemanas.

El organismo público alemán subrayó que la sociedad gestora de Nord Stream 2 tiene su sede en Suiza y la certificación del gasoducto solo puede ser realizada si la empresa que lo opera está organizada según la legislación alemana. Sin embargo, el consorcio propietario no tiene intención de reubicar la actual firma, sino de crear una empresa filial sometida a la legislación alemana únicamente para aquella parte del gasoducto que se controla desde este país.

Y antes de que se pueda llevar a cabo la certificación, la filial alemana debe haber recibido su parte del capital del grupo y registrado de manera pertinente el personal operativo que le corresponde, para seguidamente presentar toda la documentación necesaria ante la Agencia Federal de Redes. La normativa de la UE sobre gas establece además que la sociedad operativa del gasoducto y la suministradora del gas deben estar suficientemente separadas y diferenciadas, algo que no sucede actualmente, ya que el grupo ruso Gazprom controla directamente ambas.

En este contexto, el equipo nombrado por Sullivan discutía cómo responder a una eventual invasión rusa a Ucrania. Washington desde hace tiempo veía como una amenaza a su «seguridad nacional» la puesta en marcha de los dos gasoductos. Si los reguladores alemanes aprobaban el Nord Stream 2, se duplicaría la cantidad de gas barato disponible para Alemania y Europa Oriental. El segundo gasoducto también proporcionaría suficiente gas para más del 50 por ciento del consumo anual de Alemania».

Europa sería más dependiente de una empresa rusa como Gazprom, cuya propiedad estatal supera el 50%.

En este entorno, comenzó la planificación de un atentado de gran envergadura contra la infraestructura energética común entre Alemania y Rusia. Leamos lo que afirma Hersh en su investigación.

Durante las próximas reuniones, los participantes debatieron opciones para un ataque. La Marina propuso utilizar un submarino recién comisionado para asaltar los gasoductos. La Fuerza Aérea discutió el lanzamiento de bombas con fusibles retardados que podrían activarse de forma remota. La CIA argumentó que cualquier cosa que se hiciera, tendría que ser encubierta. Todos los involucrados entendieron lo que estaba en juego. «Esto no es cosa de niños», dijo la fuente. Si el ataque fuera rastreable hasta Estados Unidos, «sería un acto de guerra».

En ese momento, la CIA estaba dirigida por William Burns, un ex embajador en Rusia de buenos modales que se había desempeñado como subsecretario de Estado en la administración Obama. Burns autorizó rápidamente un grupo de trabajo de la Agencia cuyos miembros ad hoc incluían, por casualidad, a alguien que estaba familiarizado con las capacidades de los buzos de aguas profundas de la Armada en la Ciudad de Panamá, Florida. Durante las próximas semanas, los miembros del grupo de trabajo de la CIA comenzaron a elaborar un plan para una operación encubierta que utilizaría buzos de aguas profundas para provocar una explosión a lo largo del oleoducto.

Aun así, el grupo interinstitucional inicialmente se mostró escéptico sobre el entusiasmo de la CIA por un ataque encubierto en aguas profundas. Había demasiadas preguntas sin respuesta. Las aguas del mar Báltico estaban fuertemente patrulladas por la armada rusa y no había plataformas petrolíferas que pudieran usarse como cobertura para una operación de buceo. ¿Tendrían que ir los buzos a Estonia, justo al otro lado de la frontera de los muelles de carga de gas natural de Rusia, para entrenarse para la misión? «Sería una mierda», le dijeron a la Agencia.

A lo largo de «todas estas intrigas», dijo la fuente, «algunos trabajadores de la CIA y del Departamento de Estado decían: ‘No hagan esto. Es estúpido y será una pesadilla política si sale a la luz'».

Sin embargo, a principios de 2022, el grupo de trabajo de la CIA informó al grupo interinstitucional de Sullivan que «tenían una forma de volar los gasoductos».

Durante esos primeros días de 2022, sucedió algo bastante curioso a la luz de estas revelaciones. A mediados de enero, Victoria Nuland, la subsecretaria de Estado a cargo de repartir «galletas» en la plaza del Maidan durante el golpe al presidente ucraniano Viktor Yanukovich, dijo; «si Rusia invade Ucrania, de una forma u otra Nord Stream 2 no avanzará».

«Ella confesó, pero nadie se dio cuenta»

El estadounidense de FoxNews, Tucker Carlson, dijo que la administración Biden estuvo involucrada en el sabotaje de los gasoductos Nord Stream 1.2, y directamente la subsecretaria de Estado Victoria Nuland.

Un año después, la propia Nuland tuvo un breve intercambio con el senador Cruz en una de las Comisiones del Congreso. «Como usted, estoy muy complacida de saber que Nord Stream 2 es un trozo de metal en el fondo del mar», le dijo en una audiencia televisada. El trabajo, al parecer, había sido hecho.

Pero bueno volvamos a la línea de tiempo original. Nuland lanzó su amenaza velada en enero de 2022 antes de la invasión rusa. El 7 de febrero, Joe Biden fue más allá cuando profetizó que si había una intervención en Ucrania, no existiría más el Nord Stream 2. «Le pondremos fin», dijo con el canciller alemán, Olaf Scholz, a su lado.

La amenaza pública alteró a los involucrados en la planificación de la voladura del gasoducto.

«Fue como poner una bomba atómica en el suelo de Tokio y decirles a los japoneses que la vamos a detonar. «El plan era que las opciones se ejecutaran después de la invasión y no se anunciaran públicamente. Biden simplemente no lo entendió o lo ignoró», le dijo a Hersh una de sus fuentes envueltas en esta trama.

Pero la indiscreción pudo ser deliberada. Para algunos funcionarios de la CIA «ya no podía considerarse una opción encubierta porque el presidente acaba de anunciar que sabíamos cómo explotar los gasoductos». Había dudas en los planificadores de la CIA a cargo de la operación. No sabían si «el presidente quería decir lo que había dicho, es decir, si la misión estaba ahora en marcha».

Según la fuente consultada por Hersh, el jefe de la CIA volvió de una reunión en la Casa Blanca con una orden: «hazlo».

El plan fue degradado de una operación encubierta a una que se consideró como una «operación de inteligencia altamente clasificada con apoyo militar de Estados Unidos». Este cambio implicaba que «ya ??no existía el requisito legal de informar la operación al Congreso». Los buzos de la Marina de Estados Unidos también se eligieron porque sus tareas no debían ser informadas a los líderes del Senado y la Cámara de Representantes de Estados Unidos.

«Todo lo que tenían que hacer ahora era simplemente hacerlo, pero aún así tenía que ser secreto». La operación involucró a otros países según la historia reconstruida por el ganador del Pulitzer.

Los planificadores sabían que tenían que ir a Noruega. «Odiaban a los rusos, y la armada noruega estaba llena de magníficos marineros y buzos que tenían generaciones de experiencia en la exploración altamente rentable de petróleo y gas en aguas profundas», dijo la fuente. También se podía confiar en ellos para mantener la misión en secreto. (Los noruegos también pueden haber tenido otros intereses. La destrucción de Nord Stream, si los estadounidenses pudieran lograrlo, permitiría a Noruega vender mucho más de su propio gas natural a Europa).

En algún momento de marzo, algunos miembros del equipo volaron a Noruega para reunirse con el Servicio Secreto y la Armada de Noruega. Una de las preguntas clave era dónde era el mejor lugar para colocar los explosivos. Nord Stream 1 y 2, cada uno con dos conjuntos de tuberías, estaban separados en gran parte por poco más de una milla mientras se dirigían al puerto de Greifswald en el extremo noreste de Alemania.

La armada noruega no tardó en encontrar el lugar adecuado, en las aguas poco profundas del mar Báltico, a unas pocas millas de la isla de Bornholm en Dinamarca. Los gasoductos s se extendían a más de una milla de distancia a lo largo de un fondo marino que tenía solo 260 pies de profundidad. Eso estaría dentro del alcance de los buzos, quienes, operando desde un cazaminas de clase Alta noruego, bucearían con una mezcla de oxígeno, nitrógeno y helio saliendo de sus tanques, y colocarían cargas de C4 en forma de planta en las cuatro tuberías con protección de concreto. Sería un trabajo tedioso, lento y peligroso, pero las aguas de Bornholm tenían otra ventaja: no había grandes corrientes de marea, lo que habría dificultado mucho la tarea de bucear.

Después de un poco de investigación, los estadounidenses estaban todos adentro.

En este punto, el oscuro grupo de buceo profundo de la Marina en la ciudad de Panamá entró en juego una vez más. Las escuelas de aguas profundas en la Ciudad de Panamá, cuyos alumnos participaron en Ivy Bells, son vistas como un remanso no deseado por los graduados de élite de la Academia Naval en Annapolis, quienes generalmente buscan la gloria de ser asignados como Seal, piloto de combate o submarinista. Si uno debe convertirse en un «zapato negro», es decir, un miembro del mando de la nave de superficie menos deseable, siempre hay al menos un deber en un destructor, crucero o barco anfibio. La menos glamorosa de todas es la guerra de minas. Sus buzos nunca aparecen en las películas de Hollywood, ni en la portada de revistas populares.

«Los mejores buzos con calificaciones de buceo profundo son una comunidad compacta, y solo los mejores son reclutados para la operación y se les dice que estén preparados para ser llamados a la CIA en Washington», dijo la fuente.

Los noruegos y los estadounidenses tenían una ubicación y los operativos, pero había otra preocupación: cualquier actividad submarina inusual en las aguas de Bornholm podría llamar la atención de las armadas sueca o danesa, que podrían informarla.

Dinamarca también había sido uno de los signatarios originales de la OTAN y era conocida en la comunidad de inteligencia por sus vínculos especiales con el Reino Unido. Suecia había solicitado ser miembro de la OTAN y había demostrado su gran habilidad en el manejo de sus sistemas de sensores magnéticos y de sonido submarinos que rastreaban con éxito los submarinos rusos que ocasionalmente aparecían en aguas remotas del archipiélago sueco y se veían obligados a salir a la superficie.

Los noruegos se unieron a los estadounidenses para insistir en que algunos altos funcionarios de Dinamarca y Suecia debían ser informados en términos generales sobre la posible actividad de buceo en la zona. De esa forma, alguien superior podría intervenir y mantener un informe fuera de la cadena de mando, aislando así la operación del oleoducto. «Lo que les dijeron y lo que sabían era diferente a propósito», me dijo la fuente. (La embajada noruega, a la que se le pidió que comentara sobre esta historia, no respondió).

Los noruegos fueron clave para resolver otros obstáculos. Se sabía que la armada rusa poseía tecnología de vigilancia capaz de detectar y activar minas submarinas. Los artefactos explosivos estadounidenses debían camuflarse de manera que parecieran ante el sistema ruso como parte del fondo natural, algo que requería adaptarse a la salinidad específica del agua. Los noruegos tenían una solución.

Los noruegos también tenían una solución a la cuestión crucial de cuándo debería llevarse a cabo la operación. Cada junio, durante los últimos 21 años, la Sexta Flota estadounidense, cuyo buque insignia tiene su sede en Gaeta, Italia, al sur de Roma, ha patrocinado un importante ejercicio de la OTAN en el Mar Báltico en el que participaron decenas de barcos aliados de toda la región. El ejercicio actual, realizado en junio, se conocería como Baltic Operations 22 o BALTOPS 22 . Los noruegos propusieron que esta sería la cubierta ideal para plantar las minas.

Los estadounidenses proporcionaron un elemento vital: convencieron a los planificadores de la Sexta Flota para que agregaran un ejercicio de investigación y desarrollo al programa. El ejercicio, como lo hizo público la Marina, involucró a la Sexta Flota en colaboración con los «centros de investigación y guerra» de la Marina. El evento en el mar se llevaría a cabo frente a la costa de la isla de Bornholm e involucraría a equipos de buzos de la OTAN que plantarían minas, con equipos competidores que utilizarían la última tecnología submarina para encontrarlas y destruirlas.

Era a la vez un ejercicio útil y una tapadera ingeniosa. Los muchachos de la ciudad de Panamá harían lo suyo y los explosivos C4 estarían en su lugar al final de BALTOPS22, con un temporizador de 48 horas adjunto. Todos los estadounidenses y noruegos se habrían ido hace mucho tiempo con la primera explosión.

Pero había un último escollo para los buzos de marina estadounidenses y noruegos. La Casa Blanca quería que la detonación de las bombas fuera remota, y no en 48 horas como se había planeado en un principio. «A la Casa Blanca le preocupaba que la ventana de dos días para su detonación estuviera demasiado cerca del final del ejercicio, y sería obvio que Estados Unidos había estado involucrado».

Por lo que colocaron los explosivos C4 para que fueran activados por una boya de sonar lanzada por un avión con poca antelación.

«Una vez instalados, los dispositivos de temporización retrasados ??conectados a cualquiera de los cuatro oleoductos podrían activarse accidentalmente debido a la compleja combinación de ruidos de fondo del océano en todo el mar Báltico, que está muy transitado: barcos cercanos y distantes, perforaciones submarinas, eventos sísmicos, olas e incluso mar. criaturas Para evitar esto, la boya de sonar, una vez colocada, emitiría una secuencia de sonidos tonales únicos de baja frecuencia, muy parecidos a los emitidos por una flauta o un piano, que serían reconocidos por el dispositivo de tiempo y, después de unas horas preestablecidas. de retraso, disparar los explosivos.

El 26 de septiembre de 2022, un avión de vigilancia P8 de la Armada de Noruega realizó un vuelo aparentemente de rutina y dejó caer una boya de sonar. La señal se extendió bajo el agua, inicialmente a Nord Stream 2 y luego a Nord Stream 1. Unas horas más tarde, se activaron los explosivos C4 de alta potencia y tres de las cuatro tuberías quedaron fuera de servicio. En unos pocos minutos, los charcos de gas metano que permanecían en las tuberías cerradas se podían ver extendiéndose en la superficie del agua y el mundo se enteró de que algo irreversible había sucedido».

El día de las explosiones, por casualidad, los presidentes de Polonia, Dinamarca y Noruega inauguraron el gasoducto The Baltic Pipe, que pasa a pocos kilómetros del Nord Stream 1 y 2.

Los líderes de Polonia, Noruega y Dinamarca asistieron a una ceremonia para marcar la apertura del nuevo Baltic Pipe, una etapa clave en el impulso para destetar a Polonia y Europa del gas ruso.

El gasoducto transportará gas natural desde la plataforma noruega a través de Dinamarca y a través del Mar Báltico hasta Polonia. Es la pieza central de una estrategia polaca para diversificarse lejos de Rusia que comenzó años antes de que la invasión de Ucrania por parte de Moscú en febrero desencadenara una crisis energética global.

Alemania, después de las explosiones, depende de los gasoductos de Ucrania y del Yamal-Europa que pasa por Polonia. También del futuro del Baltic Pipe de Noruega. Los tres países son peones de Estados Unidos en el ajedrez de Europa. Si fue, como dice Hersh, el atentado representan una jugada geopolítica para atrapar a Alemania a costa de su infraestructura energética compartida con Moscú.

La investigación sobre las explosiones de los gasoductos también ha dejado bastante que desear. Alemania, Dinamarca y Suecia decidieron no compartir su pesquisa con las autoridades rusas. Moscú, por su parte, envío un equipo al sitio de las explosiones y lo consideró un «atentado terrorista».

Berlín informó que no tiene ningún indicio que «involucre a Rusia en las detonaciones». En su primer momento, tanto Washington como Kiev y Varsovia, se había culpado a Moscú de explotar sus gasoductos.

Las consecuencias de las sanciones contra Rusia y la explosión de los gasoductos ya están a la vista. El superávit comercial de Alemania, por ejemplo, pasó de 176 mil millones de euros en 2021 a 73 mil millones en 2022. En gran medida, por el aumento de los costos de energía de las industrias alemanas exportadoras.

Es la peor caída del superávit desde la crisis de 2008 y la reunificación de Alemania.

Según el ingeniero industrial Fernando Rodríguez, «el incremento de costes energéticos consecuencia del embargo energético a Rusia ha hecho a la UE una zona económica menos competitiva. Las exportaciones de los países de la UE suben porque el 70% del comercio exterior se hace dentro de la UE. Ese porcentaje se irá reduciendo, las empresas europeas se buscarán proveedores más competitivos fuera de la UE. La crisis energética podría ser dramática para algunos países de Centroeuropa (Rep. Checa, Eslovaquia, Austria) si se cierra el gasoducto ruso que atraviesa Ucrania. Y es realista si el conflicto de Ucrania escala aún más».

Los industriales alemanes ya han protestado varias veces contra la política exterior de su país.

Por lo pronto, la Casa Blanca ha negado por completo la versión de Hersh. Según la portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Adrienne Watson, «es una ficción completamente falsa y completa». El resto de departamentos y países involucrados todavía no han sacado sus respuestas.

La validez de esta historia, como decía una   gran filosofa argentina, las dejó «a su criterio».

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Por Bruno Sgarzini*

*Periodista argentino, analista e investigador del portal del portal Misión Verdad. 

 

Fuente: Uy Press

 



Periodista argentino, analista e investigador del portal del portal Misión Verdad.

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